Cómo la pandemia cambió por completo nuestra relación con las canas
Un reciente estudio apunta esa posibilidad, aunque los expertos en cabello creen que se trata más bien de una relajación en las citas mensuales con nuestro colorista.
Para bien o para mal, la pandemia nos ha hecho reencontrarnos con nuestro cabello. Primero fue reconciliarnos con nuestras melenas onduladas. Ahora le toca el turno a las canas. Ya no es lo mal que lo pasamos durante el confinamiento intentando cubrirlas sin la mano de un profesional. ¿Y si el estrés de esta pandemia hubiera acelerado el proceso de encanecimiento natural? Una hipótesis que justificaría el que ahora nos veamos m...
Para bien o para mal, la pandemia nos ha hecho reencontrarnos con nuestro cabello. Primero fue reconciliarnos con nuestras melenas onduladas. Ahora le toca el turno a las canas. Ya no es lo mal que lo pasamos durante el confinamiento intentando cubrirlas sin la mano de un profesional. ¿Y si el estrés de esta pandemia hubiera acelerado el proceso de encanecimiento natural? Una hipótesis que justificaría el que ahora nos veamos más canas que hace un año.
No es estrés, es tomárselo con calma
Todo este jaleo con las canas y la pandemia viene como respuesta a un inquietante estudio llevado a cabo en ratones por expertos en biología celular y dermatólogos de la Universidad de Harvard (Massachussets). Los animales eran sometidos de forma controlada a cierto nivel de estrés y, como respuesta, el pelaje se volvía más gris. Y hasta ahí, porque la primera regla de la ciencia es que un estudio en ratones puede dar indicios, pero en ningún caso aplica a humanos.
De hecho, ni siquiera el proceso de formación de las canas queda completamente claro. “La melanogénesis o síntesis de pigmento del pelo es un proceso extremadamente complejo y que aún hoy en día presenta múltiples interrogantes. Recientemente se ha publicado un artículo muy interesante relacionando canicie y estrés en ratones, pero no hay suficiente evidencia de esta relación en humanos”, explica el doctor Daniel Ortega, dermatólogo especialista en Tricología de la Unidad de Tricología y Trasplante Capilar del Grupo Pedro Jaén. “Tampoco hay ninguna investigación que haya relacionado el estrés de la pandemia con un aumento de canas en la población”.
La ciencia no justifica que nos salgan más canas ni que lo hagan más rápido. Tal vez sea todo lo contrario: que hemos aprendido a convivir con ellas. Puede que las restricciones en aforos compliquen un poco las citas para el tinte en la peluquería dando tiempo a que las canas asomen antes de ser cubiertas. O que con el teletrabajo hayamos relajado el nivel de agobio ante los pelos blancos.
No aparecen de pronto, pero tampoco se van
Las canas puedan tardar más o menos en aparecer, pero cuando lo hacen es para quedarse. Incluso si llegara a probarse que las nuevas canas son fruto del estrés de la pandemia, aunque recuperamos la tranquilidad y volvamos a nuestra vida de antes, esos pelos no volverán a ser lustrosos cabellos con color. “Las canas se deben en última instancia a una disminución de la melanina en el tallo piloso. Lo habitual es que sea un proceso lento y progresivo y que los melanocitos perdidos no se recuperen”, declara el doctor Ortega.
Que sea lento contradice la leyenda acerca del encanecimiento súbito de María Antonieta. La reina francesa habría sufrido una alopecia anómala y acelerada de los cabellos pigmentados al olerse que, tras la Revolución Francesa y la cárcel, vendría la guillotina. Es decir, en pocos días se le habrían caído los mechones de su color, pero no los cabellos canosos. “Hay mucha controversia en torno a que pelo de pronto se vuelve blanco tras un acontecimiento estresante. En la literatura dermatológica clásica de siglos pasados se han descrito numerosos casos de personajes ilustres con este fenómeno. Sin embargo, en la dermatología moderna de los últimos 70 años la evidencia es anecdótica y la pérdida del pelo pigmentado nunca es tan rápida, lo que hace pensar que hay más de mito que de realidad”, relata el doctor Ortega.
