Condenados a casarse
La pandemia ha agravado la difícil situación de las niñas y niños sirios y afganos, obligados a contraer matrimonio para sobrevivir
La pandemia y los confinamientos han provocado un gran aumento de los matrimonios infantiles en países como Siria y Afganistán, ya afectados por décadas de guerra y conflicto, empeorando aún más la situación de los niños y las niñas. La covid-19 ha dejado a los padres y a las familias sin trabajo y a los servicios de protección de la infancia sin poder operar, eliminando un salvavidas esencial para casi seis millones de menores de edad sirios y afganos, cuyos padres no ven otra opción que casarlos para sobrevivir. Todo por una boca menos que alimentar.
Perder de vista a esos millones de niños es un grave riesgo que no debemos correr. Las niñas son especialmente vulnerables al matrimonio infantil y a otras formas de violencia de género en lugares donde hay conflictos. Las consecuencias son inmediatas, de largo alcance y a menudo intergeneracionales.
Se sabe que es difícil reunir datos precisos sobre el matrimonio infantil y otras violaciones de los derechos de los niños. La covid-19 y las continuas restricciones de acceso y movilidad no hacen más que complicar más esta realidad, dificultando que las ONG puedan paliar el daño que presencian. Casi todos los jóvenes que entrevistamos en Siria en 2020 informaron de que la práctica del matrimonio precoz y forzado de niñas había aumentado desde el inicio de la guerra.
Más del 70% señaló que el conflicto y la inseguridad eran los principales impulsores de esta situación. Esto también se ha confirmado en el informe que realizamos con motivo de los 10 años desde el comienzo de la guerra. Los resultados de los estudios realizados sobre Afganistán son igual de impactantes, ya que las tasas de matrimonio infantil han empeorado a causa de la covid-19 y del conflicto.
Desglosando los factores del matrimonio infantil
Existe un complejo entramado de factores que pueden presionar a las familias para que casen a sus hijas, como la situación económica, las desigualdades de género profundamente arraigadas y las normas culturales. Resulta alarmante que no se preste suficiente atención al desgarrador crecimiento de las tasas de matrimonio infantil, ya que algunos lo simplifican para considerarlo simplemente una norma social. Como resultado, la vida de millones de niñas se ve afectada y los actores nacionales e internacionales hacen oídos sordos a su responsabilidad de luchar contra esta práctica y protegerlas.
Existe un complejo entramado de factores que pueden presionar a las familias para que casen a sus hijas, como la situación económica, las desigualdades de género profundamente arraigadas y las normas culturales
Otro factor importante es la falta de educación contra las viejas y arraigadas prescripciones sobre los roles de género y los derechos de salud sexual y reproductiva de las mujeres. Los líderes deben recordar que la ruptura de esta cadena de matrimonios infantiles a través de generaciones no puede ocurrir sin involucrar a las comunidades, y especialmente a los menores de edad, haciéndoles llegar información vital que podría salvar sus vidas.
Situaciones como los conflictos empeoran significativamente las tasas de matrimonio infantil, tanto para ellas como para ellos en Siria y Afganistán. La inseguridad o la pobreza se arrastran durante las crisis, obligando a innumerables menores a casarse prematuramente. Algunos padres que pierden sus ingresos pueden ver el matrimonio como la única forma de reducir los gastos y la carga financiera para el resto de la familia. Una madre entrevistada en Siria decía que, antes de la guerra “no era aceptable casarlos”, pero ahora las familias se sienten abocadas a hacerlo, por la desesperación. Hay corrupción en la sociedad, los campos están densamente poblados, y ya no hay herramientas para protegerlos.
Igualmente, dolorosos fueron los comentarios de un padre sirio del noroeste sobre el matrimonio infantil como estrategia de supervivencia: “Podría morir en cualquier momento por la guerra o por cualquier otra razón, así que debo proteger a mi hija”. Este sentimiento de inseguridad agrava los motivos del matrimonio infantil. A medida que la gente experimenta un alto nivel de estrés, miedo y pierde poco a poco la esperanza de que la guerra termine, lo que es extremadamente común en lugares como Siria y Afganistán, muchos recurren a estas prácticas para mantener a sus hijos a salvo. Las consecuencias a largo plazo de estas angustiosas realidades son inmensas para los niños y adolescentes.
El matrimonio infantil agrava la pobreza, provoca repetidos patrones de desplazamiento, analfabetismo y limitación, falta de trabajo seguro, desnutrición y una serie de gravísimas violaciones sobre las mujeres y los niños. La necesidad de atajar este problema no es algo nuevo. Sin embargo, los efectos secundarios de la pandemia, como la inseguridad, amplifican la necesidad urgente de un compromiso global y de presión diplomática para acabar con los casamientos de menores en Siria y Afganistán.
Nathan McGibney es asesor principal de política humanitaria y promoción para Oriente Medio y Europa del Este de World Vision.
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