Doudou Elhadri brilla en un deporte de hombres en Marruecos: “No querían que estuviera ahí. Tenía que estar limpiando la casa y teniendo hijos, no patinando”

Esta joven, campeona nacional de patinaje sobre ruedas, se ha convertido en la primera mujer africana en participar en la competición mundial de esta disciplina

Doudou Elhadri, en la plaza Nevada en Casablanca (Marruecos), el 11 de septiembre.Soraya Aybar Laafou

El suelo vibra con fuerza con cada golpe de los patines en la plaza Nevada de Casablanca. Entre obstáculos y rampas de colores y jóvenes que se elevan por los aires, aparece Doudou Elhadri (Taza, Marruecos, 28 años). “Este lugar lo diseñé yo”, cuenta, señalando la pista, en cuyo proyecto colaboró. En junio, Elhadri se convirtió en la primera mujer campeona nacional en la disciplina de patinaje sobre ruedas, pero su historia en este deporte urbano mayoritariamente masculino se remonta al verano en que cumplió ocho años. Más de 20 años después, la joven se ha convertido en la primera mujer africana en participar en la competición mundial, cuya última edición se celebró a mediados de septiembre en Italia, aunque quedó desclasificada.

Cuando empecé, los chicos del barrio me conocían como la chica loca de los patines. Me insultaban, me tiraban piedras

“Cuando empecé, los chicos del barrio me conocían como la chica loca de los patines. Me insultaban, me tiraban piedras”, cuenta. Los primeros patines se los dio su tío. “Él vivía en Holanda y nos visitaba todos los veranos. Fue el mejor regalo de mi vida, aunque yo entonces no lo sabía”, añade. Cuando cumplió 15 años, sus padres le regalaron el segundo par. “Los utilicé todos los días durante cuatro años”. Estaban desgastados, pero “no era una excusa para parar”. Con ellos, ganó su primera competición en Casablanca.

Desde entonces, y gracias al apoyo de su familia, empezó a cultivar su pasión. “Mi padre me acompañaba a este mismo parque para que practicara. Era solo una explanada, ahora es mi hogar”, explica. Al rato, una joven se acerca a gran velocidad y le choca la mano. Unos minutos después, otro patinador le silba desde lejos.

Un deporte urbano con trabas

“En Marruecos, cuando llega algo nuevo —en este caso, un deporte urbano— primero aparecen las críticas”, cuenta. “Esta era una razón más para demostrarme a mí misma que podía conseguirlo”. Durante la conversación, Elhadri reitera cómo estos los retos han influido en su trayectoria personal y profesional: “Me mantienen viva y me dan la fuerza para seguir”.

A las trabas sociales e institucionales sobre los nuevos deportes en el país se suma la discriminación de género, que tampoco ha esquivado. “La situación ha cambiado, pero antes no había expectativas sobre lo que podía o no podía hacer una mujer en el patinaje”, explica. Cuando salía las primeras veces a recorrer el asfalto de su barrio, los mensajes eran claros: “En el ambiente se percibía que no querían que estuviera ahí. Tenía que estar limpiando la casa y teniendo hijos, no patinando”, asegura.

Decidí quitarme el ‘hiyab’. Era contraproducente ponérmelo en algunos entornos y quitármelo en otros. No es una obligación, es una decisión

Frente a un entorno hostil, la joven marroquí agradece el ambiente de su hogar, en el que siempre ha visto “la luz y la esperanza al final del túnel”. Elhadri explica que hace unos años se mudó a Dubái para trabajar y que, al tomar la decisión de volver a Casablanca para patinar, recibió el apoyo de su familia. “También decidí quitarme el hiyab. Era contraproducente ponérmelo en algunos entornos y quitármelo en otros. No es una obligación, es una decisión”, añade.

En 2017, la joven inició los trámites para abrir su propia asociación y escuela de patinaje en Casablanca, la primera en la ciudad. El proyecto Roll’School Family, liderado por Elhadri, actualmente reúne a más de 60 jóvenes. “Empezó como un proyecto para crear comunidad alrededor del patinaje y motivar a las chicas, enseñar que este también era un mundo seguro para ellas”, explica. Desde entonces, la campeona nacional entrena a grupos en distintas disciplinas y niveles. “No era solo cuestión de tecnicismos, de aprender a patinar, sino de confianza. Los alumnos de la escuela aprenden a creérselo”, insiste.

Elhadri también es miembro de otro grupo, conocido como Roll’School, en Montpellier, Francia. Se creó en 2011 y es una asociación deportiva itinerante cuyo objetivo es promover el patinaje y el freestyle scooter (patinete), sobre todo entre jóvenes y como medio de educación e integración en la vida comunitaria. El skatepark en Montpellier es uno de los más antiguos de Francia y el proyecto prevé su mejora. “El deporte también es una buena excusa para viajar”, cuenta Elhadri, mientras enumera las ciudades que ha visitado, dentro y fuera de Marruecos, gracias al patinaje. “Quiero ir pronto a Barcelona. Es una ciudad referente en este deporte urbano”, añade.

Con la mirada puesta en el futuro

En los últimos Juegos Olímpicos de París, un deporte urbano copó por primera vez las cámaras de la competición internacional: el breakdance. “Hemos hecho historia”, exclama Elhadri cuando habla de Fatima Zahra El Mamouny, también conocida como B-Girl Elmamouny, una de las dos deportistas que representó a Marruecos. Y sueña con la inclusión del patinaje como deporte olímpico: “Me encantaría. La realidad es que en 2032 seré demasiado mayor para representar a mi país. Aun así, me encantaría formar parte de ese proceso de alguna forma. Espero ser uno de los alicientes para cumplir el sueño de otros jóvenes”.

Al terminar la entrevista, Elhadri saca su teléfono móvil. En la pantalla aparece un vídeo que reúne las acrobacias y logros de diferentes mujeres, todas marroquíes y jóvenes. “Ella hace parkour; esta otra chica es una bestia en el skate; y ella, ella es surfera. Es como mi hermana”, expresa. Se cuela un rostro familiar: es Maryam El Gardoum, la joven bereber que vence a las olas del Atlántico.

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