La guerra se está extendiendo a Líbano

El Gobierno de Netanyahu avanza de forma irresponsable hacia un nuevo frente de guerra mientras arrasa Gaza

Manifestación de israelíes contra Netanyahu ante la residencia del primer ministro en Jerusalén.ATEF SAFADI (EFE)

Mientras la tragedia que está provocando la ofensiva militar israelí en Gaza continúa sin que el primer ministro Benjamín Netanyahu modere mínimamente su estrategia de destrucción de la Franja, la frontera entre Israel y Líbano se ha convertido en el escenario de un intercambio diario de ataques entre el ejército israelí y la milicia proiraní Hezbolá cuya intensidad es cada vez mayor. Lejos de ser incidentes esporádicos, el intercambio de fuego y los bombardeos se han convertido en una peligrosa, mortal y creciente rutina que amenaza con quedar fuera de control. Israel y Hezbolá han entrado en una dinámica camino a la guerra.

Las acciones militares incluyen el uso de artillería, cohetes, aviación por parte de Israel y drones por parte de la milicia proiraní. Van acompañadas de declaraciones políticas y movimientos diplomáticos que hacen cualquier cosa menos rebajar la tensión. El ala más radical del Gobierno ultraderechista israelí presiona cada vez más para abrir rápidamente un segundo frente bélico. El ministro de Exteriores Israel Katz advirtió de que si Hezbolá no se retira del sur del Líbano, Israel atacará “con plena potencia”. El ministro de Defensa Yoav Galan amenazó con devolver a Líbano “a la edad de piedra”. Son pronunciamientos inequívocos. Mientras, la Liga Árabe añadió ayer tensión al sacar a Hezbolá de su lista de organizaciones terroristas, en un claro mensaje de advertencia a Israel.

La comunidad internacional debe fijar su prioridad en exigir contención a todos los actores implicados y evitar una guerra entre Israel y Hezbolá, porque a nadie se le escapa que el escenario geopolítico sería muy diferente al de Gaza. Resulta inconcebible que Netanyahu permita a sus ministros exigir públicamente con naturalidad un camino que puede ser trágico para su país. Hezbolá es un ejército con miles de hombres con experiencia de combate en Siria, decenas de miles de cohetes que harían inútiles los sistemas de defensa antiaérea israelí y está respaldado financiera y materialmente por Irán. Por su parte, la Liga Árabe debe intervenir para rebajar la tensión, en vez de enviar mensajes que respaldan no a Beirut, sino a Hezbolá.

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Sin embargo, en paralelo, a pesar de la presión internacional y de las incesantes protestas en su contra en Israel, Netanyahu sigue adelante con sus planes de dejar una Gaza completamente arrasada. Ayer reunió a su Gabinete, ya sin sus representantes más moderados que lo abandonaron por estar en desacuerdo con su actitud belicista, para estudiar la tercera fase de la ofensiva en Gaza, que ya ha causado 37.000 muertos palestinos y daños materiales incalculables. El líder del Likud no ha cumplido ninguno de los objetivos por los que embarcó a su país en la guerra, principalmente la liberación de los rehenes israelíes y la destrucción de Hamás. Ahora puede conducir a su país a una guerra mucho más destructiva.


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