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Las diez cosas que los expertos en medicina estética nunca se harían

Cuatro especialistas consultados por EL PAÍS alertan sobre los cambios radicales en el rostro, los tratamientos vendidos por comerciales y los centros no certificados

Casi la mitad de los españoles se sometieron a una operación de medicina estética el año pasado. Así lo indica la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), que destaca que el 65% de los tratamientos médico-estéticos son realizados por profesionales no cualificados. EL PAÍS ha consultado a cuatro expertos en medicina estética para que revelen los tratamientos y prácticas a los que jamás se someterían: desde modas virales como los ‘russian lips’ o las ‘fiestas del bótox’ hasta procedimientos en centros clandestinos.

Tratamientos que cambian radicalmente el rostro

Sergio Fernández, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), no se haría nada que le “transformara”: “Huiría de los grandes volúmenes o de cualquier procedimiento que cambiara mi aspecto de manera trascendental”. Para él, resulta fundamental reconocerse ante el espejo. “Si nuestra imagen se altera demasiado, también se altera nuestra esencia”, afirma. También son desaconsejables los tratamientos que intentan imitar el efecto de un filtro de redes sociales o reproducir los rasgos de un famoso, según Beatriz Moralejo, experta en medicina estética, cirugía estética maxilofacial y divulgadora de Croma: “La cirugía plástica facial y la medicina estética deben realzar la belleza individual y no unificar los rostros”.

Para Inmaculada Mourelle González-Redondo, anestesista experta en medicina estética en la clínica BeautyYou, es crucial saber discernir cuando un paciente presenta una dismorfofobia (un trastorno por el que se preocupa excesivamente por un defecto leve o imaginario). En estos casos, el médico debe “tener la honradez y la ética de decirle lo que sí y lo que no y no dejarla entrar en una dinámica que termine transformando su aspecto físico”.

Infiltraciones con materiales no reabsorbibles

Mourelle lo tiene claro: jamás se pondría implantes definitivos. Se refiere a los metacrilatos y a los productos no reabsorbibles. “No me lo haría nunca, básicamente, porque la cara sigue un proceso evolutivo de deterioro, de envejecimiento, y el implante queda tal como tú lo pones en ese día. Puede llegar un momento que se convierta en un cuerpo extraño grotesco en la cara o donde lo hayas implantado”.

Es importante que los tratamientos estéticos estén basados en evidencia científica. “Parece algo muy evidente, pero como cirujana recibo a diario pacientes infiltrados en centros no cualificados con materiales irreabsorbibles o biopolímeros”, explica Moralejo. A comienzos de 2025 la Guardia Civil desarticuló una organización criminal que importaba, almacenaba y distribuía medicamentos y productos sanitarios ilegales de medicina estética. En la operación se inspeccionaron 24 clínicas y locales clandestinos de Cádiz, Madrid, Málaga, Córdoba, Sevilla y Alicante. En este contexto, Moralejo subraya la importancia de evitar materiales que pueden causar complicaciones locales y sistémicas, como deformidad de la zona, reacciones a cuerpos extraños, infecciones o dolor.

Los ‘russian lips’ y otras modas pasajeras

Los expertos consultados no se someterían a tratamientos que sigan modas pasajeras. Moralejo menciona los russian lips, una técnica de relleno de labios que utiliza ácido hialurónico: “No solo alteran de forma significativa la anatomía labial, sino que además aumentan el riesgo vascular, dando una forma artificial que se pasará de moda”. Fernández hace referencia a otra moda “un tanto absurda y antiestética”. Consiste en inyectarse ácido hialurónico para simular un engrosamiento del músculo orbicular de los ojos —que los rodea— porque se considera que hace la mirada más sensual.

Mourelle desaconseja los tratamientos que no garantizan un resultado natural. Ella evita aplicar neuromoduladores solo en la frente porque puede provocar que la ceja caiga y el ojo parezca más pequeño. También rechaza los hilos tensores para elevar la cara cuando considera que ese procedimiento no es adecuado para el rostro del paciente y se niega a realizar aumentos excesivos de labios, sobre todo cuando ya son bonitos o cuando más volumen dejaría de ser estético.

Centros médicos no certificados

El 20% de los tratamientos médico-estéticos se realizan en lugares no regulados, como centros sin acreditación, peluquerías o domicilios, según la SEME. “La ley en España es clara: solo un médico debe realizar tratamientos de medicina estética. No hay discusión alguna”, explica Fernández. Desde la SEME advierten que los efectos adversos en tratamientos médico-estéticos han aumentado un 18% debido al incremento del intrusismo. Entre los más graves se encuentran la ceguera, los ictus y las cicatrices permanentes. Un ejemplo de estos riesgos es el caso de una mujer que tuvo que ser ingresada en la UCI tras recibir un tratamiento con bótox ‘pirata’ en un piso de Zaragoza.

Leo Cerrud, experto en medicina estética con clínica en Madrid y Panamá, aconseja comprobar que el profesional que atienda sea doctor mediante algún diploma o título: “Se puede buscar el número de colegiado y verificar que esté inscrito en el Registro Estatal de Profesionales Sanitarios (REPS)”. También es posible buscarlo en el registro central de médicos colegiados del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM).

