1968, el año que cambió ‘Mad Men’ (y el resto del mundo)

La sexta temporada de la serie transcurre en 1968. Doce meses que no sólo cambiaron la política y la sociedad, también la estética.

Cordon Press

Happy new year. Con estas tres palabras finaliza el primer capítulo de la recién estrenada sexta temporada de Mad Men. Es el primer día de 1968, un año que cambió al mundo en general y a los Estados Unidos en particular. Un año marcado por el recrudecimiento de la guerra de Vietnam, el asesinato de Martin Luther King y Robert Kennedy, las protestas estudiantiles, las incontables marchas por los derechos civiles o el auge del movimiento hippie, entre muchos, muchos otros acontecimientos históricos. Un año con el que la serie de Matthew Wein...

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Happy new year. Con estas tres palabras finaliza el primer capítulo de la recién estrenada sexta temporada de Mad Men. Es el primer día de 1968, un año que cambió al mundo en general y a los Estados Unidos en particular. Un año marcado por el recrudecimiento de la guerra de Vietnam, el asesinato de Martin Luther King y Robert Kennedy, las protestas estudiantiles, las incontables marchas por los derechos civiles o el auge del movimiento hippie, entre muchos, muchos otros acontecimientos históricos. Un año con el que la serie de Matthew Weiner, eternamente alabada por su rigor histórico, podrá desplegar muchas de las armas dramáticas y estéticas que la han convertido en un objeto de culto. 1968 se colará en las vidas de sus protagonistas, desencadenará tramas y, sobre todo, supondrá un cambio estético importante en cada personaje, incluso en los más conservadores.

Porque en aquel año no surge ningún estilo ni ninguna prenda concreta, pero los hechos sociales y culturales logran que ciertas creaciones de la década lleguen por fin a todo el mundo. La minifalda deja tantas piernas al descubierto que su creadora, Mary Quant, empieza a considerarla una prenda aburrida. Twiggy levanta pasiones entre los americanos, la prensa da cuenta de todos sus movimientos y las lectoras copian sin parar el look mod de la reina del Swinging London.

Marisa Berenson copa las portadas de un Vogue USA dirigido por Diana Vreeland y pone de moda los maxivestidos estampados. Es el tiempo de la popularización de los pantalones femeninos, de las primeras saharianas, de las americanas estampadas, los polos y los complementos grandes. El año en que el prèt-à-porter mata definitivamente a la Costura.

Marisa Berenson y Twiggy, las modelos protagonistas del 68.

Getty

Una época en la que conviven tendencias, prendas e iconos de estilo tan dispares que, si ya nos fascinaba el modo en que el vestuario hablaba del personaje, en esta temporada de Mad Men probablemente podremos decir aquello de que el hábito hace al monje.

La diseñadora de vestuario, Janie Bryant, declaraba hace pocos días al Hollywood Reporter que Megan “parece sacada de una revista de moda de la época". Si tenemos en cuenta sus palabras, nos hartaremos de verla con pantalones estampados, siluetas trapecio y materiales plásticos. Y es que en el ’68 la carrera espacial se acelera, se estrenan Barbarella y 2001: una odisea en el espacio, sale al mercado la mejor literatura de ciencia ficción y la moda futurista propuesta por Cardin, Courreges y Rabanne años atrás puebla las páginas de las revistas de moda. Así que es bastante posible que esta fashion victim nos deleite con prendas basadas en la geometría, en una utópica visión del futuro mezclada con los últimos coletazos del movimiento mod y en la unión de terciopelos, colores fuertes, pieles y fibras sintéticas.

El icónico pillbox hat popularizado por Jackie Kennedy dará paso a sombreros más grandes y estrambóticos. Los pañuelos se alargarán y los pendientes triplicarán sus dimensiones. El largo a media pierna será indicio de conservadurismo y resistencia al cambio, mientras la mayor parte de los personajes femeninos más jóvenes se debatirán entre la minifalda durante el día y las túnicas estampadas de firmas como Pucci, Lilly Pulitzer o Hanae Mori para sus incontables cenas. Los cuerpos rechazarán los tea dresses, el new look y cualquier prenda ajustada o ceñida a la cintura porque en las tiendas triunfarán los cortes en forma de A y las formas anchas y fluídas. Incluso Joan tendrá que hacer alguna pequeña concesión y modernizar sus faldas de tubo.

‘Barbarella’ recuperaría la moda espacial, Streisand sería la chica Oscar del año y el peinado de Mia Farrow en ‘La semilla del diablo’ se convertiría en icónico.

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Jackie Kennedy se convertirá en Jackie Onassis, pero seguirá siendo el espejo en el que se miran las amas de casa de clase media-alta. Por eso Betty tendrá un nuevo armario inspirado en las creaciones de Valentino, el por entonces héroe de princesas o primeras damas, y aparcará los colores pastel para envolverse en rígidos abrigos de tweed, chaquetas de cuadros, estampados florales, vestidos de seda y adornos con pedrería.

Es bastante posible que las actrices secundarias más transgresoras nos sorprendan con el pelo a lo garçon que luce Mia Farrow en La semilla del diablo, estrenada entonces. Como también lo es que en el año que Valerie Solanas dispara contra Andy Warhol y se permite a las mujeres estudiar en Yale, el feminismo que siempre estuvo implícito en la serie salga por fin a la superficie y se demuestre en pantalones, chaquetas o en esa progresiva masculinización del vestuario que pudo verse en la época.

Y aunque Don Draper siga escondiéndose en su pulcro traje negro, en la oficina muchos dejarán al descubierto su personalidad con las primeras americanas de doble botonadura, las primeras chaquetas combinadas con pantalones de otro color o incluso los primeros cuellos Mao. A algunos les crecerán las patillas, otros se dejarán crecer el pelo y es posible que los más creativos ensanchen los cinturones y la pernera de sus pantalones.

No obstante, aunque sea el año del White Album de los Beatles, de las sentadas estudiantiles, de la mitificación de Jimi Hendrix y de la popularización de la psicodelia, ni Nueva York es San Francisco, ni Mad Men es una serie simplista. Su rigor histórico y estético viene precisamente de no dar por sentado ciertos estereotipos y descubrirnos los matices de cada período en el que transcurre. Por eso habrá hippies, pero no demasiados. Como habrá prendas y personajes inspirados por lo étnico y el folklore africano, pero probablemente tampoco poblarán la pantalla.

Mad Men no es una serie histórica, sino una serie enmarcada en un periodo concreto en la que el vestuario se utiliza magistralmente para hablar tanto de la época como del carácter de cada personaje. Por eso 1968 será el año de Mad Men, al menos estéticamente hablando.

También fue un año clave para Andy Warhol: Valerie Solanas dispararía contra él.

Getty

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