Análisis

Ni las formas ni el fondo

En las cuentas presentadas por Cospedal hay hasta cuatro cifras diferentes de déficit, según el grado de catastrofismo al que quiera agarrarse

Las cuentas de Castilla-La Mancha revelan un panorama inquietante, grave, muy grave o calamitoso según el gusto del lector. Lejos de despejar dudas sobre la salud de las cuentas públicas, el Gobierno del PP que encabeza María Dolores de Cospedal ha introducido más confusión al remitir al Ministerio de Economía un informe heterodoxo que incluye hasta cuatro cifras diferentes de déficit, según el grado de catastrofismo al que quiera agarrarse el destinatario. El texto desgrana en 13 páginas un amasijo de datos que incumplen los criterios de homogeneización acordados con todas las comunidades. Lo...

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Las cuentas de Castilla-La Mancha revelan un panorama inquietante, grave, muy grave o calamitoso según el gusto del lector. Lejos de despejar dudas sobre la salud de las cuentas públicas, el Gobierno del PP que encabeza María Dolores de Cospedal ha introducido más confusión al remitir al Ministerio de Economía un informe heterodoxo que incluye hasta cuatro cifras diferentes de déficit, según el grado de catastrofismo al que quiera agarrarse el destinatario. El texto desgrana en 13 páginas un amasijo de datos que incumplen los criterios de homogeneización acordados con todas las comunidades. Lo más insólito —y lo que más dudas arroja sobre el carácter supuestamente técnico del documento— es que no viene firmado por el interventor autonómico, como es costumbre.

Con esas carencias formales, resulta inevitable recelar del informe como testimonio fiel del déficit castellano-manchego. Alguno de los conceptos empleados —el inusual de “gasto real”— inducen a pensar que se están registrando pagos ya contabilizados en trimestres anteriores, aunque se liberen ahora. Si se demuestra, el Gobierno de Cospedal habría hinchado artificialmente el déficit para magnificar la complicada herencia que ha recibido de sus antecesores.

Pero estas prácticas no son inocuas. El descenso a los infiernos de Grecia comenzó cuando Europa constató la falsedad de los datos de déficit público que había dado su Gobierno. El trasfondo de unos mercados sedientos de debilidades con las que ensañarse no parece el más idóneo para levantar más sospechas en España. Mucho menos si los datos que se ofrecen como ajustados a la realidad generan más dudas de las que despejan.

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