Del mismo modo, Fernández considera importante que el centro disponga de la unidad asistencial U.48. “Esta unidad regula el ejercicio de la medicina estética. Si el centro no la tiene, huye”, aconseja. Mourelle recomienda preguntar directamente en la clínica si dispone de esta acreditación y solicitar al médico que acredite su titulación. Hacer estas comprobaciones es importante para evitar riesgos. En 2024 dos mujeres que se hacían pasar por sanitarias para realizar tratamientos estéticos ilegales en Madrid fueron detenidas tras ser denunciadas por una víctima que sufrió graves lesiones faciales.

Centros que no preguntan antecedentes ni medicación

Fernández aconseja desconfiar de aquellos centros que proponen tratamientos sin haber realizado previamente una historia médica al paciente. “Si en la evaluación inicial no nos preguntan sobre nuestros antecedentes personales o medicación, se están omitiendo aspectos imprescindibles para hacer un buen tratamiento y minimizar los riesgos”, añade Moralejo. Como destaca Cerrud, un buen médico informa sobre los riesgos, alternativas y resultados posibles de cualquier tratamiento.

Comprar tratamientos a comerciales

El paciente debe huir de las clínicas en las que el tratamiento lo “vende” un comercial. Así lo indica Moralejo, que destaca que un tratamiento de cirugía o medicina estética debe ser diagnosticado y recomendado por un médico, y en ningún caso por un comercial cuyo único incentivo sea el económico. Una buena señal es que el profesional sepa decir “no” a ciertos tratamientos si considera que no están indicados para el paciente. Cerrud también aconseja desconfiar de los precios desorbitados, ofertas, promociones “dos por uno” y tratamientos ligados a varias sesiones “obligatorias”.

Una clínica estética de Coslada desmantelada por la Policía Nacional que ofertaba el bótox y el ácido hialurónico “más baratos” tenía viales caducados y almacenados sin guardar las medidas de seguridad necesarias. “Yo siempre le digo a los pacientes que lo barato sale caro”, cuenta Moralejo. Cuando un tratamiento es mucho más barato en un sitio que en el resto, suele ser por varios motivos: “El centro no cumple los requisitos, el personal no está cualificado y el producto empleado es de baja calidad”.

Tratamientos ‘milagro’ o sin evidencia

Moralejo nunca se sometería a tratamientos ‘milagro’. Defiende que la medicina estética y la cirugía plástica deben basarse en evidencia científica y ética profesional: “Si no, estaríamos tratando a nuestros pacientes no para mejorar su calidad de vida o piel, sino por criterios económicos”. Aconseja no dejarse llevar por el marketing. “La mejor garantía de resultado se encuentra en el especialista y no en lo que vemos en redes sociales”, asegura. Algunos estudios destacan la importancia de que los profesionales hablen con los pacientes para distinguir entre resultados realistas y objetivos inalcanzables.

Empezar tratamientos demasiado joven

La SEME ha registrado un aumento de los jóvenes que se someten a tratamientos estéticos. El 20% de los pacientes tiene entre 16 y 25 años, mientras que los grupos de 25 a 34 y 35 a 45 años representan cada uno el 21%. Finalmente, el 38% corresponde a mayores de 45 años. “A la medicina estética te puedes acercar por dos razones: para eliminar los signos de la edad, a partir de los 35 años aproximadamente, por decir una edad, o para embellecer, a partir de los 18 años”, explica Cerrud. Lo que no se debe hacer nunca, según el experto, es “empezar muy temprano y con un exceso de material”: “Muy pronto y mucho producto puede traer consecuencias no deseadas en el futuro”.

Moralejo considera que cualquier tratamiento de medicina estética inyectable o cirugía plástica facial debe realizarse a partir de los 18 años o cuando el desarrollo facial esté completo. En casos especiales, ha realizado tratamientos a partir de los 16 años si la patología o defecto lo requiere. Eso sí, siempre solicita el permiso por escrito de ambos padres y del paciente y evalúa cuidadosamente su madurez psicológica y sus motivos.

Ver selfies en redes sociales es un factor clave que influye en la decisión de someterse a cirugía estética, según una investigación publicada en la revista científica PLoS One. Los autores señalan que esta influencia se da a través de la comparación con otras personas y la insatisfacción con la propia imagen corporal. Por ello, aconsejan a los padres orientar a las jóvenes para que desarrollen una imagen corporal positiva.

Tratamientos justo antes de un evento

“Aunque todos queremos estar guapos de cara a actos públicos como bodas, bautizos o comuniones, es importante que el paciente entienda que, en la mayoría de los casos, los tratamientos deben realizarse con al menos un mes de antelación”, explica Moralejo. Mourelle explica que, salvo en algunas excepciones, la estabilización del tratamiento suele requerir entre un mes y un mes y medio. “He dejado de hacer tratamientos a personas que lo piden con una semana de antelación porque no da tiempo ni a ver el resultado y puedes estar en pleno proceso de inflamación. En lugar de mejorar, vas a empeorar”, explica.

Acudir a una ‘botox party’

Las botox parties (fiestas del bótox) son reuniones en las que se aplican inyecciones de bótox en domicilios particulares o en centros no certificados. “Son mucho más comunes de lo que pensamos”, comenta Fernández. Moralejo advierte que estas prácticas suponen “un grave riesgo para el paciente, ya que quien realiza el procedimiento no es médico y carece de formación en anatomía, conocimientos médicos generales y preparación para afrontar posibles complicaciones”. Además, si las infiltraciones se realizan fuera de un entorno sanitario, sin cumplir los mínimos estándares de asepsia y en un contexto lúdico donde quien aplica el tratamiento podría estar bajo los efectos de alguna sustancia, el riesgo se convierte en “una auténtica bomba de relojería”.

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