El nuevo desafío de Lula: los pobres se gastan el dinero recibido del Gobierno en juegos de azar

En Brasil, miles de personas en situación de pobreza se enganchan a las apuestas en línea con el dinero que reciben de las ayudas sociales

Un teléfono móvil muestra un juego de apuestas en línea, en São Paulo (Brasil), el 19 de septiembre de 2024.Alexandre Meneghini (Reuters)

A su vuelta de Estados Unidos, el presidente brasileño, Lula da Silva que ha tenido con la apertura anual de los trabajos de la ONU un notorio protagonismo mundial, se encontrará en su país con un nuevo quebradero de cabeza: buena parte de los billones de reales que el Gobierno ofrece a las familias más pobres que mal consiguen comer se lo están gastando en apuestas.

Se ha tratado de un descubrimiento que ha alarmado al país ya que en esa...

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A su vuelta de Estados Unidos, el presidente brasileño, Lula da Silva que ha tenido con la apertura anual de los trabajos de la ONU un notorio protagonismo mundial, se encontrará en su país con un nuevo quebradero de cabeza: buena parte de los billones de reales que el Gobierno ofrece a las familias más pobres que mal consiguen comer se lo están gastando en apuestas.

Se ha tratado de un descubrimiento que ha alarmado al país ya que en esas apuestas han entrado incluso los adolescentes de esas familias pobres a escondidas de sus padres. Se calcula que por lo menos un quinto de la ayuda mensual que el Gobierno ofrece acaba absorbido por el juego. Solo en el mes de agosto fueron gastadas en esas apuestas 21 billones de reales.

Como escribe Flávia Oliveira en su columna del diario O Globo: “La epidemia de las apuestas de los pobres es gravísima porque amenaza la salud financiera como la física y emocional”. Para Lula la preocupación es mayor dado que el programa Bolsa Familia, la ayuda mensual financiera a los millones de pobres, fue creada por él en sus gobiernos anteriores y supuso la salida del infierno del hambre de millones de personas.

Y ha sido precisamente la lucha contra el hambre en el mundo una de las banderas defendidas por Lula en la ONU. Una lucha que Lula ha tomado como suya no solo en Brasil sino en el mundo recordando que de niño sintió en su carne los desgarrones del hambre cuando su familia tuvo que emigrar de la pobreza del norte del país para la rica São Paulo en busca de trabajo y comida.

El miedo del Gobierno de Lula es que el descubrimiento de que los más pobres se juegan en apuestas parte de lo que reciben como ayuda del Gobierno para mitigar el hambre acabe desprestigiando una de las banderas sociales más importantes de Brasil. Gracias a esa ayuda, millones de niños han podido salir de la desnutrición atávica y volver a hacer las tres comidas al día, como siempre ha recalcado Lula como un imperativo para salir del círculo maldito de la infancia desnutrida.

A su vuelta de su periplo político, donde Lula fue criticado por su actitud de ambigüedad frente al drama vivido por Venezuela, tendrá que abordar el inesperado problema de las ayudas sociales a los más necesitados gastadas en apuestas. No le será fácil combatir esa nueva plaga ya que se enfrenta a los intereses de los grandes bancos y sociedades financieras que lucran con esos juegos de azar.

Lo más seguro es que el tema tenga que ser estudiado y discutido por el Congreso donde justamente el Gobierno de centro izquierda de Lula no cuenta con la mayoría y se las ve y se las desea para conseguir aprobar sus propuestas de ley, muchas veces a costas de aceptar el compromiso de los votos de partidos bolsonaristas que acaban pasándole factura.

El triste descubrimiento de que buena parte de los billones de reales destinados por el Gobierno en ayudas a los más pobres se va en apuestas puede agravar la crítica de la oposición liberal de extrema derecha que critica al progresista Lula de estar alimentando, con sus ayudas sociales, una cierta inercia en la búsqueda de un trabajo, viviendo a las espaldas del Gobierno.

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