El ‘efecto Forer’, el motivo por el que muchas personas creen en el tarot
Conocido también como “la falacia de validación personal”, explica por qué hay quienes creen que descripciones vagas y genéricas se adaptan de forma específica a ellos
El tarot no es solo la última obsesión de la Generación Z (un estudio del Instituto Springtide señala que el 51 % de los encuestados, de entre 13 y 25 años, recurre a las cartas de tarot o a la adivinación), sino que lleva tiempo conquistando al mundo de la moda y el entretenimiento. Christian Dior tenía una tarotista de confianza, madame Delahaye, que fue quien le animó a dejar atrás su trabajo en Lelong para trabajar en solitario, por lo que incluso los más descreídos, si aman la costura, al menos tienen algo que agradecerle a las cartas.
En la actualidad, el interés por el tarot es tal que no es extraño encontrar en eventos de renombre, junto a copas de champán, a una tarotista que echa las cartas a los asistentes que así lo deseen. El embrujo de las cartas ha encontrado además en el espectro digital su mejor escenario. Arlette Hechizos, un gabinete de tarotistas de pago, recaudó en 2021 solo a través de YouTube más de 156.000 euros. En España, Charas Vega es la responsable de @Charcastrology, y desde su cuenta de Instagram relaciona el humor y astrología. Mientras tanto, en las redes sociales los internautas creen que llegan a los perfiles de las cuentas de determinadas tarotistas a causa de una nueva entidad divina: el algoritmo. “Creo que a mi perfil llega a quien necesita llegar. No sé qué hace el algoritmo, pero sí creo que los mensajes llegan a quienes lo necesitan, porque es una especie de subproducto del timeline de esa persona”, explicó la tarotista Amie Bayardellen a Dazed, resumiendo claramente cómo la gente que se engancha a la astrología en redes va buscando respuestas a dramas existenciales en el scroll infinitivo.
El interés por el tarot aumenta siempre en tiempo de crisis, algo que no ha dudado en resaltar WGSN, empresa especializada en pronósticos de cambios. “En un momento en que las personas se sienten abrumadas e inseguras sobre el mundo que las rodea, el marketing que involucra la astrología o la espiritualidad puede ayudarlas a comprenderse rápidamente a sí mismas”, explican.
Pero no es solo la incertidumbre el motivo por el que muchas personas creen en el tarot y en el horóscopo, sino el efecto Forer, que se basa en el estudio que realizó el psicólogo Bertram Forer tras entregar a sus estudiantes descripciones idénticas para realizar un test de personalidad. Aunque los textos descriptivos eran iguales, todos los alumnos las calificaron como enormemente precisas para sí mismos, por lo que el efecto se centra en que las descripciones, pese a ser vagas y generales, son altamente precisas para algunas personas. Según explica Consuelo Tomás, psicóloga, directora y fundadora del lnstituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones no Tóxicas, “este efecto se centra en tres características: la vaguedad (las descripciones que se llevan a cabo son tan generales que pueden emplearse para muchas personas), la universalidad (habitualmente, se centran en comentarios o afirmaciones altamente positivas y deseable, lo que facilita la aceptación por parte de las personas) y la validación personal, pues generalmente, las personas buscan información o comentarios que validen sus creencias personales, descartando la información que no lo hace”.
“Es fácil entender que las personas más susceptibles a creer en informaciones vagas y generales, basadas en contenidos positivos que les hacen sentir bien sin replantearse la necesidad de confrontar o examinar puntos alternativos en relación a las creencias de lo que les sucede, buscan en los tarotistas explicaciones o interpretaciones acerca de sí mismas, su entorno o de las decisiones a tomar”, señala.
Por su parte, Ana Lorente, coach laboral y astróloga, fundadora de la agencia de marketing, astrología y coaching empresarial Muy Ciela, confiesa que muchos de sus consultantes y seguidores en redes siempre hacen los mismos comentarios. “Lo habitual es que me digan cosas como “¡parece que lo has escrito para mí!” o “¡siento que lees mi mente!”, y es entonces cuando me pregunto si, en realidad, las personas no somos tan diferentes y si todas tenemos las mismas inquietudes, problemas y aspiraciones. Creo que como en cualquier otro trabajo donde estemos al servicio del resto, debemos estar atentos al lenguaje corporal o predisposición de la otra persona. No todo el mundo está en el mismo punto de salida, y tanto en el tarot como con la astrología, trabajamos con luces y sombras. Lo segundo es algo que no todo el mundo está dispuesto a afrontar de primeras”, advierte.
