Carrera contrarreloj para vacunar contra el sarampión en Somalia
La paralización de las campañas de inmunización en el país debido a la pandemia amenaza la vida de miles de niños, con un sistema inmunitario debilitado por la desnutrición, a su vez disparada por la guerra y la peor sequía en 40 años
Recientemente, una familia vivió una triple tragedia en Somalia, causada por una dolencia evitable. En diciembre de 2022, los padres viajaron con sus cuatro hijos enfermos desde la ciudad de Afgooye hasta el hospital Banadir, el mayor centro de referencia del país, situado en la capital, Mogadiscio. A los niños se les había diagnosticado sarampión. Dos de ellos murieron, uno quedó discapacitado de por vida y otro sobrevivió. Ninguno estaba vacunado.
La interrupción de las campañas de vacunación provocada por la pandemia de coronavirus ha dejado sin inmunizar a muchos niños en Somalia, algunos con un final fatal. Según la Alianza para la Vacunación (Gavi, por sus siglas en inglés), “las repercusiones de la covid-19 en actividades sanitarias cotidianas fundamentales y sus efectos colaterales en la malnutrición provocaron un aumento alarmante de los casos y los brotes de sarampión en todo el mundo”.
Ahora que los casos de coronavirus se han reducido, Gavi ha emprendido una lucha contrarreloj para salvar a más niños del sarampión, que puede causar la muerte, además de ceguera, sordera y daños cerebrales permanentes. Si una mujer contrae la enfermedad estando embarazada, corre un mayor riesgo de sufrir un aborto espontáneo o de que el bebé nazca muerto. También se dan casos de partos prematuros o de bebés con bajo peso. Gavi señala que trabaja “con gobiernos, comunidades y otros socios en un esfuerzo coordinado para llevar las vacunas contra el sarampión a los niños vulnerables de países de bajos ingresos”. Su objetivo es llegar a más de 85 millones de niños de esos países entre 2022 y la primera mitad de 2023.
Desde la introducción generalizada de las vacunas contra el sarampión en todo el mundo, las muertes por esta enfermedad han disminuido drásticamente: de más de un millón en 2000, la cifra se redujo a unas 60.000 en 2020.
Gran descenso de las vacunaciones
La directora del Departamento de Salud Familiar del Ministerio Federal de Sanidad de Somalia, la pediatra Ubah Farah Ahmed, confirma que el coronavirus tuvo graves consecuencias para las campañas de vacunación contra el sarampión en el país. “Durante el punto álgido de la pandemia, entre 2020 y 2021, se produjo un descenso de las inmunizaciones infantiles y de la aceptación de la vacuna”, asegura.
“El fenómeno no fue exclusivo de Somalia. Afectó a países de todo el mundo. Los padres tenían miedo de llevar a sus hijos a los centros de salud durante la pandemia porque les habían dicho que se quedaran en casa para evitar contraer la covid. Las campañas de vacunación sufrieron importantes interrupciones, lo cual provocó que un 10% menos de personas recibieran la vacuna”, agrega.
Este descenso del porcentaje indica hasta qué punto las campañas de inmunización somalíes se vieron afectadas por la crisis sanitaria. Según Gavi, los datos de 57 países de renta baja muestran que, en ellos, el descenso durante la oleada de coronavirus fue del 4%, cifra mucho menos dramática que la de Somalia. A nivel global, en 2020, más de 23 millones de niños no recibieron las vacunas esenciales, 3,7 millones más que en 2019, según un informe de Unicef España y la plataforma Political Watch.
Contra los mitos en torno a las vacunas
Abdiqadir Ibrahim Ali, supervisor adjunto del Departamento de Sarampión del hospital Banadir, asegura que él no observó un aumento significativo de los casos de sarampión durante la pandemia de coronavirus. “Fue igual que siempre”, asevera. “La mayoría de los casos que vemos en Babadir son niños que no han sido vacunados. Suelen proceder de familias pobres o de grupos de desplazados internos. Muchos padres no saben nada de la enfermedad, ni de la existencia y los beneficios de las campañas de vacunación. Con frecuencia, no llevan a sus hijos a que los inmunicen contra el sarampión y otras enfermedades”.