Los historiadores recuerdan que en aquellas épocas reyes y nobles llevaban pelucas. Es muy posible que la esposa de Luis XVI, a la que los franceses no tenían mucho afecto, llegara a su mazmorra en la Conciergerie de París sin peluca y con lo puesto. Vamos, que las canas no brotaron, solo salieron al exterior.
Cabello blanco, ¿aceptar o cubrir?
Que hoy sea un proceso irreversible no significa que la ciencia no investigue en tratamientos para revertirlo. De hecho, hay lociones y hasta fármacos que prometen devolver el color a los pelos blancos. “Pero aún no hay un tratamiento aprobado, seguro y eficaz para revertir las canas. Hay casos descritos de repigmentación con fármacos como el acitretino o fármacos nuevos anticancerosos (anti-PD-1 y anti-PD-L1), pero son anecdóticos y los beneficios del tratamiento no superan los riesgos”, sentencia el doctor Ortega.
Entretanto, en los últimos meses hemos empezado a ver a famosas que no ocultan sus canas: Katie Holmes, Jessica Biel, Gwyneth Palthrow o la reina Letizia son algunas de las mujeres en torno a los 40 años que se dejan ver con alguna que otra cana. Las revistas de tendencias apuntan a una nueva moda que podría definirse como ‘la cana es bella’: pasar del estrés por que nos salga un pelo blanco a llevarlo con naturalidad. “Llevarlas puede ser el resultado de la decisión de aceptar que envejecemos, que el tiempo pasa por nosotros y lo abrazamos tal y como es. Sin embargo, también puede deberse a no querer acudir tan frecuentemente a la peluquería para mantener el color y la raíz. Y ambas opciones son igual de respetables”, afirma M.ª José Llata de Peluquería Llata Carrera desde Santa Cruz de Bezana (Cantabria).
Jennifer Lopez reconoce que las primeras canas asomaron a los 23 años. Desde entonces, se retoca cada dos semanas. Se plantea dejar de hacerlo, pero no se atreve a dar el paso. No es la única a la que le ha pasado. “No es muy frecuente, pero hay chicas que con veintitantos ya presentan canas. Lo normal es colorear porque las canas se asocian a vejez y ellas rechazan una imagen con la que no se identifican”, asegura Charo García, de Ilitia Beauty & Science desde Balmaseda (Bizkaia). “No hay que perder de vista que las canas no le sientan bien a todo el mundo, como sucede con cualquier otro tono del cabello o un corte”, matiza Rafael Bueno, de Rafael Bueno Peluqueros desde Málaga.
Las canas también requieren mantenimiento
Dejarse las canas pensando que así nos libramos de la esclavitud del tinte es una verdad a medias. De acuerdo que podemos espaciar las vistas a la peluquería, pero hay que seguir cuidando el corte. Incluso el color y textura de las propias canas. “Es fundamental para que nos sienten bien y no aparentar dejadez. Sin olvidar que el pelo blanco necesita unos cuidados específicos porque tiende a amarillear y a estar encrespado”, declara Felicitas Ordás de Felicitas Hair desde Mataró (Barcelona).
Por si fuera poco, las canas pueden tardar años en llegar a cubrir toda la melena. A sus 74 años la actriz Susan Sarandon se queja de que le salen canas aquí y allá, pero no llegan a formar una cabellera 100% blanca. Una canicie irregular que no le gusta en absoluto, por eso sigue llevando el pelo teñido. Una opción cuando los cabellos blancos ganan por goleada– Helen Mirren, Jamie Lee Curtis, Glenn Close – es teñir todo el pelo de blanco nieve. “Al aplicar color potencian el aspecto de las canas y logran un color más bonito y homogéneo”, sostiene Raquel Saiz, de Salón Blue by Raquel Saiz desde Torrelavega (Cantabria). El cambio es radical y valiente. Y, como todos los tintes, si no termina de convencer, siempre queda la vuelta atrás.