La atención sanitaria en verano

Los lectores escriben sobre los problemas de la sanidad, la decisión del Supremo sobre Puigdemont, el racismo en Cataluña y las elecciones francesas

Hospital del Mar, en Barcelona, junto a la playa del Somorrostro.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

A nuestros políticos se les llena la boca diciendo que tenemos el mejor sistema sanitario y proclaman que hay que reforzarlo. Cuesta ver como se materializa esa promesa a lo largo del año, pero en verano más. Un año más se cierran camas de hospitales, no se contratan sustituciones en los centros de salud, no se refuerzan plantillas en servicios ubicados en zonas turísticas que multiplicarán su población significativamente y, a los profesionales que estarán en las trincheras en la época estival se les exige mantener calidad asistencial con mucha más carga de trabajo. Los sanitarios nos atienden de la mejor manera posible con el tiempo y los recursos que tienen disponibles. Ellos son los que hacen, en todo caso, con su calidad humana y profesional que nuestro sistema sanitario sea de los mejores del mundo. Tratémoslos con el respeto que merecen ya que otros seguirán sin hacerlo.

Vanesa Marzo Vega. Barcelona

Una tendencia preocupante

Me gustaría expresar mi preocupación ante la tendencia de ciertos jueces conservadores que, lejos de respetar y aplicar fielmente las leyes emanadas del Parlamento, parecen reinterpretarlas de manera arbitraria y sesgada. Es desconcertante ver cómo EL PAÍS califica esta práctica de “justicia creativa”, un término que, a mi juicio, le otorga una connotación injustamente positiva a una actuación que debería ser señalada con mayor dureza. En lugar de “justicia creativa”, deberíamos hablar de “justicia manipulada” o “justicia distorsionada”. Este fenómeno no solo socava la confianza en el sistema judicial, sino que también erosiona la esencia de la democracia, que se fundamenta en la separación de poderes y el respeto por el mandato legislativo.

Juan Carlos Pacheco Claros. Madrid

Alerta: racismo

Mis hermanos y yo nacimos en un pueblo del Pirineo catalán entre los 80 y 90. El hecho de ser “diferentes” se acentuó, ya de adultos, al mudarnos a Barcelona, por tener acento catalán de pueblo y rasgos no caucásicos. Hoy en día, mi sobrino de 11 años, hijo del mismo pueblo, recibe burlas de otros niños que le dicen que “vuelva a su país con una patera”. Mis hermanos y yo nunca recibimos este trato tan duro durante nuestra infancia, ni este nivel de acoso. No me atrevo a pensar que el pueblo se ha convertido en racista, pero se evidencia que las actitudes racistas se están normalizando en muchas casas.

Sheimah El Bejjaji. Ribes de Freser (Girona)

¿Qué haríamos sin Francia?

Parafraseando a César Vallejo, si Francia cae —digo, es un decir–, niños del mundo, ¿dónde iremos a buscar la libertad, la igualdad y la fraternidad?, ¿en qué espejo vamos a mirarnos? Allí se mecieron los tres ideales del racionalismo ilustrado que fundan el mundo contemporáneo, en los que se sustenta Europa. Por eso, no solo Francia está en la encrucijada; la Unión Europea tal como la entendemos hoy tiembla también en ese mismo tablero hexagonal. Ojalá triunfen los valores republicanos en la segunda vuelta y la madre Francia no caiga –digo, es un decir–, en manos de la ultraderecha.

Luis de Luxán Meléndez. Porrúa — Llanes (Asturias)

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