“Tengo que estar horas de pie ante la cámara con otros niños para que los ‘tiktokers’ logren apoyos”: así explotan a desplazados sirios en la red social a cambio de comida
Creadores de contenido se cuelan en los campos donde viven los huidos por la guerra del país y piden, especialmente a los menores, que salgan durante horas en sus vídeos con la intención de ganar seguidores y dinero
Un hombre mira a la pantalla y muestra una botella de aceite mientras pide a los espectadores ayuda para a alimentar a los niños y mujeres que se encuentran detrás de él, alrededor de una mesa, en un campo de refugiados en el norte de Siria. La imagen descrita es una de las cientos de retransmisiones en directo que proliferan en TikTok, siempre con un patrón similar, en la que influencers sirios instan a un grupo de refugiados a pedir regalos digitales que el creador de la retransmisión podrá canjear por dinero de verdad. EL PAÍS ha verificado decenas de estos vídeos, publicados en la plataforma, que después han sido eliminados. Los participantes, de acuerdo con los testimonios recopilados por este diario, perciben por su intervención algo de comida, mientras que las ganancias monetarias, de hasta 1.000 dólares (924 euros) por retransmisión se reparten entre el tiktoker y la propia plataforma digital, según denuncian los afectados y admite al menos un influencer.
La pobreza reinante en el norte de Siria y la interrupción de las ayudas han convertido los directos en TikTok en una vía con la que algunos refugiados sirios consiguen alimentos para sus familias. Según un reciente informe de Syria Response Coordinators, una organización que opera en el noroeste del país, la ayuda humanitaria a este zona no para de disminuir, lo que ha elevado la pobreza en la región a niveles que superan el 91%, mientras que el 40,9% de la población sufre hambre. Cerca del 90% de la población en edad de trabajar carece de empleo.
Ahmad al Sarhan, de 11 años, vive con su familia de siete miembros en el campo de Sheikh Bahr, al norte de la ciudad de Idlib. Su padre está enfermo de cáncer y no puede trabajar. Al Sarhan expresa su frustración con los tiktokers que le piden que pose durante los vídeos en directo a cambio de un poco de comida. “Tengo que estar horas de pie ante la cámara con otros niños del campo para que los tiktokers consigan apoyos. Si nos movemos durante la emisión, nos arriesgamos a que nos echen”, comentaba el niño a EL PAÍS. Según cuenta, también les piden que recen por los simpatizantes que envían regalos, mientras el creador de contenido recibe apoyo y les mira diciéndoles que repitan frases como “gracias”, “te quiero” o “que Dios te bendiga”. Sin embargo, su participación en estos directos le impide, con frecuencia, asistir a clase. “Tengo que respetar los horarios de los directos para conseguir pan y verdura. Si me pierdo la emisión, no puedo conseguir lo suficiente para alimentarme y alimentar a mi familia”, explica.
Los obsequios a los que alude el joven son regalos digitales que los espectadores de las retransmisiones de TikTok en directo pueden enviar al creador del contenido como recompensa y que luego se pueden canjear por dinero de verdad. Estos regalos van desde flores virtuales que valen unos céntimos, hasta un gorila que cuesta 450 dólares (416 euros) o un león que vale 500 dólares. Cada vez que estos regalos aparecen en la pantalla, el tiktoker pide a los niños que repitan las súplicas y ruegos que han memorizado.
El creador de contenido recibe apoyo y les mira diciéndoles que repitan frases como “gracias”, “te quiero” o “que Dios te bendiga”
Hassan al Daher, que prefiere utilizar este nombre para preservar su anonimato, trabajó como tiktoker hasta hace apróximadamente un mes, cuando decidió abandonar su trabajo en la red social para emigrar. De 32 años y originario de Idlib (noroeste de Siria), explica que creó una cuenta en la plataforma, compró un equipo para conectarse a internet por unos 100 dólares y empezó a retransmitir en directo para mostrar el sufrimiento de los desplazados internos que viven en campamentos improvisados en el norte de Siria, cerca de la frontera turca. “Si bien es cierto que esto explota a los desplazados, también me proporciona una oportunidad de trabajo y beneficia a los desplazados internos que reciben suministros de alimentos muy necesarios”, explica a este diario.
El dinero que Al Daher ganaba diariamente variaba en función de la participación de los espectadores y de las personas que aparecían en la retransmisión en directo, como niños pequeños, mujeres o personas con discapacidad. Algunos días sus ingresos no sobrepasaban los 20 dólares, pero otros podía llegar a percibir unos 1.000 dólares, según reconoce. No obstante, subraya, TikTok, es el mayor beneficiario, ya que asegura que se queda “más del 50% de lo recaudado” durante cada transmisión en concepto de comisión. Una investigación similar realizada por la BBC en octubre de 2022 revelaba que la plataforma recibía hasta el 70% de la recaudación.
TikTok, que ha respondido a las preguntas de este diario una vez publicado el reportaje, asegura por correo electrónico que “comparte actualmente con los creadores el 50% de sus ingresos netos por artículos virtuales, después de deducir los pagos requeridos a las tiendas de aplicaciones, procesadores de pagos” y otros ajustes. La plataforma asegura que “no permite contenido que promueva o facilite la explotación humana” y garantiza su conpromiso de que TikTok no sea utilizado “para aprovecharse de personas vulnerables”. Según sus datos, en el primer trimestre de 2024 “el 81% del contenido que violaba” las normas de su comunidad fue eliminado. Este diario ha corroborado que la red social ha bloqueado cuentas desde las que se han emitido directos rodados en campamentos de desplazados sirios.
