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Cuando se quema el alma de una tierra

Los lectores escriben sobre los incendios en El Bierzo, la precariedad laboral juvenil y las vacaciones en los pueblos

Hoy me duele El Bierzo, mi tierra. Me duelen sus encinas y castaños calcinados hasta la raíz. Me duelen sus pueblos evacuados y los recuerdos de sus gentes convertidos en cenizas. Hoy me duelen sus montes de color verde esperanza, teñidos ahora de destrucción. Hoy, a los bercianos nos han dado donde más nos duele. Hoy, se quema nuestra identidad, nuestra historia, dejando un reguero de pavesas y lágrimas. Hoy, con mezcla de impotencia y pena, le pedimos a la patrona de El Bierzo que llueva, pero no porque se seque la ribera, sino porque se nos quema el alma, desde el corazón hasta Las Médulas.

María Álvarez. Ponferrada (León)

Una vez más

Soy del Bierzo, vivo en El Bierzo y mi vida laboral ha estado siempre vinculada a la prevención y lucha contra los incendios y he de decir que somos expertos en llevarnos las manos a la cabeza y buscar culpables en situaciones de catástrofe. Sin embargo, somos muy laxos a la hora de analizar las causas y de invertir en los remedios para el futuro, y me temo que este tipo de situaciones de incendios en el ámbito rural van a ir a más, sobre todo mientras los responsables políticos sigan estando obnubilados con las cifras del turismo y se olviden de los lugareños. Pero cuidado, todos tenemos parte de culpa.

José Manuel Valcárcel Rodríguez. Ponferrada (León)

Juventud en nómina

Verano, cinco de la tarde. He dejado de mirar por hoy el móvil; también he cerrado un libro mediocre. Hace más de un mes que empecé a trabajar. Recuerdo que en mi segundo día fui a un parque a comer —no puedo llegar a casa y volver—. Frente a mí, tras unos arbustos, había una tienda de campaña. Hay gente viviendo. No tienen un hogar digno y no sé si tendrán empleo. Mientras tanto yo tengo un trabajo aburrido, de bajo salario y temporal, pero vengo de Carabanchel y quiero un par de eurillos para engrosar mi cuenta bancaria, cuyo fondo no es más que una beca para estudiar en una universidad pública. Sí, ese tipo de universidades que se están derrumbando. Empiezo una carrera con la esperanza de poder trabajar y tener una buena vida. Soy de letras y sé perfectamente que hay un 50% de posibilidades de migrar a otro país. O quizás a otro mundo donde no escribir sobre el futuro para evitar este presente. Ahora, me voy al segundo turno.

Sofía Sánchez Adán. Madrid

Vacaciones ‘low cost’

Llegas al pueblo con tus hijos en búsqueda de desconexión y tranquilidad a bajo coste. Los peques se reencuentran con los primos y niños del barrio que les invitan a jugar al escondite inglés y a fútbol. Por la noche, se juntan para jugar al escondite hasta las 12. El mayor, de siete años, me pide por favor salir a la noche a divertirse con ellos. Él es de los pequeños y nunca sale hasta tan tarde. Accedo porque uno de los primos adultos juega con ellos y sé que va a estar vigilado. No me esperaba que se lo pasara tan bien. Emocionado, me sorprendió diciéndome que era el mejor día de su vida. Para mí también fue un día especial.

Belinda Pelaz Sánchez. Galdakao (Bizkaia)

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