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Epidemia de gripe

Pese al esfuerzo de los profesionales, las deficiencias del sistema de atención primaria resurgen en momentos como estos

España lleva tres semanas sufriendo una epidemia de gripe por la irrupción de una nueva variante del virus (el llamado subclado K) que ha adelantado la habitual ola epidémica. A la espera de los últimos datos oficiales, que se publican este jueves y muy previsiblemente crecerán, la tasa de síndrome gripal se situaba en 349,5 casos por cada 100.000 habitantes, casi nueve veces más que el 27 de noviembre, cuando se superó el umbral pandémico, fijado en 37 casos por 100.000 habitantes.

Son unos datos de incidencia apenas vistos en la última década y que han puesto a numerosos centros de salud y servicios de urgencias al borde del colapso en un sistema sanitario ya de por sí tensionado, como decenas de miles de ciudadanos están comprobando estos días. Algunas comunidades han puesto en marcha medidas que no se veían desde los meses de la covid.

Aunque siempre es complicado hacer previsiones ante una variante nueva del virus, los expertos consideran que nos hallamos muy cerca del pico epidémico, si es que no hemos llegado ya. A diferencia de otros inviernos —cuando lo habitual es que ese pico se alcance a finales de enero o comienzos de febrero—, esta vez va a coincidir prácticamente con las fiestas navideñas. En los próximos días, por tanto, se sumarán dos fenómenos que pueden influir en la evolución de la enfermedad. Por un lado, las reuniones familiares y viajes típicos de estas fechas pueden elevar los contagios. Por otro, las vacaciones en colegios y universidades pueden rebajar la circulación del virus en los grupos de población más afectados hasta el momento.

La trágica experiencia de la pandemia supuso una enseñanza para todos que sigue presente en nuestras vidas. Como ha recordado el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, las personas con mayor riesgo deben vacunarse sin demora. En un escenario en el que crece el negacionismo anticientífico, resulta necesario enfatizar que las vacunas siguen siendo el medio más eficaz para evitar contagios y prevenir los casos graves, las hospitalizaciones y las muertes. Junto a ello, y como acertadamente ha subrayado la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, es importante mantener medidas de protección que todos hemos normalizado en nuestra cotidianidad, como el uso de mascarillas o evitar el contacto estrecho con enfermos.

Cuando los profesionales sanitarios han vuelto a salir a las calles para, entre otras cosas, protestar por la permanente sobrecarga de trabajo, hay que insistir en la necesidad de afrontar las deficiencias estructurales del sistema. Particularmente en atención primaria, que, pese a su recurrencia anual, resurgen en situaciones como la que vivimos estos días.

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