En cuanto a los menores de edad, TikTok recuerda por correo electrónico que “los usuarios de las cuentas deben tener 18 años o más para realizar una transmisión en vivo”. Tampoco los menores de edad pueden enviar o recibir regalos. Sin embargo, los tiktokers sirios sortean esta prohibición siendo ellos mismos los usuarios de las cuentas, ya que sitúan a los niños en el fondo de la grabación.
Dinero “a costa de la dignidad”
Hala al Hassan, de 36 años, vive como desplazada en el campo de Batint, en el norte de Siria. Su marido murió en la guerra y hace más de cuatro años huyó de la campiña occidental de Hama a Idlib con sus cinco hijos —el menor tiene ahora cinco años— debido a los ataques del régimen sirio contra la zona. Vive en la pobreza extrema y en su tienda no dispone ni siquiera de los artículos más esenciales para vivir. Al Hassan señala que está siendo explotada junto con otras mujeres por influencers de TikTok para llamar la atención y lograr fama rápida. “Nos hemos convertido en su herramienta para ganar dinero, y nos vemos obligadas a aceptarlo por la falta de opciones y la ausencia de oportunidades laborales que nos ayuden a llevar una vida decente”, reconoce. La mujer cuenta que intentó buscar distintas formas de ganarse la vida y que TikTok ha sido una de ellas. “Pero a costa de nuestra dignidad. Todos los días nos colocamos ante las cámaras para participar en las grabaciones en directo y tratar de conseguir una barra de pan o algo de comida con la que saciar nuestra hambre”, detalla, al tiempo que reconoce la “vergüenza” que siente al hacerlo.
Un informe de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés) revela que la respuesta humanitaria en Siria sigue sufriendo una preocupante escasez de fondos. Solo se ha conseguido el 6% de la financiación necesaria para 2024. De acuerdo con los datos del equipo de Syria Response Coordinators, especializado en estadísticas de la región, el número de campos de desplazados en el noroeste de Siria se eleva a 1.904, y en ellos viven más de dos millones de desplazados. Hay 918 refugios que no reciben ninguna ayuda alimentaria y 437 a los que llegan de forma intermitente. Además, 1.133 campos no reciben pan gratis.
Nos hemos convertido en su herramienta para ganar dinero, y nos vemos obligadas a aceptarlo por la falta de opciones y la ausencia de oportunidades laboralesHala Al-Hassan, desplazada siria y víctima de explotación en TikTok
Alaa al Kharoub, de 44 años, responsable de un campo de desplazados improvisado en la ciudad de Killi, al norte de Idlib, confirma esta escasez. “Las condiciones en estos campos son muy duras y necesitan ayuda urgente”, dice. Según este responsable, la cantidad de alimentos que reciben los desplazados en el campo, especialmente los niños, los discapacitados y los ancianos, es “sumamente escasa”, y añade que es preciso recordar que son campos “formados por tiendas de campaña ruinosas y deterioradas, que carecen de infraestructuras básicas y servicios esenciales como agua potable, saneamiento y electricidad”. Durante la guerra siria, Al Kharoub reconoce que “los organismos internacionales y las organizaciones humanitarias han desempeñado un papel vital en la distribución de ayudas a estos campos, incluido el suministro de alimentos, agua y medicinas, y la prestación de servicios sanitarios y educativos”. Sin embargo, continúa, “con la suspensión de la mayor parte de este apoyo, se teme un empeoramiento de la situación humanitaria y una grave escasez de recursos y servicios básicos”.
Nadie tiene derecho a privarles de este beneficio, ya que, por simple o pequeño que sea, siempre es mejor que nadaAlaa Al-Kharoub, responsable de un campamento improvisado en la ciudad de Killi
Ante esta situación, Al Kharoub admite que no impedirá que los tiktokers entren en el campo que dirige y que participen en sus vídeos las familias que allí residen, porque los desplazados carecen de medios de subsistencia y consideran que este trabajo les favorece. “Nadie tiene derecho a privarles de este beneficio, ya que, por simple o pequeño que sea, siempre es mejor que nada”, asegura.
La exposición de menores en redes sociales por parte de algunos influencers puede además influir negativamente en el desarrollo de la identidad de los niños y aumentar su sensación de presión psicológica debido a su participación en actividades que no se ajustan a sus deseos o necesidades reales. El psicólogo Barra Jumaa, de Idlib, considera que estas grabaciones son una forma de explotación de los menores, que además están en situación de especial vulnerabilidad debido a su falta de recursos. “Los influencers reciben simpatía y apoyo que puede llegar a proporcionarles miles de dólares. Los pobres y necesitados, en cambio, solo reciben una pequeña parte”, asegura Jumaa.
Este psicólogo insta a los creadores de contenido a que compartan con estos niños todo lo que reciben en forma de apoyo, no solo la ayuda material que apenas alcanza para vivir. Para él, la exposición constante en las redes sociales afecta a la salud mental de los niños y los lleva a aislarse del mundo real y a alejarse de amigos o familiares. “Los niños también están expuestos a una gran presión psicológica debido a los comentarios negativos y a las críticas en las redes sociales, que pueden aumentar sus sentimientos de ansiedad y depresión”, concluye Jumaa.
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