La hija de Habiba Ali Hilowle tenía un año y medio cuando entró en coma tras contraer el sarampión. “Nunca la han vacunado”, cuenta Hilowe, que estuvo en el centro médico Banadir con su hija. “Lleva enferma unos 15 días. Cuando aparecieron los síntomas del sarampión, la tuve en casa cinco días. Como no mejoraba, la traje al hospital. No sabemos qué le va a pasar”.
Tras ver lo que lo ha ocurrido a su pequeña, Hilowle recomienda a los demás padres que vacunen a sus hijos. “Eso hará que sigan sanos y los protegerá de las enfermedades”, dice. “Ahora me arrepiento de no haber vacunado a mi hija. A mis otros hijos los he vacunado”.
En muchos casos, como el de los padres que perdieron a dos de sus hijos a causa del sarampión y se encontraron con otro discapacitado de por vida, la gente no cree en las vacunas y supone equivocadamente que son más perjudiciales que beneficiosas. Muy rara vez, un niño puede pasar el sarampión después de haber sido vacunado, pero entonces los síntomas suelen ser más leves.
La sequía aumenta el riesgo de contraer la enfermedad
Ubah Farah Ahmed, del Ministerio de Sanidad, dice que la catastrófica sequía es otro factor que influye en el aumento de los casos de sarampión. La escasez de lluvia más grave que ha padecido Somalia en 40 años ha causado situaciones de hambruna en algunas partes del país.
La organización internacional Save the Children informaba en septiembre de 2022 de que más de la mitad de los niños de menos de cinco años de Somalia sufrían desnutrición aguda y más de medio millón padecían la forma más grave, que puede ser letal.
Los expertos en salud sostienen que mejorar las campañas de vacunación contra el sarampión en lugares como Somalia puede traer consigo un reforzamiento general del sistema sanitario
“Cuando los niños están malnutridos, su sistema inmunitario se debilita”, explica Ahmed. “Eso los vuelve más vulnerables a muchas enfermedades, entre ellas el sarampión”. Las personas desplazadas por la sequía o demasiado débiles para viajar hasta las clínicas son muchas, y no pueden llevar a sus hijos a que los vacunen.
Los conflictos interrumpen las campañas de vacunación
Además de la pandemia de coronavirus y la sequía, las décadas de inseguridad en Somalia han alterado la continuidad de las iniciativas de inmunización. “En noviembre del año pasado llevamos a cabo una campaña masiva de vacunación contra el sarampión en la que inmunizamos a 2,3 millones de niños de todo el país”, cuenta Ahmed. “Pero la falta de seguridad nos impidió acceder a los de todas las zonas, entre ellas la región de Jubbada Dhexe y algunos distritos de las de Shabeellaha Hoose, Bay y Bakool”.
La pediatra insta a los padres a vacunar a sus hijos contra el sarampión y otras enfermedades, y explica que no hay que pagar por el medicamento.
“El Gobierno ha trabajado mucho en la inmunización y ha repartido vacunas en todos los centros de salud públicos y privados a los que se puede llegar. Hay calendarios y horarios para vacunar a los niños. Para que la prevención del sarampión sea más eficaz tienen que llevar a sus hijos a vacunar dos veces”. Ahmed explica que Gavi ha ayudado a Somalia a concienciar a la gente sobre las enfermedades y las vacunas, y a reforzar el sistema sanitario del país, muy deteriorado por más de tres décadas de violencia, falta de seguridad y conflicto. “Nos ayuda a comprar y a almacenar las vacunas instalando frigoríficos en los que pueden conservarse a la temperatura adecuada”, argumenta.
Los expertos en salud sostienen que mejorar las campañas de vacunación contra el sarampión en lugares como Somalia puede traer consigo un reforzamiento general del sistema sanitario. Si se lleva a un niño a una clínica para que lo vacunen contra el sarampión, se le podrán administrar otras inmunizaciones rutinarias y realizarle chequeos médicos. Eso ayuda a salvar vidas y aumenta la capacidad de detectar brotes de enfermedades como el sarampión, que se pueden prevenir si hay suficientes pequeños inmunizados, y responder a ellos.
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