¿Y el señorío del Madrid?
Redes sociales como X se inundan de comentarios por la espantada del Real Madrid y de Vinicius para no ir a la gala del Balón de Oro
Señorío es un término que forma parte de la leyenda del Real Madrid. No solo gana como ninguno 15 copas de Europa y 36 Ligas, sino que lo hace con elegancia, generosidad, “gravedad y mesura en las acciones” y “dominio y libertad en obrar, sujetando las pasiones a la razón”. Así define el Diccionario de la RAE la palabra “señorío”, cuyo reverso, no solo en el mundo del fútbol, suele ser la soberbia, la prepotencia y la condescendencia. De todo ello se está hablando mucho en las redes sociales a propósito de la espantada del Madrid en la gala de entrega de los premios Balón de Oro, en solidaridad con Vinicius Júnior. A este excepcional jugador le filtraron horas antes que el ansiado galardón, que ya daba por hecho, iba a parar a las manos del excelente futbolista español Rodri y pasó de todo, al igual que el propio club. Siete de las 10 tendencias que centraban este martes el tráfico algorítmico de X tienen relación con el trofeo dorado: una pataleta pueril y arrogante, para unos (los más numerosos), y una histórica injusticia como consecuencia de la conspiración de la UEFA contra el club que lidera la alternativa de la Superliga, para otros.
¿Qué ha sido del señorío (vocablo de reminiscencia feudales y machirulas, por otra parte) del Madrid? Porque, independientemente de la opinión y afición de cada uno, la actuación del club no parece ceñirse a la definición de la Academia. “Como simpatizante del Real Madrid me da vergüenza el señorío que se supone tenía este equipo y del que se le llena la boca de vender Florentino Pérez”, dice un forofo atemperado, lo cual no deja de ser noticia. ”El fútbol español tiene un grave problema cuando el mayor motivo de celebración no es que Rodrigo Hernández haya ganado el Balón de Oro, sino que no lo haya hecho Vinicius Júnior. Nunca vi tanto odio hacia un jugador de fútbol en España”, apunta otro.
Ciertamente, Vinicius no se ha granjeado la simpatía de muchos aficionados en España. Algunos recuerdan que el tercer criterio para ganar el premio es classy and fair play (clase y juego limpio). Pero nadie puede negar ni sus condiciones ni su valentía cuando se encaró con la grada de Mestalla para denunciar públicamente insultos racistas. Logró que el problema del racismo en el fútbol y en España acaparara las portadas de la prensa internacional el pasado año, con reprobación incluida de su compatriota y presidente brasileño Lula Da Silvia y se señalara a los valencianistas, y por extensión a los valencianos, como epítomes del racismo. Hay quien no olvida: “No hay ningún detenido por gritos racistas a Lamine Yamal en el campo del Real Madrid. Cuando los hubo en Mestalla hacia Vinicius, a las 48 horas había tres detenidos, que no quede en el olvido”, recuerda un post. Los tres energúmenos ya han sido condenados a ocho meses de cárcel.
“Mena de mierda”, “puto negro”, “puto moro” y “a vender pañuelos al semáforo” gritaron algunos aficionados desde una esquina del Bernabéu al extraordinario jugador español de 17 añitos, de padre marroquí y madre de Guinea Ecuatorial (también insultaron a Raphinha y a Ansu Fati). En su cuenta de X, Vinicius denunció los insultos, que poco tienen que ver con el señorío del Real Madrid (el club anunció la apertura de una investigación). Ningún jugador madridista compareció ante los medios tras la contundente derrota ante el Barça el pasado sábado, lo que tampoco se compadece bien con esos valores que sí defendió el mismo Rodri al recoger el Balón de Oro: “Me quería acordar de mis compañeros que ganamos la Eurocopa, de Carvajal, que perfectamente merecería estar aquí, y a uno que creo que lo ganará que eres tú, Lamine”; “Tantos jugadores que no lo han ganado y que lo merecían: Xavi, Iniesta, Iker, Busi...” o “No es una victoria mía, sino del fútbol español”. La catalana Aitana Bonmatí se alzó también con el Balón de Oro a la mejor jugadora. Por primera vez, dos futbolistas de un mismo país han ganado sendos balones. Para muchos, no obstante, el foco era otro.