¿Contaminación ambiental? Así neutralizas los malos humos
La polución y el sol crean radicales libres que envejecen. Hacen falta buenos antioxidantes. Y todos están en Douglas.
Esa boina negra que cubre las ciudades no solo afecta a las vías respiratorias. El smog, neologismo resultante de mezclar smoke (humo) y fog (niebla) genera radicales libres, una de las principales causas del envejecimiento prematuro en las sociedades industrializadas. Ese vapor ponzoñoso lleva micropartículas de metales pesados producto de la combustión de industrias, calderas y motores de explosión. Pueden llegar a ser tan pequeñas – granos de menos de 2,5 micras de diámetro – que penetran sin dificultad hasta las capas más profundas de la piel. En esas latitudes deterioran las func...
Esa boina negra que cubre las ciudades no solo afecta a las vías respiratorias. El smog, neologismo resultante de mezclar smoke (humo) y fog (niebla) genera radicales libres, una de las principales causas del envejecimiento prematuro en las sociedades industrializadas. Ese vapor ponzoñoso lleva micropartículas de metales pesados producto de la combustión de industrias, calderas y motores de explosión. Pueden llegar a ser tan pequeñas – granos de menos de 2,5 micras de diámetro – que penetran sin dificultad hasta las capas más profundas de la piel. En esas latitudes deterioran las funciones celulares de la dermis, entorpecen la renovación y la hacen parecer más anciana de lo que señala el DNI.
Por si fuera poco, la combinación de estas partículas que flotan en el aire con la luz solar produce ozono. Este gas al entrar en contacto con la piel crea radicales libres. Estos átomos con un electrón de menos tienen una especial manía por ‘robárselo’ al primero que pillan. Eso es la oxidación. En el caso de la piel, la víctima es el colágeno. Al oxidarse, pierde elasticidad, aparecen arrugas, manchas… Nuestro propio estrés también genera radicales libres con efectos similares a los de la contaminación. Para contrarrestar la acción de esos radicales sobre la piel lo mejor es actuar localmente cosméticos con antioxidantes (vitamina C, polifenoles, vitamina E, coenzima Q10…).
¿Y si, de pronto, el aire fuera puro y cristalino? Respiraríamos mejor, pero los rayos de sol seguirían generando por sí solos radicales libres. Que no cunda el pánico: para eso están las hidratantes diarias con filtro solar y antioxidantes.
Un gesto sencillo en nuestra rutina facial que nos va a ahorrar el disgusto de acabar con un rostro envejecido antes de tiempo.