Patricia Horrillo, de Wikiesfera: “Ya hace tres años que Cristina Fallarás me dijo: ‘Deberíamos irnos todas de Twitter’”

Una de las mayores expertas en Wikipedia y brecha de género digital de España habla sobre su trayectoria, su experiencia en redes y el futuro de Internet

Patricia Horrillo en la librería La Fabulosa, en Madrid.Álvaro García

Si usted quiere enterarse de quién es una de las mayores expertas de Wikipedia de España, no consulte la propia Wikipedia: Patricia Horrillo (Madrid, 47 años) se resiste a dejar que su equipo le cree una entrada en la enciclopedia online porque cree que aún no lo amerita. “Es que aún no he publicado ningún libro”. Como si los diez años que lleva luchando para combatir la brecha de género en este espacio participativo, enseñando a mujeres a crear y escribir entradas y siendo la cabeza visible de Wikiesfera, la comunidad de editoras feministas más grande del país, no fuese suficiente. Pero es que no es solo eso: Horrillo es una activista periodista experta en redes sociales. Y como tal, lo tiene claro. “Hay que irse de Twitter”.

Pregunta. ¿Cree que la famosa máxima “todos los medios de comunicación recopilan datos” es válida?

Respuesta. Todos hemos estado nutriendo de contenidos redes sociales y lo seguimos haciendo. La cuestión, yo creo, es que se viene una nueva ola. La experiencia que hemos tenido con la manipulación de la opinión pública a través de las redes sociales lo va a cambiar todo. No creo que la gente joven esté entrando a las redes sociales como nosotras hace diez años.

P. ¿Qué cree que ha cambiado?

R. Nosotras empezamos a usar Twitter sin saber qué estábamos haciendo. Ni sus creadores lo sabían. Algo que aparentemente era frívolo de repente se convierte en una herramienta de comunicación muy potente, capaz de generar movimientos sociales. Transformó nuestra comprensión de los medios de comunicación hasta ese momento. La gente más joven ahora entra en una red social para ver gatitos, a sus influencers o para pasárselo bien pero no para explorar cómo comunicarse con otras personas. No creo que estén para conocer a gente ni para interactuar con gente de una forma tan genuina como lo hicimos nosotras.

P. ¿Es verdad que irse de las redes es un privilegio?

R. Sí. Hace tres años Cristina Fallarás se fue de Twitter. Sufría un acoso brutal. Yo recuerdo hablarlo con ella, porque nos dijo a muchas: “Deberíamos irnos todas. No deberíamos permitir que esto se normalizara”. Y estoy totalmente de acuerdo con ella pero recuerdo que le dije: “No puedo irme de Twitter, porque es el espacio que yo tengo para contar lo que hago, para poder conectar con la gente”. Eso ha cambiado mucho. Desde que el algoritmo directamente fomenta a la gente que paga, no existes.

P. Pero cuando se habla de redes se omite mucho el hecho de que somos como una generación de gente que ha aprendido a construir su identidad a través ellas. Renunciar a eso es casi como renunciar a una parte de uno mismo

R. Yo claro que he construido mi perfil como una persona dentro de una red social en la que lo que yo decía en relación a lo que estaba ocurriendo, por ejemplo, en las calles, tenía una incidencia porque la gente estaba viendo eso por mí y no por un medio de comunicación tradicional. Pero para mí eso ha cambiado mucho con el paso del tiempo. Ahora tengo 47 años, estoy muy metida en un proyecto como es el de Wikiesfera y ni tengo tiempo ni tengo ganas de seguir proyectando o ejerciendo ese tipo de influencia.

P. ¿Hasta qué punto esa presencia de la identidad y del ego tiene también relación con la polarización?

R. El narcisismo estaba ya ahí hace diez años y no había este nivel de polarización. A mí me ponías un paño e iba a por él. Discutía muchísimo en redes y creo que más que por el narcisismo, es por una cuestión tóxica de necesitar la confrontación que también engancha. Y hubo un momento en el que me di cuenta de que tenía un problema porque a veces me tiraba hasta las cuatro de la mañana discutiendo con merluzos.

