Vito Quiles y el precio de la libertad
Nos hemos acostumbrado a políticos que afirman que los medios donde salen noticias que los perjudican no son prensa de verdad
“Si usted me jura que va a preguntar a Abascal por la financiación ilegal de Vox, a Ayuso por las mordidas durante la pandemia ...
“Si usted me jura que va a preguntar a Abascal por la financiación ilegal de Vox, a Ayuso por las mordidas durante la pandemia de sus familiares y a Mazón qué hacía en El Ventorro mientras su gente se ahogaba, no voto a favor de expulsar a propagandistas de la derecha y la ultraderecha”, ha declarado Gabriel Rufián, dirigiéndose a Vito Quiles. El diputado de Esquerra justificaba así su rechazo a las enmiendas a la totalidad propuestas por el PP y Vox a la reforma del Reglamento del Congreso impulsada por el PSOE. La reforma, apoyada por todos los grupos, salvo PP y Vox, pretende expulsar a “pseudoperiodistas ultras” que se comportan de manera impertinente y desagradable. El truco, naturalmente, pasa por no considerarlos periodistas. La impertinencia, ya sabemos, puede ser un valor o un demérito según lo simpático que te caiga el impertinente. A veces celebramos que el periodismo haga preguntas incómodas y venga a armar follón. Otras, reprochamos que cree mal ambiente.
La reforma es preocupante y la frase de Rufián (abreviada, pero sin que el resumen modifique el sentido) muestra una concepción autoritaria que hemos naturalizado. Un político le dice a un reportero lo que tiene que preguntar para que le considere periodista. Nos hemos acostumbrado a políticos que afirman que los medios donde salen noticias que los perjudican no son prensa de verdad. Y también a la idea que subyace al ejercicio retórico de Rufián: es el poder quien fiscaliza a la prensa. Hay ministros que prácticamente se dedican a eso. Uno puede coincidir con Rufián en que el periodismo debe incomodar a todos y que lo demás es propaganda, pero no es labor de un político dar clases de ética periodística, y mucho menos credenciales.
¿Qué es más peligroso para la democracia? ¿Un par de moscas cojoneras que hacen preguntas incómodas o que una mayoría parlamentaria decida expulsarlas? ¿El periodismo maleducado y sectario o la política sectaria que veta a periodistas en nombre de la buena educación?
Una crítica frecuente a estas medidas es decir que son un mal precedente: cuando gobierne el adversario, hará lo mismo. Pero ya es bastante malo expulsar a gente desagradable como Vito Quiles o Bertrand Ndongo. Si solo defiendes la libertad de expresión de quienes opinan lo mismo que tú, en realidad no defiendes la libertad de expresión: la atacas. La libertad exige sacrificios odiosos, pero la alternativa es peor.