El mal del rey destronado

Da igual lo bueno, lo imprescindible y lo poderoso que seas o te hayan hecho creer que eres. Siempre llegará alguien más fresco y más interesante

Pablo Motos (a la derecha) y David Broncano.

Es bueno ser rey. La frase se la hizo decir el cómico Mel Brooks a un trasunto de monarca absoluto que, sabiéndose omnipotente, temido e impune, lo mismo le metía sin permiso el hocico en el canalillo a una súbdita maciza que practicaba el tiro al pobre con los desharrapados del reino antes de que la plebe se rebelara y le cortara la cabeza en la guillotina. La película, La loca historia del mundo, de 1981, se ha quedado trasnochada por previsible, chusca y rijos...

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Es bueno ser rey. La frase se la hizo decir el cómico Mel Brooks a un trasunto de monarca absoluto que, sabiéndose omnipotente, temido e impune, lo mismo le metía sin permiso el hocico en el canalillo a una súbdita maciza que practicaba el tiro al pobre con los desharrapados del reino antes de que la plebe se rebelara y le cortara la cabeza en la guillotina. La película, La loca historia del mundo, de 1981, se ha quedado trasnochada por previsible, chusca y rijosa. Pero el lema pervive, por certero, en monarquías y repúblicas. Realmente, es bueno ser rey o reina. De lo que sea. De la casa, de la fiesta, del trabajo, de la tele. Te ponen las mejores piezas a tiro para que te luzcas cazándolas mientras los palmeros te cantan a coro lo guapo que eres y el tipo que tienes, sin que nadie se atreva a insinuarte que, bajo toda tu pompa y tu soberbia, se te ven las vergüenzas.

Sí. Es fantástico ser el primero en lo tuyo. Por eso es tan difícil asumir que alguien, de repente, se atreva y consiga moverte el trono. Que tus chistes ya no hagan gracia, o ya no tanta. Que los invitados más codiciados ya no se mueran de ganas de que les recibas en tus salones cuando lo que quisieran es ir a otros que les resultan más rentables o, simplemente, más divertidos. Que ya no seas el puto amo. No. Esto no va, o no solo, de Pablo Motos ni de David Broncano. Va de la vieja y, sí, a veces loca historia del mundo. Da igual lo bueno, lo imprescindible y lo poderoso que seas o te hayan hecho creer que eres. Siempre llega alguien más fresco y más interesante que supera la cresta de tu ola, y ese tsunami se puede surfear con cintura o a codazos que solo revelan tu miedo. Por cierto, Mel Brooks sigue vivo y en forma. Tiene 98 años y, en 2023, a los 97, escribió y protagonizó la segunda parte de la comedia de marras, reconvertida en miniserie de batalla en una plataforma. Así es la vida, así que ojalá pare esta guerra ridícula y las sobreactuaciones de unos y otros como si lo suyo fuera la toma de no sé qué Bastilla catódica. Hay sitio para todos en el reino de las chorradas.

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