Quién es más propenso a creer
Consuelo Tomás señala que entran en juego aspectos familiares y socio ambientales en relación al efecto Forer y al tarot. “Es más fácil creer en el tarot si en la propia familia o cultura se comparten estas creencias o si se ve cómo el resto de la familia consulta a tarotistas, normalizando, aceptando y ‘copiando’ de forma natural el uso de tarot. También en aquellas sociedades o comunidades en las que para ser integrado, se deben cumplir determinados roles o estereotipos para ser aceptado y evitar conflictos, es más probable que las cualidades y formas de actuar sustentadas y adoctrinadas por esos grupos, se reconozcan como propias”, asegura. “A lo largo de nuestra vida, la mayor parte de personas pasarán por determinados eventos vitales como el enamoramiento, alguna ruptura de pareja, búsqueda de empleo, problemas con alguna persona, etc. Todo ello, genera incertidumbre, y algunas personas, para resolver conflictos, tranquilizarse o sentirse seguras en sus decisiones y con ellas mismas, recurren a tarotistas, que les proporcionan afirmaciones gratas sobre su persona con comentarios tan generales que podrían servir a cualquier persona. Sin embargo, las personas más propensas al efecto Forer, al margen de sus creencias, las hacen suyas, porque les dota de seguridad y les hacen sentir bien con ellas mismas, reduciendo cualquier discrepancia que les pueda perturbar o poner en entredicho cómo son en realidad”, asegura Consuelo Tomás.
Tarot y psicología: ¿aliados o enemigos?
Jessa Crispin, autora de El tarot creativo: una guía moderna para una vida inspirada (Alpha Decay), aseguró a S Moda estar convencida de que el esnobismo que cree que hay frente al tarot y la astrología se debe esencialmente a que quienes lo suelen practicar y llevar a cabo son mujeres. En su libro critica que quien lee la mano va le dirá a quien consulta lo que quiere oír, y pese a ello, plantea el tarot como una introspección psicológica. “En realidad, tan solo es un punto de partida de meditación. Enseña cómo prestar atención. Tenemos demasiado ruido en nuestra vida y es fácil perderse y no saber dónde centrarse. Tener esa especie de pista diaria que nos pueda ayudar a centrarnos es algo útil”, comentaba.
Por ello, la tarotista Flor Bertolini quiere destacar que tanto el tarot como la astrología son terapias basadas en creencias y en teorías no comprobadas por la ciencia, algo que considera es precisamente lo que a la gente le gusta. “Poder confiar y/o creer en algo que del todo no está comprobado, así como elegir creer y tener fe, es atrayente. La realidad es que no podemos adjudicar tan fácilmente la psicología al tarot, porque no todos los tarotistas son psicólogos. Por ende, sería una “mala praxis” decir que aplicamos psicología. En cambio, hablamos más de lo emocional, energético y sentimental del consultante. Las cartas tienen un significado que está escrito en todos los libros de tarot, y los que los interpretamos, le añadimos un toque de nuestra esencia y experiencia de conectar y comunicar ciertos mensajes”, aclara.
El psicólogo Ramón Nogueras, autor de Por qué creemos en mierdas: Cómo nos engañamos a nosotros mismos (Kailas), asegura que en las lecturas del tarot entra en juego la denominada lectura en frío, que consiste en ajustar las predicciones en base a las respuestas de quien consulta, que sin ser consciente de ello, va guiando al tarotista para que las afirmaciones, al comienzo vagas, se afinen y ajusten. Bertolini no está de acuerdo: “Por supuesto, se aplica la interpretación del lenguaje corporal del otro, pero para entender cómo está absorbiendo dicha información y no generar una mala sensación en la sesión”, señala.