Mbappé y la victoria ultra

El problema de partidos como RN o Vox es la cobertura de impunidad de sus resultados y la bravuconería de sus seguidores

De izquierda a derecha, los jugadores de la selección francesa Tchouameni, Mbappé, Mendy y Camavinga, durante un entrenamiento en esta Eurocopa.Hassan Ammar (AP/ LaPresse)

La repercusión de las declaraciones de Mbappé, incluso aguadas respecto a las de Dembélé y Thuram (“los extremos”, dijo Mbappé sin citar a Reagrupamiento Nacional (RN), la extrema derecha de Le Pen), no deja de ser una derrota clamorosa y un síntoma del lugar al que se han llevado los m...

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La repercusión de las declaraciones de Mbappé, incluso aguadas respecto a las de Dembélé y Thuram (“los extremos”, dijo Mbappé sin citar a Reagrupamiento Nacional (RN), la extrema derecha de Le Pen), no deja de ser una derrota clamorosa y un síntoma del lugar al que se han llevado los márgenes del debate en los últimos años; bajando los escalones, hemos llegado a esto. La polémica ya no es que un deportista de élite opine sobre asuntos puntuales competencia de los partidos, que tendría todo el derecho, sino que lo haga sobre asuntos relacionados con la convivencia de los ciudadanos. No voten a un partido xenófobo, racista y misógino que promueve el recorte de políticas sociales, y que nace de la agrupación de los distintos partidos ultras franceses: decir esto, para Jordan Bardella, líder de RN, es inmiscuirse en la vida de los franceses que no llegan a fin de mes. Bien, por natural que se vea, el escándalo es no levantar la voz, pasar de largo, coger tu dinero y correr. Que un multimillonario con su vida y sus privilegios resueltos tome la palabra por puro deber moral es digno de mención, y desolador que sea noticia. El problema de partidos como RN en Francia o Vox en España es la cobertura de impunidad que dan sus resultados y la bravuconería pública de sus seguidores; es un problema que a Francia la gobierne Le Pen, pero un problema más grave serán sus votantes eufóricos por las calles. Hace unas semanas fue aplaudido, y ni mucho menos solo por la extrema derecha, un neonazi que se presentó en un espectáculo en Madrid a pegar a un cómico que había hecho un comentario repugnante en X sobre el hijo recién nacido del agresor. Sin denuncia y sin apenas escarnio, ¿por qué no habrían de ir a la Feria del Libro más neonazis a amenazar o insultar o violentar a autores como Antonio Maestre, Fonsi Loaiza, Miquel Ramos, Ana Bernal-Triviño o Rafael Narbona? Muy pronto en sus pantallas, el debate sesudo repleto de referencias cultas sobre si pegar hostias está mal.

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