Aznar enardece al PP e incomoda a Rajoy

El presidente del Gobierno y el exjefe del Ejecutivo han evitado coincidir en mítines y que se comparen sus estilos. Para Rajoy, Aznar es una incomodidad consentida

El presidente de honor del PP, José María Aznar, el domingo.Luca Piergiovanni (EFE)

El “referente político y moral” del PP. Así definieron a José María Aznar el domingo en su mitin de Madrid Río las candidatas populares Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, aunque ambas mantengan ahora mucha distancia con el expresidente del partido. Así le consideran otros dirigentes del PP en...

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El “referente político y moral” del PP. Así definieron a José María Aznar el domingo en su mitin de Madrid Río las candidatas populares Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, aunque ambas mantengan ahora mucha distancia con el expresidente del partido. Así le consideran otros dirigentes del PP en otras zonas de España, donde aún reclaman su presencia para recuperar a las bases más recalcitrantes. Para Rajoy es una incomodidad consentida y más bien simbólica.

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A sus 62 años, Aznar se dedica a sus cosas, como le gusta decir en su entorno, reconstruyendo los mejores ángulos de su biografía, dando conferencias internacionales, en varios consejos de administración y atendiendo más a su esposa, Ana Botella, alcaldesa de Madrid, y a sus seis nietos. Es un abuelo joven, en forma física y que se considera a sí mismo de forma acrítica como un referente moral e histórico de su partido y para España. Tiene una relación con el PP como la del padre que en su día engendró a la criatura y ahora observa, los domingos cuando le invitan a almorzar, entre preocupado y atónico, algunos de los comportamientos de sus hijos que no le van del todo. No se calla. Echa regañinas. Pero sigue participando en actos y mítines porque le puede la llamada de la sangre, el ADN de su partido y los riesgos que observa para España.

Aznar ha participado mucho en esta campaña y cree haber hecho bien “los deberes”. Ha sido la estrella total en siete actos, en siete lugares distintos muy seleccionados, siempre ajenos a las plazas donde ha actuado Rajoy para evitar el cruce de comparaciones y, sobre todo, para abarcar el espectro más amplio de los votantes populares. Él se encarga de apelar a los desafectos que se encaminan a Ciudadanos “para que reflexionen y vuelvan a casa”. Rajoy, en cambio, les reprocha su volatilidad y que prefieran a los “adanistas y tertulianos” de la tele.

Donde Rajoy es reiterativo, átono, previsible y correcto para todos los públicos, Aznar resulta agresivo e incómodo y se expresa sin frenos, en clave interna y contra los adversarios ideológicos, que siempre tiene muy claros. Rajoy depone sus temas, Aznar arenga. Rajoy olvida a veces cómo terminar y diluye tanto sus discursos que casi tiene que advertir que ha acabado. Aznar apostilla: “¡Viva España!”.

Donde Rajoy es reiterativo, previsible y correcto para todos los públicos, Aznar resulta agresivo e incómodo
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La mayoría de los sitios a los que ha acudido tienen que ver con su historia: su pueblo actual (Pozuelo), donde hace deporte, una de sus obsesiones (Boadilla, también en Madrid), Zaragoza (cuya comunidad gobierna Luisa Fernanda Rudi, una de sus debilidades históricas de AP), Logroño (donde comenzó su etapa de inspector de Hacienda), Ávila (su primera circunscripción de diputado cunero), Madrid (donde nació y es alcaldesa en funciones su esposa, Ana Botella) y Toledo.

El vicepresidente de Rus dimite por el 'caso Imelsa'

El vicepresidente de la Diputación de Valencia, Máximo Caturla, del PP, dimitió este lunes tras verse implicado en la trama de cobro de comisiones que anidó en la institución provincial gobernada por Alfonso Rus.

Caturla, que aparece en las grabaciones hechas por Marcos Benavent (exgerente de Imelsa, empresa de la Diputación), estaba suspendido de militancia y apartado del partido, como Rus, y la exedil de Valencia María José Alcón

Relación con Cospedal

A la capital manchega acudió la noche de este lunes para cumplir con la obligación de responder a la invitación apresurada que le realizó la secretaria general, María Dolores de Cospedal, con la que no guarda una estrecha relación. Menos aún tras el feo que le achacó a Cospedal en enero de 2014 por no invitarle como debía a la Convención Nacional del PP de Valladolid. Cospedal le llamó dos veces y creía que el tema estaba resuelto. Aznar se buscó un viaje a Israel y su ausencia levantó todo tipo de suspicacias. En la Convención de este año, también en Valladolid, Aznar acudió y le preguntó al auditorio, delante de Rajoy y toda la cúpula del partido, si realmente querían ganar las próximas elecciones. “¿Dónde está el PP?”, dijo, y la pregunta no era retórica.

Cuando Rajoy hace algo en el Gobierno o en el PP que no le gusta, Aznar espera a una intervención sonada y lo espeta. Su último enfado se debe a cómo de injusto cree que el PP ha tratado a Botella en su salida de la alcaldía de Madrid. Los dardos dirigidos contra Esperanza Aguirre tenían otra diana en el partido. Rajoy, Cospedal y los demás miembros de la dirección del PP le consienten todo. Miran para otro lado y hacen como que no le escuchan.

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