Volver a olvidar
Se acabó agosto y se apagaron los fuegos. Retornó la agenda política, tan amnésica si no tiene encuestas a mano
Uno piensa que hace falta el tiempo para que llegue el olvido, y qué va: a veces se olvida lo más reciente. Al olvido no le hace falta que pasen los días porque el olvido es la consecuencia más obvia de esta manera ...
Uno piensa que hace falta el tiempo para que llegue el olvido, y qué va: a veces se olvida lo más reciente. Al olvido no le hace falta que pasen los días porque el olvido es la consecuencia más obvia de esta manera nuestra de vivir en la que todo ocurre deprisa, en la que se suceden los tuits, los reels y las alertas en el móvil a un ritmo imposible de asimilar. Hoy nos indigna lo que mañana olvidaremos, porque todo queda a un golpe de clic.
Nos hemos dejado atrapar por una especie de capitalismo de la atención que concede unos pocos segundos a un vídeo o a una canción para que pueda impactarnos. Si no, iremos con el dedo al siguiente vídeo y a la siguiente canción. Lo haremos en un gesto mecánico, casi inconsciente: porque siempre hay más, porque el contenido no se acaba nunca y porque el algoritmo tiene una capacidad adictiva y narcótica.
Han pasado unas pocas semanas de la ola de incendios que arrasó el noroeste del país y que nos puso sobre la realidad de una serie de abandonos, tan obvios que no quisimos verlos a tiempo: la despoblación y la falta de medios, la fractura entre el campo y la ciudad, la precariedad de quienes luchan contra el fuego o la importancia de cuidar el monte. Día tras día, fuimos escuchando las voces de los vecinos que se negaron a dejar sus casas y que explicaron el estado en el que estaban sus pueblos. Vimos cómo se buscaba en internet a operarios que no tuvieran formación ni experiencia para que se enfrentaran al fuego.
Se acabó agosto y se apagaron los fuegos. Vinieron otros cientos de alertas en los teléfonos. Vinieron más tuits y más reels. Vino la agenda política, tan cargada de cosas y, a la vez, tan olvidadiza si no tiene encuestas a mano que le hagan memoria. Septiembre trajo la desatención, porque al olvido no le hace falta el tiempo. Y así siguen las cosas como están, tan a la vista. Para el campo y para esos trabajadores a los que llaman héroes en las peores horas aunque en realidad aspiren a algo mucho más sencillo: condiciones dignas todos los días del año. Es decir: en ese largo periodo en el que apenas se acuerdan de ellos.