P. ¿La violencia de las redes nos salva de alguna forma de la violencia real?

R. A lo mejor no sales a la calle y pegas a alguien, pero vives con una agresividad que es absurda y cien por cien tóxica. Cuando me di cuenta de eso tomé distancia.

P. ¿Qué podemos hacer a nivel individual como ciudadanos, como usuarios, para combatir el tecnofeudalismo?

R. A mí una de las cosas que más pena me da es darme cuenta de la distancia entre lo que imaginábamos que iba a ser internet y en qué se ha convertido. Por eso yo me resguardo en Wikipedia. Siento que es el último bastión junto con Archive.org de una red que se ha convertido en su peor augurio. Un lugar cerrado con empresas horrorosas, con señores como Elon Musk y Mark Zuckerberg. Es tétrico. Y, ¿qué pasa? Que el otro espacio no está conquistado por la mayoría, porque nunca ha interesado esa conquista. Y eso es lo que yo intento por todos los medios cuando defiendo Wikipedia: el espacio abierto y colaborativo. Y lo voy a seguir defendiendo hasta que no pueda más. Hay que exigir a los estados, a este Gobierno, que legislen y que las empresas no puedan hacer lo que les dé la gana. No hace falta investigar más, ya se ha visto lo que ha pasado. Pero hay un desconocimiento tan grande de la tecnología por parte tanto de los gobiernos como de la ciudadanía que me parece casi imposible…

P. Además, genera muchas burlas. La última vez que Yolanda Díaz sacó a la palestra el tema de los algoritmos se reían de ella…

R. Pero bueno, ahora pasa con internet, pero esto ha ocurrido exactamente igual en el mundo tangible. Al final los ciudadanos vamos muy por detrás del capitalismo, que va por delante con los caballos más potentes y los gobiernos se quedan en una posición de contención de lo que se puede controlar, que es muy poquito. Y la ciudadanía está con los ojos como a los conejos a los que les dan luces largas. Eso que se dice de que existen los nativos digitales, esa expresión, me parece terrorífica porque es falsa: nos hace creer que una generación que ha nacido con una forma formación en Internet venida de fábrica y es absolutamente falso.

P. Porque además todo lo digital parece que entra en el terreno de lo mágico…

R. Yo veo que cuando empiezo a enseñar cómo editar Wikipedia explico que es una herramienta exactamente igual que un correo electrónico, pero a la gente le resulta muy difícil apropiarse de la herramienta, porque nadie les he educado en ello.

P. Uno de los fundadores de Wikipedia, ahora enemigo de Jimmy Wales, ha dicho que Wikipedia es un espacio de izquierdas. ¿Le parece incorrecta esa afirmación?

R. Hay más de 300 Wikipedias, una por cada idioma. En el caso de la Wikipedia en inglés creo que es verdad y en español, bastante verdad. Al final somos personas que creemos en el conocimiento libre y eso no es tan propio del mundo liberal. Eso sí, hay gente muy conservadora editando, una cosa no quita la otra.

P. ¿Cuándo ha sido la vez que ha estado más cerca de tirar la toalla y por qué?

R. Hace tres años unas compañeras y yo decidimos pedir una ayuda a la fundación Wikimedia para hacer un proyecto sobre recuperación de la memoria histórica en España, muy ambicioso. Al hacer la solicitud de ayuda, como todo es abierto, en la página de discusión empezaron a atacarnos por querer hacer este proyecto. No eran insultos, pero eran insultantes. El primero decía: “¿Por qué quieres hacer un proyecto de memoria histórica con perspectiva de género, si Pilar Primo de Rivera era una mujer?”. Cuando tú te encuentras eso firmado por gente que está editando Wikipedia y que sabe el trabajo que llevas haciendo tantos años te da muchísima pena.

P. ¿Y está contenta de no haberlo hecho?

R. Sí, porque también tienes la contrapartida. De gente que te apoya, que dice que lo que estás haciendo es fantástico, que viene a las actividades y al terminar te dice lo bien que se lo ha pasado y que quiere seguir editando. Pero sí estoy en un momento en el que necesito que haya más gente para poder hacerme a un lado.

Sobre la firma

Más información

Archivado En