¿Esperando ese ‘mail’ que no llega? El motivo no es el que imaginas

La mayor parte de nuestros correos electrónicos no superan las cinco palabras… ¿Cómo contestamos y por qué tardamos mucho o poco en hacerlo?

AMC/ Halt and Catch Fire

Has decidido mandar ese correo electrónico. Lo escribes, lo firmas, lo relees, lo envías… y esperas respuesta. A veces esa respuesta llega inmediatamente. A veces pasan unos minutos. Otras, unas horas o unos pocos días… en alguna ocasión la respuesta no llega.
 
En cualquiera de estas ocasiones, tras darle a enviar, el remitente entra en una especie de ansiedad o vacío que a menudo llena con lo que los psicólogos llaman 'errores de atribución'. Es decir, información que puede no ser cierta –casi nunca lo es- pero que, en un contexto de inmediatez como al que estamos acostu...

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Has decidido mandar ese correo electrónico. Lo escribes, lo firmas, lo relees, lo envías… y esperas respuesta. A veces esa respuesta llega inmediatamente. A veces pasan unos minutos. Otras, unas horas o unos pocos días… en alguna ocasión la respuesta no llega.
 
En cualquiera de estas ocasiones, tras darle a enviar, el remitente entra en una especie de ansiedad o vacío que a menudo llena con lo que los psicólogos llaman 'errores de atribución'. Es decir, información que puede no ser cierta –casi nunca lo es- pero que, en un contexto de inmediatez como al que estamos acostumbrados “puede suponer que pensemos que nos ignoran, nos están rechazando o lo que contamos no tiene interés para nuestro destinatario cuando, en realidad, puede tratarse de cualquier contingencia, como un viaje, un mal acceso a internet, o un ritmo de procesar la información distinto al nuestro”, señala Guillermo Fouces, psicólogo y profesor de la Universidad Complutense.
 
Esta última razón, coincide con los resultados de un estudio publicado recientemente por el Information Sciences Institute de la Universidad Sourthen California que concluye que la razón por la que algunas personas tardan más que otra en contestar los correos electrónicos podría deberse a algo tan sencillo como la diferencia generacional y la capacidad limitada que tenemos los humanos de procesar información y no ninguna otra teoría imaginada por quien espera respuesta.
 
Datos demográficos
 
A través de la investigación de 16 millones de correos electrónicos de 2 millones de usuarios del correo electrónico los expertos han descubierto lo siguiente:
 
1)Si una persona tiene intención de responder a un e-mail seguramente lo hará en pocos días.
 
2) Los adolescentes son los que antes responden, tardan una media de 13 minutos en contestar sus correos.
 
3) Las personas entre los 20 y los 35 años son casi tan rápidos como los más jóvenes y no suelen tardar más de 16 minutos.
 
4) Entre los 35 y los 50 años las respuestas se hacen esperar unos 24 minutos.
 
5) Las personas mayores de 50 años son las que más tiempo tardan en enviar ese correo de vuelta, 47 minutos de media.
 
6) Las mujeres tardan una media de 4 minutos más que los varones en contestar un correo electrónico.
 
Rapidez vs reflexión
 
Los resultados por edades nos hablan de la velocidad de respuesta, pero el estudio revela datos interesantes en torno a la manera que tenemos de contestar. Por ejemplo, el número de palabras de la mayoría de las respuestas es apenas cinco y sólo el 30% de los correos electrónicos supera las cien palabras que tampoco parecen demasiadas.
 
Fouces señala a este respecto que estas respuestas escuetas indican cómo la tecnología está cambiando la profundidad de nuestras relaciones “y esta disminución de la profundidad no puede valorarse, tiene aspectos positivos y negativos, pero es evidente que está transformando la manera en la que nos comunicamos. Nunca antes habíamos tenido una red tan amplia de personas con las que estamos conectados y la manera en la que los más jóvenes usan códigos para economizar el tiempo de las respuestas, con imágenes, abreviaturas, etc., habla de cómo gestionamos la información. Una persona más mayor la filtra, la madura, la reflexiona y luego contesta, para los jóvenes, por ejemplo, lo importante es contestar porque la inmediatez es el criterio que más se utiliza”, argumenta.
 
Los investigadores se han limitado a describir cuáles son nuestros patrones a la hora de usar el correo electrónico. Sin embargo, preguntados por S Moda sobre su hipótesis de partida y sobre los datos que más les han sorprendido señalan que “el número de correo electrónico que respondemos crece de forma lineal con el número decorreos electrónicos que recibimos” según cuenta Luca María Aiello, que ha participado en el estudio. Fouces aclara que, en efecto, los mensajes que nos van llegando actúan como “ladrones de tiempo” porque “van entrado en nuestras bandejas y van reconfigurando lo que teníamos que hacer”. El psicólogo habla de las aplicaciones con las que estamos conectados en general, sin referirse estrictamente al correo electrónico. Sin embargo, según Aiello, “a pesar del aumento de los nuevos medios de comunicación como redes sociales, mensajería y otros, el correo electrónico consume mucha de nuestra atención cuando estamos en línea”.
 
Cuándo obtener respuestas más largas
 
Así las cosas, el estudio nos da pistas de cómo podemos proceder para darle a nuestros mails una buena oportunidad de ser contestados pronto y con información suficiente. Si uno está esperando una larga respuesta es mejor que no la espere en fin de semana porque es el periodo de tiempo en el que la gente responde con más brevedad de palabras a sus e-mails. Si nuestro mail llega por la mañana y en día laborable, el receptor suele ser más generoso con las respuestas. El problema es que aunque lo sepamos, seguir esperando ese mail que no llega nos convierte en fabulosos narradores de historias en las que nuestro destinatario corre suertes tan distintas como remitentes dándole a enviar.

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