Iglesias juega al todo o nada en la estrategia para formar un Gobierno de izquierdas

En el peor de los escenarios, Unidas Podemos se enfrentará a la disyuntiva de votar la investidura de Sánchez a cambio de nada o dejar caer al presidente socialista

Pablo Iglesias, líder de Podemos, y Alberto Garzón, de IU, comparecen junto a su equipo en la noche electoral.Vídeo: A. García | EP

Pablo Iglesias fía toda su carrera política a un objetivo rotundo: entrar en el Gobierno de España. Pero las respuestas algo displicentes ofrecidas hasta ahora por el Ejecutivo en funciones de Pedro Sánchez obligan al líder de Podemos a afinar su estrategia. En el peor de los escenarios, Unidas Podemos se enfrentará a la disyuntiva de votar la investidura de Sánchez a cambio de nada o dejar caer al presidente socialista por haberse negado a darles entrada en el Gobierno. El partido de Iglesia...

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Pablo Iglesias fía toda su carrera política a un objetivo rotundo: entrar en el Gobierno de España. Pero las respuestas algo displicentes ofrecidas hasta ahora por el Ejecutivo en funciones de Pedro Sánchez obligan al líder de Podemos a afinar su estrategia. En el peor de los escenarios, Unidas Podemos se enfrentará a la disyuntiva de votar la investidura de Sánchez a cambio de nada o dejar caer al presidente socialista por haberse negado a darles entrada en el Gobierno. El partido de Iglesias comienza este lunes a calibrar sus opciones.

La pausa que se ha tomado este fin de semana Podemos concluye el lunes por la tarde. El partido ha convocado a su Consejo Ciudadano Estatal, máximo órgano de decisión, para debatir la que probablemente sea la apuesta más trascendente de la formación desde su nacimiento en 2014: aspirar al Gobierno central. Al igual que el regreso de Iglesias de su permiso por paternidad —a finales de marzo, justo a tiempo para iniciar la campaña electoral al 28-A— insufló nuevos ánimos a militantes y votantes, el partido confía en que de la cita de este lunes salga un plan sólido, impulsado por su dirigente, para convencer a Sánchez de que el Gobierno de coalición resulta inevitable.

“Tenemos que producir una segunda gran transformación del país después de la enorme ola neoliberal que trajo José María Aznar. Hay que abordar enormes retos y eso solo se puede hacer con un Gobierno estable”, reflexiona Yolanda Díaz, diputada de Unidas Podemos por Galicia. Entre los miembros del partido que participaron en la negociación presupuestaria con el PSOE cunde la impresión de que se creó un clima de confianza. Las cuentas de 2019 fracasaron por falta de otros apoyos, pero ese primer pacto entre socialistas y UP dejó poso.

Mensajes muy medidos

La formación mide al milímetro sus mensajes para no caer en lo que hoy considera errores de 2016. Tras las elecciones de diciembre de 2015, Iglesias pidió a Pedro Sánchez una vicepresidencia y varias áreas de Gobierno a cambio de su apoyo parlamentario. Ese movimiento fue interpretado como el desencadenante de una gran pérdida de apoyos de la formación. Tras la cura de humildad que supuso dejarse más de un millón de votos en la convocatoria electoral de 2016 y, más adelante, las fisuras internas que desestabilizaron al partido, Podemos acabó adoptando la postura inversa en la moción de censura: votar, sin condiciones, a favor de investir a Sánchez.

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La formación morada aboga ahora por una postura intermedia. No habrá exigencias de carteras, pero tampoco vía libre. “Le dimos a Sánchez un cheque en blanco con 84 diputados, algo que solo se explica porque teníamos en el poder al PP, el partido con más corrupción de Europa. Pero ese ciclo ha terminado”, advierte Díaz, cercana a Iglesias.

Esa apuesta por el todo o nada entraña ciertos riesgos. El secretario general de Podemos ha ganado algo de confianza en Sánchez tras las conversaciones que mantuvieron durante los presupuestos. Además, considera que lo improbable de un pacto con Ciudadanos deja a UP como única opción. Pero el líder socialista aguardará como mínimo a conocer el resultado de las elecciones europeas, autonómicas y municipales del 26 de mayo para tomar decisiones. Si Podemos, que ya ha experimentado una importante caída en las generales —de 71 diputados a 42—, da nuevas muestras de agotamiento, su posición perderá fuerza. Y ese retroceso puede visibilizarse muy claramente con la pérdida de la alcaldía de Madrid, uno de los símbolos de los llamados ayuntamientos del cambio.

Aunque no haya certezas hasta junio, las referencias a la política de pactos durante la nueva campaña serán ineludibles. “Es evidente que el debate de investidura se cruzará en la campaña. Insistiremos en que un gobierno de coalición dará mayor fuerza y estabilidad para afrontar los retos que España tiene en la UE”, señala el eurodiputado Ernest Urtasun, que aspira a la reelección como número tres de la lista del partido a las europeas.

La coalición UP no quiere ponerse en la tesitura de conformarse con un mero apoyo parlamentario al PSOE y limitarse a influir por esa vía. Iglesias confía en que la fórmula a la valenciana —establecer equipos mixtos en cada ministerio, como en esa comunidad, en lugar de crear feudos del PSOE y otros de UP— seduzca a los socialistas. De momento no hay plan b.

La resistencia al pacto no está solo en el PSOE

Las reticencias a constituir un equipo conjunto entre el PSOE y UP no están solo en la familia socialista. La línea oficial del partido que dirige Pablo Iglesias tiene un foco de contestación interna. Podemos Andalucía, liderado por la corriente anticapitalista, rechazará este lunes la fórmula de Ejecutivo conjunto y abogará, en su lugar, por la fórmula a la portuguesa: Gobierno socialista en solitario, con respaldo parlamentario de otras fuerzas de izquierda. La dirección confía en que se trate de una postura minoritaria, pero no está descartado que surjan otras voces. El eurodiputado Ernest Urtasun se muestra contrario a esta opción: “El modelo portugués no puede ser la referencía porque allí el desequilibrio de las fuerzas de izquierdas es mucho mayor que en España. Aquí la ciudadanía expresó un mandato más plural”.

Otro posible escollo al intento por confluir con el PSOE en el Gobierno deriva de las declaraciones públicas que se hagan durante este tiempo. El partido está decidido a abordar el proceso sin grandilocuencias comunicativas, pero algunos acontecimientos, incluso ajenos a la formación de Gobierno, pueden jugar malas pasadas. En el Ejecutivo de Sánchez han sentado mal las declaraciones de Iglesias a cuenta de la crisis en Venezuela. El dirigente de Podemos no tuvo reparos en decir públicamente que el Ministerio de Exteriores le había asegurado a su formación que fue un error reconocer a Juan Guaidó como presidente interino del país. El ministro en funciones, Josep Borrell, lo negó rotundo. Probablemente en el ánimo de Iglesias influyó también haberse enterado aquel día —el 1 de mayo, al parecer por la prensa— de que Sánchez había citado en La Moncloa a los líderes del PP y de Ciudadanos antes que a él.

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