Jordan Bardella, el delfín que se trasformó en tiburón
Una entrevista en la que el líder de la extrema derecha francesa arremete sin querer contra su jefa, Marine Le Pen, se hace viral en las redes galas
La sinceridad es escasa en política, por no decir inexistente en figuras como Jordan Bardella, el delfín de Marine Le Pen, cuya obsesión enfermiza por controlar cada palabra, entonación o gesto, con el único y cínico fin de manipular a su audiencia, le ha valido el apodo de cíborg de la política francesa. Por eso cuando ocurre lo impensable, es decir, cuando de repente parece salir algo mínimamente espontáneo de su boca en una entrevista, la sorpresa es total, incluso para el propio presidente del Reagrupamiento Nacional (RN), como sucedió este lunes en el plató de BFM TV. La secuencia no tiene desperdicio y está siendo masivamente compartida en las redes, calificada ya de histórica por los usuarios. Al ser preguntado por la posición de la formación de extrema derecha sobre los candidatos del partido en las legislativas que hicieron comentarios racistas o que ya habían sido condenados por la justicia en el pasado, y que fueron un lastre para una formación política que buscaba suavizar su imagen, Bardella contestó: “Para mí, no tener antecedentes penales es la regla número uno si se quiere ser diputado”. Inmediatamente después se le ve congelado, tragando saliva, con el rostro lívido, seguramente rezando en su interior para que nadie se haya percatado de la bomba que acababa de soltar en el contexto del juicio abierto contra Le Pen y otros 24 dirigentes del RN por haber contratado ficticiamente a asistentes parlamentarios europeos que en realidad trabajaban para el partido. La Fiscalía ha pedido cinco años de cárcel y cinco de inelegibilidad para Le Pen, además de una multa de 300.000 euros.
Por un momento, el dirigente seguramente pensó que se había salvado porque uno de los dos periodistas no se dio cuenta de la gravedad de sus palabras. Pero mientras encaraba la siguiente pregunta, el otro periodista, totalmente desconcertado, interrumpió a su colega: “Espere, espere, espere. ¿Y si Marine Le Pen es condenada?”. Bardella parecía tan perdido que su primer gesto fue tocarse la oreja, como buscando un auricular imaginario para que le susurren una de esas punchlines con las que consigue esquivar las preguntas que no le gustan, pero la inspiración no llegó y casi tartamudeando acabó soltando: “Habrá un recurso”. “¿Si los jueces confirman la sanción y hay legislativas o presidenciales, Marine Le Pen no podrá ser candidata porque habrá sido condenada? Es lo que acaba de decir”, insistió el periodista. “El recurso no confirmará la sanción porque Marine Le Pen es totalmente inocente”, le respondió Bardella, acorralado. La secuencia termina al fin y la entrevista prosigue sobre otro tema. La cámara enfoca al político. Su expresión es la de un personaje de un cuadro de Munch.
Desde que se hizo público el requerimiento de la Fiscalía contra Le Pen y los dirigentes del RN, la extrema derecha francesa no ha cesado de acusar a los jueces de buscar “la muerte política” de su líder y candidata a las presidenciales de 2027, copiando de facto la estrategia trumpista de deslegitimación del sistema judicial y contradiciendo el propio discurso de Le Pen sobre la ejemplaridad de los políticos y la necesidad de que existan penas ejemplares para los que “roban el dinero de los franceses”. ¿Cómo le habrá sentado a la dirigente ultra, que últimamente aparece en los medios con la mandíbula apretada y una mueca de rabia que no consigue disimular, el error garrafal de su protegido, que sin ella no sería absolutamente nada? Aunque no fue premeditada, es difícil no ver en la salida de Bardella un paso más en la estrategia de emancipación puesta en marcha por el político en los últimos meses. ¿Será algo más que una coincidencia la publicación de su libro autobiográfico con la imputación de su jefa? En Lo que busco, Bardella se distancia sutilmente de la línea oficial del partido en materia de alianzas políticas ―aboga por la unión de las derechas, algo a lo que se opone la líder― o de economía ―su orientación es claramente liberal, mientras que el enfoque de Le Pen es más social―. El político no puede ignorar que, sea cual sea la decisión final del tribunal (prevista a principios de 2025), el juicio es nefasto en términos de imagen para el RN en un país donde, a diferencia de EE UU, la respetabilidad de sus presidenciables es un valor que aún cuenta electoralmente.
A la luz de lo sucedido este lunes, algunos pasajes de su libro resultan casi cómicos. A propósito de un viaje en crucero frente a las costas de Fort Brégançon ―donde veranean los presidentes de la República― que hizo junto a su mentora, el político escribe: “En la proa, sola y pensativa, Marine contempla el panorama (...). Atreviéndome a romper el silencio, me acerco a ella: ‘¿Crees que algún día estarás allí?’ (...) Mirando a lo lejos, su respuesta es sencilla, decidida y hermosa: ‘Estoy convencida’. El coraje de Marine me obliga. Su estoicismo incandescente también”. Bien sea por ambición o por necedad, el delfín de Le Pen ha complicado aún más las opciones de Marine de cumplir su gran sueño.