Lo dice la ciencia: el aire acondicionado de tu oficina es una ‘conspiración’ sexista

Un estudio concluye que los sistemas de refrigeración se ajustan a las necesidades de hombres de 40 años sin tener en cuenta que las mujeres generan menos calor y necesitan temperaturas más altas.

Por mucho que los termómetros alcancen los 40º a la sombra, es habitual que muchas mujeres salgan de casa acompañadas por una chaquetita o un chal para soportar las temperaturas polares al llegar a la oficina. Mientras tanto, sus compañeros masculinos están tan felices de la vida trabajando en manga corta y sin ninguna gana de asomarse a la calle para calentarse al sol. Podría parecer un disparate decir que el aire acondicionado es en realidad una conspiración sexista, pero así lo confirma la ciencia.

Según un nuevo estudio publicado en la revista ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Por mucho que los termómetros alcancen los 40º a la sombra, es habitual que muchas mujeres salgan de casa acompañadas por una chaquetita o un chal para soportar las temperaturas polares al llegar a la oficina. Mientras tanto, sus compañeros masculinos están tan felices de la vida trabajando en manga corta y sin ninguna gana de asomarse a la calle para calentarse al sol. Podría parecer un disparate decir que el aire acondicionado es en realidad una conspiración sexista, pero así lo confirma la ciencia.

Según un nuevo estudio publicado en la revista Nature Climate Change (del que se ha hecho eco el New York Times), la mayoría de los edificios de oficinas fijan sus termostatos usando una fórmula establecida en los años 60 y basada en los valores metabólicos de un hombre de 40 años y 70 kg de peso. Sin embargo, las tasas metabólicas de las mujeres suelen ser muy distintas. La investigación concluye que las mujeres no necesitan temperaturas tan bajas durante el verano porque el cuerpo masculino es capaz de generar más calor que el femenino con un mismo nivel de actividad. Mientras que los hombres prefieren trabajar a unos 22 °C, ellas se sienten más cómodas con tres grados más (25 °C). También apuntan que la zona de máximo confort térmico es la misma para ambos sexos: cuando la superficie de la piel se encuentra a unos 33 grados.

El estudio, llevado a cabo por Boris Kingma y Wouter van Marken Lichtenbelt, recopila otras investigaciones anteriores que certifican que las mujeres son más sensibles a las fluctuaciones de temperatura y tienden a tener más frío en las mismas condiciones de actividad y con idéntica ropa. A pesar de que estos datos ya han sido revelados hace tiempo, los edificios siguen utilizando el viejo estándar con el consecuente incremento de gastos energético, las peleas por el control del aire acondicionado y la discriminación de las trabajadoras.

“Creo que la solución es tener más compartimentos en las oficinas, hacer más flexibles y personalizables las condiciones térmicas para las necesidades de cada uno, ya sea hombre o mujer", apunta Kingma. En este sentido, su trabajo presenta las herramientas para predecir el metabolismo de cada uno basándose en datos de edad, sexo y tamaño corporal. Según apunta su colega Joost van Hoost –de la Universidad Fontys de Ciencias Aplicadas de Eindhoven (Holanda)– en otro artículo publicado en la misma revista, habrá que realizar estudios más amplios antes de cambiar las normativas (la muestra de esta investigación comprende 16 mujeres con una media de edad de 23 años).

Mientras tanto, si alguien necesita más motivos para crear entornos de trabajo que no parezcan la Antártida, los investigadores también apuntan que los empleados congelados son menos productivos.

Archivado En