Fomo: el afán de quererlo todo

Es el miedo constante a perdernos algo, descuidando lo que ya tenemos. La epidemia ya tiene nombre en inglés.

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Estar en un lugar con la insoportable sensación de que algo importante ocurre al mismo tiempo en otro sitio. Es un síntoma tan extendido que en inglés ya tiene nombre, Fomo (el acrónimo de Fear of Missing Out). La palabreja  refleja lo que ya es una epidemia: el miedo constante a perdernos algo. Saturados por la avalancha de cosas e información, a menudo descuidamos lo que ya tenemos. 

Una búsqueda en Internet con el término Fomo arroja más de 340.000 resultados. Y hasta existen grupos en Facebook para los que sufren el mal que Leo Babauta,...

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Estar en un lugar con la insoportable sensación de que algo importante ocurre al mismo tiempo en otro sitio. Es un síntoma tan extendido que en inglés ya tiene nombre, Fomo (el acrónimo de Fear of Missing Out). La palabreja  refleja lo que ya es una epidemia: el miedo constante a perdernos algo. Saturados por la avalancha de cosas e información, a menudo descuidamos lo que ya tenemos. 

Una búsqueda en Internet con el término Fomo arroja más de 340.000 resultados. Y hasta existen grupos en Facebook para los que sufren el mal que Leo Babauta, creador del popular sitio ZenHabits, ilustra con esta pequeña fábula: 

Un padre y su hijo van a pescar en su pequeño bote, hambrientos. El padre ayuda al hijo a sacar el primer pez. “Buena pieza, hijo”, dice el padre.
“Sí, pero me parece que los hay todavía mejores”, responde el hijo. “Creo que podría pescar un pez más grande y sabroso”.
“Quizá deberías probarlo”, responde el padre.
El hijo lanza la caña, y una hora después pesca una pieza todavía mayor. “Hermoso”, dice el padre.
“Sí, pero creo que los hay todavía más grandes”, dice el hijo.
Y vuelve a lanzar la caña, preguntándose, cada vez, si habrá peces mayores que pescar. Al final del día, el hijo está exhausto. El padre le pregunta si le gustó el pescado.
“No estoy seguro. Estaba tan ocupado pescando peces más grandes que no probé ninguno”, responde. 
El padre sonríe y, satisfecho, se acaricia la panza. “No te preocupes. Estaban deliciosos”.

Aunque su manifestación más contundente se produce en el terreno digital Fomo se ensaña con cualquier actividad: estás en una fiesta hablando con alguien y subyace la ansiedad: ¡quizá te estás perdiendo otras conversaciones más importantes! Te gusta el cine y devoras las críticas para asegurarte de que estás al tanto de las novedades. Tu casa está abarrotada pero no te atreves a desprenderte de objetos por si un día los necesitas (cuando llega ese día, por supuesto, eres incapaz de encontrarlos). 

Como señala la terapeuta californiana Ines Freedman, este miedo suele estar ligado al de no ser “lo suficientemente bueno: la vida no es todo lo buena que debería ser ahora; el trabajo no es suficientemente importante; la persona con la que conversas en la fiesta no es la más relevante”. 

Esta actitud mental se convierte, advierte Freedman, en el telón de fondo de la existencia. Impide que nos relajemos en el momento, incluso con cosas que disfrutamos. A veces procede del deseo, como cuando vas a una fiesta y deseas participar en todas las conversaciones. Otras veces del miedo: cuando tememos no ser capaces de hacer todo lo que se espera de nosotros si nos relajamos y estamos felices y satisfechos.  

El “síndrome” galopa a sus anchas en el mundo online. ¿Has contado cuántas veces chequeas tu e-mail o tu teléfono en busca de actualizaciones en redes sociales en un día? La que suscribe hizo el experimento y la cifra supera con creces la edad en que falleció su longeva bisabuela. 

“El miedo a estar perdiéndonos algo es tan intenso que incluso cuando hemos decidido desconectar la mente está en otra parte pensando que podría estar pasando algo más interesante”, señala el psicólogo John M. Grohol. Envías un texto mientras conduces porque “la posibilidad de una conexión es más importante que tu vida (o la vida de los otros)”. 

“La realidad es que hay muy pocas cosas en la vida tan importantes que no puedan esperar”, señala Grohol. Claro que si eres el presidente del Gobierno tienes motivos para chequear tus mensajes durante la cena. “El resto de nosotros”, dice Grohol, “nos doblegamos a nuestro Fomo cuando lo hacemos”. 

“El error es pensar que si no tuviéramos algo que perder seríamos felices”, dice Freedman. Pero la realidad es esta: nos perderemos cosas. Un montón de cosas. Ni siquiera viviendo dos veces tendríamos tiempo de probarlo todo. 

Por suerte, no hace falta tener tantas vidas como un gato para experimentar el tiempo disponible, finito, con plenitud:Si estás constantemente preocupado con lo que te pierdes, también te perderás lo que ya tienes, dice Babauta. 

Esta es la alternativa: disfruta del pez que acabas de pescar y olvídate del resto. 

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