Tribuna

El deporte toma partido

El ejercicio y el juego son instrumentos para educar y difundir la paz y, por tanto, para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Christopher Andrés es colombiano y beneficiario del programa Contra la Violencia de la Fundación Barça.joan vidal / Fundación Barça

El pequeño Christopher Andrés es colombiano y tiene la agudeza del que ha tenido que buscarse vida en la calle. Andrés podría pasar por uno de los niños abandonados de Dickens, pero él no es un personaje de ficción, es pura autenticidad y optimismo. “Es chévere no sentirse solo”. La banda sonora de su infancia no ha sido otra que la sinfonía tozuda de perros amotinados. Con toda la fuerza de quien ha subsistido en las calles dice: “Ahora he aprendido a llevarme bien con los demás. Antes era un diablillo”.

A través de su participación en el programa Contra la Violencia de la Fundación Barça, este diablito, como él mismo se define, está consolidando una actitud crítica frente a las emociones que causan las reacciones agresivas más comunes. Su madre confirma que Christopher, gracias a la práctica de deporte, ha aprendido a buscar soluciones pacíficas a los conflictos en los que se ha visto envuelto desde su nacimiento.

“Ahora he aprendido a llevarme bien con los demás. Antes era un diablillo”.

Verbina es una niña afgana refugiada en Lesbos. Tiene 12 años, la piel morena y unas trenzas fuertes como las ramas de un olivo. Su exilio empezó el día que escapó de su país en la hora en que la luz dorada empieza a golpear en los bazares y se filtra por las claraboyas. Recorrió a pie más de 2.000 kilómetros desde su Afganistán natal hasta Turquía, bajo un sol abrasador y con temperaturas de más de cincuenta grados centígrados. Atrás quedó una infancia en la que su madre le leía cuentos de animales fantásticos y hadas.

Verbina es una niña afgana refugiada en Lesbos. Tiene 12 años y quiere ser doctora. F. Barça

La joven afgana quiere ser doctora: “Lo que más me gustaría es poder salvar a mucha gente”. Verbina forma parte de un proyecto que refuerza y da herramientas a los niños y adolescentes refugiados para prevenir y resolver conflictos, fomentando su inclusión social. Jugar con otras niñas y niños de diferentes nacionalidades, refugiados o locales, no solo la está empoderando, sino que ha mejorado su bienestar emocional.

El deporte no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para educar y difundir la paz. Con este espíritu, la Fundación Barça ha establecido una estrategia propia de contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) alineada con sus tres líneas estratégicas: la prevención de la violencia, la inclusión social y la educación, todo ello a través del deporte. Por ello, coincidiendo con el 5º aniversario de la Agenda 2030, se ha presentado el Informe Ganar en desarrollo: Deporte y Agenda 2030, en el que se demuestra cómo el deporte contribuye a nueve de los 17 ODS. Las historias de Christopher Andrés y Verbina forman parte de los retos individuales y sociales para avanzar.

Aisha Al-Said es responsable de alianzas, innovación y conocimiento. Blanca de la Quintana es coordinadora de Deporte para el Desarrollo.

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