De perros y de ladrones honrados
El robo del perro a una niña discapacitada en Nápoles ha tenido en vilo varios días a los usuarios de las redes italianas
El perro robado a la niña discapacitada ha sido devuelto: “Somos ladrones, pero honrados”. Así titulaba el diario napolitano Il Mattino la abracadabrante historia que ha tenido en vilo varios días a la ciudad de Acerra, situada en la periferia de Nápoles, tras el robo de Maui, un perro al que su dueña Miriam, una niña de 12 años en silla de ruedas, quería con locura. Ocurrió un sábado por la noche, cuando unos ladrones entraron en el domicilio de la familia de la niña y, además de las joyas y los dispositivos electrónicos, se llevaron al pobre y diminuto Maui, de la muy cotizada raza Spitz, como si se tratara de un objeto más. El hurto se convirtió en un drama nacional. Con una música tristísima de fondo, un reportaje de la Rai mostraba a Miriam, aquejada de una grave enfermedad genética, llorando desconsolada mientras sostenía entre las manos un álbum de fotos del perro. No sé si los ladrones lo llegaron a ver o si intuyeron que Maui no sería tan fácil de revender dado su reciente e inesperado salto a la fama, pero lo cierto es que a los pocos días del hurto, estos llamaron a los padres de Miriam para decirles que les devolverían el animal porque, insistieron, eran ladrones, pero honrados. Unas horas más tarde, Maui reapareció en el portal de la casa familiar.
En las redes, el apoyo a Miriam fue masivo y la condena a los ya famosos ladrones honrados de Acerra casi unánime. Digo casi porque también hubo quien consideró, sin ningún tipo de ironía, que por haber devuelto el perro los raptores de Maui habían pasado de sinvergüenzas a auténticos santos. “Solo en Nápoles puede suceder un gesto tan bello”, escribió, emocionada, una mujer en Instagram. No le quito la razón, no dudo de que esta historia solo podría haber pasado en Nápoles y que de estar vivo quizá incluso le hubiera inspirado una divertida comedia a Mario Monicelli con Totò de protagonista. Pero creo que percibir cierta belleza en el robo de un animal de compañía, aunque luego fuera devuelto, demuestra un desconocimiento profundo del amor que une un animal a su dueño y viceversa.
De ese vínculo, que no se parece a ningún otro, nos habla con mucha sensibilidad Su olor después de la lluvia, el libro más vendido en Francia en 2023 y publicado en España por Penguin el pasado mayo. Una “novela de amor de una gran belleza”, según Le Monde, concebida como un emotivo homenaje de su autor, Éric Sapin-Defour, a su fiel compañero Ubac, un boyero de Berna con el que compartió su vida durante 13 años. A lo largo de casi 300 páginas, Sapin-Defour, profesor de educación física en Secundaria y apasionado del alpinismo ―tema al que ha dedicado sus anteriores libros―, cuenta cómo la llegada de Ubac, ese ser tan singular y diferente a él, cambió su vida, permitiéndole acceder a “otra dimensión de la existencia” en la que “la felicidad tiene fecha de caducidad” y el tiempo apremia, dado el carácter fugaz de esa convivencia. “Así fue, me miró, le miré, nos dijimos “eres tú” y la Tierra cambió de eje, el misterio de una vida mucho más amplia que nosotros, eso es todo”, escribe el autor de su primer encuentro con Ubac.
Desde que adopté hace cuatro años a mi perro Larry, un mestizo de labrador, no hay día que no piense en lo profundamente injusta que puede ser la naturaleza porque, como dice Sapin-Defour, si existiera la eternidad hay seres junto a los cuales sabríamos exactamente cómo llenarla. Larry me ha enseñado que existe un tipo de amor que no necesita palabras para expresarse y que se comparte siempre con alegría; a apreciar la belleza donde antes no era capaz de verla; me ha permitido conocer a personas maravillosas, como mi querida María y su fiel Max, sin cuyo cariño probablemente no hubiese podido superar la muerte de su marido y compañero de vida; me ha hecho entender que la libertad puede ser sinónimo de compromiso y abnegación, y que atreverse a querer a un ser tan efímero es un acto de valentía que enriquece a las personas aunque tengamos luego que sufrir lo indecible. En el caso del autor, cuyo libro recibió el Premio Goncourt de los animales, el amor que sintió por Ubac no solo mejoró su vida, sino que reveló además a un gran escritor.