No ando tranquila por la calle

Como madre española tengo derecho a no preocuparme cuando mis hijos anden solos, a que no los paren para pedirles papeles, a que no tengan que responder siempre como sospechosos habituales

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una rueda de prensa en la sede nacional del PP, en Madrid.Borja Sánchez-Trillo (EFE)

Tiene razón Núñez Feijoo cuando dice que los españoles tenemos derecho a andar tranquilos por la calle. Como española no puedo estar más de acuerdo. Como madre española tengo derecho a no preocuparme cuando mis hijos anden solos, a que no los paren para pedirles papeles, a que no tengan que responder siempre como ...

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Tiene razón Núñez Feijoo cuando dice que los españoles tenemos derecho a andar tranquilos por la calle. Como española no puedo estar más de acuerdo. Como madre española tengo derecho a no preocuparme cuando mis hijos anden solos, a que no los paren para pedirles papeles, a que no tengan que responder siempre como sospechosos habituales. Tengo derecho a que nadie les niegue un trabajo por ser más morenos de la cuenta o les paguen menos por lo mismo o les impidan la entrada a los sitios o les dificulten el alquiler de una vivienda por no ser percibidos como de aquí o insistan en preguntarles de dónde son o les hablen muy despacio o gritando. Tengo derecho a no inquietarme temiendo que puedan ser más agredidos y más discriminados que los hijos de otras madres.

Durante años en España sacamos pecho porque no teníamos extrema derecha, maravillosa anomalía, decían. Puro espejismo dado que los discursos ultras y xenófobos estaban más que normalizados en el PP y en CiU. Los ciudadanos que no han sentido nunca el aliento fétido del racismo en la nuca creían vivir en un país muy distinto del que habitábamos quienes nos dábamos de bruces contra las barreras administrativas, sociales y laborales de la exclusión por origen. Ojalá haber vivido en ese lado y no en éste, donde cada milímetro de avance supone un esfuerzo contra elementos que los autóctonos ni siquiera pueden imaginar. Cuando después de la crisis de 2008 todos celebraban que aquí no había extrema derecha yo dejé de leer los comentarios que se vertían sobre cada columna que publicaba en otro periódico por resultarme insoportable la violencia racista que expresaban. Y no, no va en el cargo porque una cosa es que te digan “no estoy de acuerdo contigo” y otra muy distinta es que te manden cada día a tu país. Cuando surgió Vox, Santiago Alba Rico dio con una imagen genial para describir su nacimiento: era un prolapso del PP, algo que también se puede aplicar a Aliança Catalana con Junts. Ambas formaciones parecen ahora querer recuperar este desprendido sector de su electorado. Por eso olvidan que hay españoles (y catalanes) que estamos lejos de sentirnos fuera de peligro en nuestro propio país, más cuando alguien con tanto poder mediático como el presidente del PP señala públicamente a los extranjeros y los asocia con una peligrosidad inherente que se desprende del color de su piel o del número de aspiradas y guturales que tengan en sus apellidos. No, con racistas como éstos es imposible andar tranquila por la calle.

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