Esto es lo que realmente pasa con el ‘truco’ del vaso de agua caliente en ayunas

El consejo basado en la antigua medicina china puede hacer más mal que bien a tu cara.

Getty (Getty Images)

Cada cierto tiempo alguna famosa confiesa que su secreto de belleza es beber un vaso de agua caliente en ayunas. Solo o con limón, que hay atajos para todos los paladares. La ciencia médica, sin embargo, desmonta este mito. Beber agua caliente a palo seco, más allá de ser un trago a priori poco apetecible, no hace absolutamente nada por tu belleza. Seamos sinceras: la buena cara de esa famosa será a) cosa de la genética, si es joven; b) fruto del buen hacer de su cirujano plástico, su médico estético, su facialista, el maquillador y el técnico del Photoshop, si ya tiene cierta edad.

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Cada cierto tiempo alguna famosa confiesa que su secreto de belleza es beber un vaso de agua caliente en ayunas. Solo o con limón, que hay atajos para todos los paladares. La ciencia médica, sin embargo, desmonta este mito. Beber agua caliente a palo seco, más allá de ser un trago a priori poco apetecible, no hace absolutamente nada por tu belleza. Seamos sinceras: la buena cara de esa famosa será a) cosa de la genética, si es joven; b) fruto del buen hacer de su cirujano plástico, su médico estético, su facialista, el maquillador y el técnico del Photoshop, si ya tiene cierta edad.

El origen de este mito hunde sus raíces en la medicina china, según la cual beber agua caliente relaja y activa el chi (la energía vital) desde el interior. “En realidad, el calor del agua viene de que hervir el agua eliminaba los parásitos y, en algunas zonas asiáticas, era la única manera de beber agua potable sin jugarse la vida. De ahí también la tradición del té: para hacer más agradable lo de beber agua caliente”, declara Pablo Ojeda , dietista y experto en obesidad. “Ya puestos, lo del limón en ayunas – frío, tibio o caliente– tampoco tiene los efectos milagrosos que se le atribuyen”. Añade que “es curiosa la manía de atribuirle propiedades a la temperatura del agua. También se dice que beber agua fría adelgaza porque el cuerpo quema calorías para calentarla. Un gasto calórico tan bajo que apenas resulta relevante”. De hecho, la temperatura ideal para hidratarnos está entre los 10 y los 22 ºC, según el American College of Sports Medicine. “Valores inferiores a 10ºC ralentizan la absorción de la bebida. Cuanto más superan los 20ºC son menos apetecibles y corremos el riesgo de no beber lo suficiente”, advierte Laura Esquius de la Zarza, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud y directora académica del posgrado de Nutrición, Rendimiento Deportivo y Salud en la Universitat Oberta de Catalunya

Para lo que sí sirve un vaso de agua caliente es para templar el cuerpo. Incluso para hacerte sudar. Lo que nos remite a la creencia de que, si a la sauna se va a sudar para eliminar toxinas, un poco de sofoco y sudor de buena mañana tendrá también un poder detoxificante. De nuevo, malas noticias. Los cambios de temperatura de la sauna le van de perlas al sistema circulatorio, pero por mucho que transpiremos apenas eliminamos toxinas. En cambio, sí muchos electrolitos necesarios para el cuerpo, como el sodio. Así de contundente lo explicaban científicos canadienses en un artículo de 2017 en Environment International.

No es que no excretemos toxinas a través de los poros, sino que su cantidad es prácticamente anecdótica y solo sirve para arrancar la mañana sudando como un pollo. “De eliminar toxinas se encargan el hígado y los riñones. Hay que cuidarlos con una dieta saludable y ellos solitos ya se encargan de toda la limpieza del cuerpo. Por cierto, tampoco hace falta beber los famosos zumos détox. Si te gustan, tómatelos, pero no vas a eliminar más toxinas por tomarte un zumo verde”, declara la dietista-nutricionista Virginia Gómez, más conocida como Dietista Enfurecida (@dietistaenfurecida https://www.instagram.com/dietistaenfurecida/ ).

Los dermatólogos tampoco son muy amigos del agua caliente. Ni para lavarse ni para beber. La limpieza facial con agua muy por encima de los 30ºC exacerba las rojeces y dilata las venitas. Algo similar sucede con las bebidas calientes, desde una sopa a un café y, por supuesto, un vaso de agua subido de grados. Producen un aumento súbito de la temperatura que se traduce en enrojecimiento, sobre todo, en la zona de las mejillas. Y sudor. Bien es verdad que es transitorio, pero no conseguimos nada más”, apunta el doctor Carlos Morales-Raya, dermatólogo en el Grupo Pedro Jaén. “Lo que sí sabemos es que el agua caliente activar el peristaltismo (los movimientos del tubo intestinal). O sea, que acelera la digestión, favorece el tránsito intestinal y puede que vayas con más facilidad al baño. Pero asociar eso a estar más guapa, la verdad, no lo veo”.

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