Casi un siglo construyendo igualdad en las Américas

Con el mismo espíritu con el que su población femenina reclamó hace 95 años el derecho al sufragio en el continente, la Comisión Interamericana de Mujeres sigue luchando por los derechos y la paridad en un contexto de nuevos desafíos

Las mujeres protestan a las afueras de Palacio Nacional de México, en Ciudad de México, el 8 de marzo de 2021.Seila Montes

La Comisión Interamericana de Mujeres (CIM/OEA) ha cumplido 95 años. Casi un siglo ha pasado desde que feministas sufragistas de las Américas reclamaron su lugar en la integración política y civil que vivía el continente. Estas mujeronas exigieron voz, participación e igualdad en las instancias de decisión creadas sin ellas, pero que tenían impacto sobre sus vidas. Y defendieron la necesidad de abordar de manera especializada la cuestión de igualdad de género en todos los países de las Américas. Así nació la CIM, para incidir sobre nuestros derechos y recordar que nunca más, nada sobre nosotras, sin nosotras.

Al echar la vista atrás, hay que reconocer el trabajo incansable de nuestras antecesoras, que en 1928 ponían la agenda por la igualdad por primera vez, en el marco de esta Unión Panamericana que ahora es la Organización de Estados Americanos (OEA). Con el mismo espíritu con el que reclamaron hace 95 años el derecho a la nacionalidad, al sufragio y a los derechos civiles de la mujer, hoy abordamos la emergencia de los cuidados como parte fundamental en el avance por los derechos económicos de las mujeres. Sabemos, que en el contexto actual pospandémico, la región enfrenta una crisis económica que afecta de manera particular a las mujeres. Se calcula que se perdió más de una década en los avances de inserción de las mujeres al mercado laboral, según los datos de la CEPAL, para cuya recuperación requerimos de medidas afirmativas de inclusión laboral para las mujeres, proceso que estamos promoviendo.

En una región en la que se registraron 4.473 feminicidios en 29 países durante 2021, se confirma la pertinencia y necesidad de toda la normatividad derivada de la Convención de Belém Do Pará (1994) para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Este instrumento fue obra de la CIM, en el marco de un multilateralismo que cobra forma para exigir a los Estados el cumplimiento de su obligación del derecho a una vida libre de violencias. Hoy, esta convención debe continuar protegiendo las vidas de las mujeres en el ámbito doméstico y tutelando la vida de las mujeres frente a las violencias que ocurren en el espacio público, educativo, laboral, político y digital.

Hacemos un llamando a concebir la seguridad desde la perspectiva que contemple a las mujeres, a la construcción de una política exterior feminista que permita ser un motor de los derechos humanos

El hecho de que solo el 15,36 % de las mujeres lideran los gobiernos locales, y apenas dos son presidentas en los países de la región, nos obliga a interpelar a la democracia y sus rutas para llegar a los espacios de la toma de decisión. Hoy, colocamos el concepto de paridad, que ha posibilitado que cada vez más mujeres alcancen lugares de poder y liderazgo, sobre todo en el ámbito parlamentario. En este sentido, ya no se trata únicamente de la lucha por alcanzar los puestos sujetos a procesos de elección, sino que llevamos la paridad a todos los ámbitos donde se requiere de los liderazgos de las mujeres. La paridad también debe darse en los poderes ejecutivos, judiciales, en la gobernanza electoral y hasta en los espacios de decisión en las empresas privadas.

Hacemos un llamado a concebir la seguridad desde la perspectiva que contemple a las mujeres, a la construcción de una política exterior feminista que permita ser un motor de los derechos humanos tanto hacia lo interno como lo externo de los países. Y a la transversalización del enfoque de género en la arquitectura de los Estados y en los escenarios de confluencia intergubernamental.

La CIM ha estado en cada hito de la historia de avances de los derechos de las mujeres, y asume el reto de ser heredera de la estafeta de aquellas mujeres que consiguieron el derecho al voto del que solo gozaban los hombres. Durante estos 95 años, la organización se ha reinventado a la misma velocidad que la realidad de las mujeres. Hoy, de la mano de un nuevo plan estratégico para el próximo quinquenio, pone énfasis en el trabajo sobre alianzas, articulación y tender puentes para la igualdad de género, y en los nuevos focos de la agenda global como el cambio climático, digitalización y salud mental. A su vez, busca colocar el tema de la igualdad desde una perspectiva multicultural e interseccional, entendiendo que para lograr este objetivo es necesario escuchar las voces de todas las mujeres y crear una hoja de ruta que involucre a toda la sociedad.

Los avances en el reconocimiento de derechos para las mujeres y en la transformación de las estructuras que han perpetuado la desigualdad no habrían sido posibles sin el ejercicio del hoy llamado multilateralismo. Es a través de este que logramos ser motor de cambio de lo nacional y de generar alianzas que permitan visibilizar y accionar a favor de la igualdad de género como un asunto transversal en todas las sociedades.

Las mujeres en el multilateralismo contemporáneo estamos rindiendo homenaje a aquellas primeras mujeres sufragistas que, pese a sus diferencias, reconocieron que en su unión se encontraba la fórmula para la incidencia en asuntos internacionales que tuvieran efecto en sus vidas y realidades locales. El camino es largo, continuaremos abriendo caminos, construyendo igualdad. Y esperamos hacerlo juntas (y juntos).

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