Ilustración de un SatisfyerEulalia Cayuela Martinez (Getty Images/iStockphoto)

¿Puedo ser adicta a mi juguete sexual?

Los expertos explican que las usuarias confunden la adicción con la habituación que implica acostumbrarse a usar juguetes sexuales como fuente de satisfacción

Los juguetes sexuales son una herramienta para el placer y la conexión. “Cuando esto deja de ser así y se convierten en una vía de escape, pueden llevar a la adicción”, asegura Megwyn White, sexóloga certificada y directora de educación de Satisfyer. Estos aparatos, que han logrado crear toda una revolución del placer femenino con el boom del succionador de clítoris de 2019, están diseñados para aumentar la intimidad y alcanzar mejores experiencias de placer dentro del sexo. No obstante, los sexólogos se están encontrando cada vez más con la misma pregunta en sus consultas: “¿Puedo ser adicta a mi juguete sexual?”. Que no cunda el pánico: los expertos explican que muchas veces las usuarias confunden la adicción con lo que no es más que simple hábito.

Para hablar de adicción lo primero que hay que hacer es definir qué se entiende por ello. “La adicción es una forma intensa de escapismo que se manifiesta a través de comportamientos compulsivos u obsesivos llevados a cabo incluso aunque causen daño a uno mismo o los demás”, explica White. Por ende, una adicción a un juguete sexual puede darse solo si una persona se vuelve dependiente de su uso de manera compulsiva. “Esto puede afectar negativamente a su vida y sus relaciones, y se manifiesta como un uso excesivo del aparato que a su vez sirve para evitar aspectos importantes de la vida. Suele dar lugar a que se descuiden relaciones y se experimente una gran angustia cuando no se dispone del aparato”, aclara White.

Sin embargo, a diferencia del tabaco, los juguetes sexuales no son intrínsecamente adictivos. “Las personas pueden desarrollar adicción a diversos comportamientos, desde ir a comprar hasta jugar o comer, pero es importante distinguir entre un uso saludable de los juguetes sexuales y una adicción perjudicial. A menudo, se confunde la adicción con la habituación, que implica acostumbrarse a usar juguetes sexuales como fuente de satisfacción sexual. La habituación no es necesariamente negativa y puede considerarse una forma fiable de alcanzar placer, del mismo modo que las personas pueden disfrutar tomando una taza de café diaria”, detalla la experta.

El Estudio Nacional de Sexo: Masturbación Femenina de la marca de juguetes sexuales Easytoys señala que el 35% de mujeres participantes en la muestra se masturba al menos cada semana, mientras que el 65% de los hombres lo hacen en el mismo rango temporal. Otra diferencia es que el 39% de las mujeres asegura integrar juguetes sexuales al masturbarse, mientras que los hombres prefieren prescindir de ellos.

Ángel Guillen, socio director de Psicopartner, ve cada vez más en su consulta cómo sus pacientes tienen conductas compulsivas con sus juguetes. “Antes de estar con la pareja, algunos pacientes están prefiriendo el porno o los masturbadores porque son liberaciones alternativas que no implican ningún tipo de exigencia sexual”, asegura. “Los succionadores están haciendo que las mujeres se enganchen a ese placer rápido y fácil que les da el juguete sexual. Vuelve el sexo algo mecánico”, dice.

Sea como fuere, los juguetes sexuales están en auge. Durante el año 2020, el sector del juguete sexual hizo una caja de más de 29.000 millones de euros a nivel mundial, según la consultora Grand View Research, que espera que el sector crezca un 8%, hasta rozar los 50.000 millones de euros en 2028.

El problema está en la motivación que impulsa a las personas a engancharse al juguete. “Si lo usamos por desconocimiento del propio cuerpo y por tener poca práctica con la masturbación, se tienen más probabilidades de desarrollar una adicción, ya que no hemos aprendido cómo sentir placer sexual sin él”, asegura la experta.

Laura Morán, psicóloga y sexóloga, niega la mayor. Para ella, los juguetes sexuales no pueden crear adicción porque no se tienen registros sobre que provoque síndrome de abstinencia ni produce síntomas físicos ni emocionales negativos por no utilizarlos. “No es posible crear una adicción a los juguetes sexuales, pero sí nos puede pasar que reduzcamos el repertorio de prácticas sexuales porque los juguetes sexuales suelen dar una respuesta placentera bastante rápido. Puede ocurrir incluso que se termine prefiriendo el juguete”.

Los juguetes sexuales y el entumecimiento

Morán explica que, aunque los juguetes no creen adicción, sí que pueden crear habituación y entumecimiento. “Es un proceso en el cual las personas experimentan una disminución de la respuesta a un estímulo porque han estado expuestos muchas veces a esa misma sensación. Se va volviendo menos intensa y cada vez necesitas más. En el caso de los succionadores, se busca cada vez más potencia e intensidad para que tengan el mismo efecto”.

En los juguetes sexuales las mujeres han encontrado una herramienta que les facilita sentir placer y alcanzar el orgasmo sin sentirse frustradas, explica la sexóloga. “Sin embargo, no hay que olvidar que no hay que elegir entre las relaciones sexuales y la masturbación”, dice Morán, que asegura que las mujeres durante muchos años han vivido una sexualidad silenciada y anulada. “Hemos descubierto que nuestro juguete favorito hace que nuestro clítoris sienta mucho placer y que no necesitamos un pene erecto para ello”.

White aclara que los succionadores no restan sensibilidad en el clítoris. “En realidad, hacen todo lo contrario, ya que son eficaces para facilitar el flujo sanguíneo y la congestión, lo que promueve la sensación y la excitación”, dice.

Existen casos en los que cuando una persona se centra únicamente en la intensidad de la excitación y se sobreestimula, puede hacer que su cuerpo se sienta abrumado y tenga dificultades para relajarse durante la experiencia. “Esto podría reducir la capacidad de experimentar sensaciones y placer con la pareja. Sin embargo, cualquier entumecimiento es temporal, ya que el cuerpo vuelve a la normalidad. Los vibradores no están diseñados para tener una intensidad elevada que pueda dañar”, dice White.

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