Por qué la vitamina A es la estrella absoluta del neceser
Los retinoides se renuevan con fórmulas más tolerantes con las pieles sensibles, propuestas veganas o adaptadas a zonas delicadas del rostro.
La vitamina A y sus derivados, los retinoides, presumen de estar entre los activos cosméticos favoritos de industria y consumidores. Sus resultados, avalados por aplastante evidencia científica, son tan conocidos como sus posibles efectos secundarios. Afortunadamente para las pieles más sensibles, las nuevas fórmulas se focalizan en ellas. ...
La vitamina A y sus derivados, los retinoides, presumen de estar entre los activos cosméticos favoritos de industria y consumidores. Sus resultados, avalados por aplastante evidencia científica, son tan conocidos como sus posibles efectos secundarios. Afortunadamente para las pieles más sensibles, las nuevas fórmulas se focalizan en ellas. “Los retinoides”, dice la doctora Mariana Díaz, especialista en medicina estética y dermatología, “son moléculas derivadas de la vitamina A y tienen su misma función biológica. En dermatología se utilizan en el fotoenvejecimiento, para el tratamiento de manchas, acné y otras patologías gracias a su acción renovadora en las capas superficiales de la piel”. Aceleran procesos que se ralentizan con los años: estimulan la producción de colágeno, aumentan la renovación celular, además de disminuir la producción de melanina y generar un efecto regulador del sebo.
El mito de la numerología
Aunque aumentan los clientes que entienden de principios activos, “la palabra ‘retinol’ sigue causando respeto (por no decir miedo) a algunas personas”, comparte Eduardo Senante, farmacéutico de la farmacia Senante (Miguel de Cervantes 3, Zaragoza), “así que buscan nuestro consejo a la hora de iniciar una retinización”. Mejor pedir ayuda a un profesional que guiarse por los porcentajes de los cosméticos. “En ocasiones el consumidor se deja llevar por las tendencias”, advierte Raquel González, socia fundadora de la distribuidora de cosmética nicho Pure SkinCare Cosmecéutica, “en el caso de la vitamina A no siempre es necesario recurrir a concentraciones altas, no van a ser más eficaces ni más rápidas en los resultados”. Antes de empezar conviene preguntarse qué se busca, cuáles son las preocupaciones y en qué condición está la piel. También, para evitar irritaciones, no renunciar al proceso de retinización, que no es otra cosa que comenzar poco a poco e incrementar el uso según tolerancia: un par de noches a la semana al principio, después en días alternos y, a partir del mes, terminar aplicando a diario.
Sin herir sensibilidades
Que una piel delicada no pueda usar vitamina A ya es un mito, dice González: “El avance en la formulación logra crear productos cada vez más estabilizados, con sistemas encapsulados y de liberación controlada para conseguir que sean más eficientes y menos irritantes. Además, muchos van acompañados de otros principios activos para equilibrar y calmar el tejido, como ácido hialurónico, glicerina, vitamina E, vitamina C o escualano”. Por orden de potencia en la familia de los retinoides tenemos ácido retinoico (o tretinoína), retinal (o retinaldehído) y retinol, pero hoy ya es posible encontrar hasta formulaciones con retinal aptas para todos los públicos. “Se ha demostrado que es 2,8 veces más biológicamente activo que el retinol, y es la única forma de vitamina A que tiene propiedades antibacterianas directas, lo que ayuda a atacar las bacterias que causan las imperfecciones”.
Auge de lo verde, naturalmente
Se multiplican las propuestas que tiran del reclamo verde. Tanto en cuanto a ingredientes (con ejemplos de cremas veganas, sin compuestos de origen animal ni productos generados por ellos) como en cuanto a fórmulas. Aquí el rey es el bakuchiol, al que se corona como ‘el retinol de origen natural’. En realidad no son sinónimos, advierte González: “Molecularmente no tiene ningún parecido con el retinol, pero sí se ha descubierto que proporciona resultados similares en la estimulación del colágeno y en el rejuvenecimiento de la piel”. Es un elemento menos agresivo, muy compatible con pieles sensibles, pero “si el bakuchiol fuera igual que un retinol nadie pasaría por la a veces molesta retinización”, añade Senante.