PSOE y Junts: tejer y destejer
En una relación desigual, la parte mayor tiene más responsabilidad. Los socialistas harían bien en reconstruir su relación con los independentistas catalanes
Detalla Pedro Sánchez en su célebre Manual de resistencia (un libro más citado que leído) una conversación con su padre, en enero de 2017, justo antes de dar un paso adelante y presentarse a las primarias para recuperar la secretaría general del PSOE. En esa conversación, el ahora presidente del Gobierno le traslada sus dudas. “¿Y si pierdo?”, dijo. Su padre le respondió: “Hay batallas que hay que da...
Detalla Pedro Sánchez en su célebre Manual de resistencia (un libro más citado que leído) una conversación con su padre, en enero de 2017, justo antes de dar un paso adelante y presentarse a las primarias para recuperar la secretaría general del PSOE. En esa conversación, el ahora presidente del Gobierno le traslada sus dudas. “¿Y si pierdo?”, dijo. Su padre le respondió: “Hay batallas que hay que darlas, aun a riesgo de perderlas”. Esa conversación demuestra una tendencia del presidente a la duda paralizante que ya hemos visto en otras ocasiones. Un caso particularmente llamativo fueron los cinco días de reflexión que se tomó en abril de 2024, a raíz de los ataques a su esposa. Tras la apariencia calculada de líder audaz, quizás se oculte una persona normal y corriente, con sus dudas y sus miedos, menos segura de sí misma y, por lo tanto, más proclive a ceder a la presión.
He pensado en este fragmento estos días, a raíz de la ruptura de Junts con el gobierno socialista y, en consecuencia, de la disolución de la mayoría de la investidura. Siempre he pensado que, cuando dos partes entran en conflicto —en cualquier ámbito— la mayor de las partes es la que tiene más responsabilidad, tanto en el origen del conflicto como en la resolución del mismo. La parte mayor tiene más palancas y más mecanismos que la parte menor, naturalmente. Por eso, el causante de la situación, a pesar de que ambas partes tengan su parte de responsabilidad, recae mayormente en el PSOE. Es cierto que algunas de las medidas que reclama Junts no dependen exclusivamente del Gobierno; la oficialidad del catalán en la UE o el despliegue definitivo de la ley de amnistía son buenas muestras de ello. Pero hay otras políticas cuya responsabilidad sí es exclusiva. Por ejemplo, la ejecución presupuestaria del Estado en 2023 fue del 45% en Cataluña y del 212% en la Comunidad de Madrid. A los catalanes se les dio la mitad de lo aprobado y a los madrileños más del doble. Eso no es culpa de nadie más que del Gobierno que preside Pedro Sánchez. Lo mismo podríamos decir de la tan esperada reforma legal contra la multirreincidencia, del traspaso efectivo de Rodalies o de la presentación del modelo de financiación singular para Cataluña. Estas medidas no eran la panacea, pero habrían permitido una cosa; ganar un tiempo precioso para encarrilar las cuestiones de fondo.
El pacto con Junts era arriesgado y sin duda al PSOE le ha supuesto un coste electoral. Un buen ejemplo de ello fue la ley de amnistía, que fue un éxito rotundo de Junts y una demostración de valentía por parte de Pedro Sánchez. Pero esa era la primera estación de un camino que ha quedado truncado. Sin mayoría y sin presupuestos, el presidente debería convocar elecciones. Eso dicta el manual de la buena política, aunque hayamos ya normalizado la posibilidad de gobernar sin presupuestos, como tantas otras cosas. Hemos escuchado al presidente reivindicar a menudo la buena política, que contrapone a la mala política del acoso y derribo sin escrúpulos que lleva a cabo la derecha y la extrema derecha españolas. Tiene razón, aunque no debería olvidar que dentro de la buena política también se incluye tener el apoyo de la mayoría del Congreso o convocar elecciones. Hoy estamos aquí, aunque hay que subrayar que tanto el PSOE como Junts hicieron bien en llegar a un acuerdo. Como bien dijo el padre del presidente, “hay batallas que hay que darlas, aun a riesgo de perderlas”. La pregunta que cabe hacerse ahora es si esa batalla ya está perdida del todo.
En el mismo libro que citaba al principio del artículo, Pedro Sánchez también recuerda la lectura de los diarios de Manuel Azaña. Escribe que de él aprendió que la política es “un continuo tejer y destejer”. La afirmación es certera, dado que en política casi nunca se gana por goleada y que a veces ganar por la mínima no solo es suficiente, sino que es incluso deseable. Quizás al presidente del Gobierno, si quiere terminar la legislatura con algunos éxitos en el zurrón más allá de haber resistido cuatro años en La Moncloa como si del fuerte de Él Álamo se tratara, le convendría volver a tejer su relación con Junts. Hoy me jugaría una cena a que eso ya no es posible, porque la relación está hundida; pero hace ya tiempo que comprendí que la política española y catalana son capaces de dar los giros más inesperados en el último minuto. A no ser, claro, que la intención de Pedro Sánchez sea situar a Junts en un callejón sin salida para forzar a Carles Puigdemont a dar por liquidado el acuerdo, sin ser él quien tomase esa decisión. Pero esa manera de proceder tan electoralista como maquiavélica no aparece por ningún lado en el Manual de resistencia. Más bien la contraria.