Trump, imparable
La candidata Nikki Haley solo puede aspirar a torpedear el camino del magnate hacia la nominación republicana
Nikki Haley, la única candidata que queda para disputarle a Donald Trump la nominación republicana para las elecciones presidenciales, anunció el martes por la noche, tras perder por 11 puntos contra el magnate...
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Nikki Haley, la única candidata que queda para disputarle a Donald Trump la nominación republicana para las elecciones presidenciales, anunció el martes por la noche, tras perder por 11 puntos contra el magnate en las primarias de New Hampshire, que no piensa tirar la toalla y continuará en la carrera. Lo mismo afirmó el gobernador de Florida, Ron DeSantis, tras quedar segundo en las asambleas de Iowa el 15 de enero. Cuatro días después se retiró y apoyó al candidato que le había insultado con saña.
El desafío de Haley intenta dar alguna perspectiva a los muchos conservadores que buscan desesperadamente pasar página de un personaje tóxico que ha dinamitado el liderazgo y los principios del partido. La realidad es que Haley ya no puede aspirar razonablemente a ganar a Trump, sino apenas a torpedear en lo que pueda su paseo triunfal, quizá con la esperanza de que los procesos judiciales que lo persiguen hagan descarrilar la campaña.
Donald Trump es el primer candidato en medio siglo que gana las dos primeras citas republicanas. El votante de New Hampshire es más moderado que el de Iowa y vota en urna, no en asamblea. Por eso la victoria de Trump impresiona: es el favorito entre dos grupos de republicanos muy distintos. Iowa por sí solo no es un indicador del resto del país, pero los dos juntos envían una señal inequívoca de dónde está la mayoría del partido. Las encuestas en el resto de los Estados clave confirman esa tendencia. En esta trayectoria, Trump es de facto imparable.
Haley parece tener respaldo financiero para llegar hasta Carolina del Sur (24 de febrero), el Estado del que fue gobernadora. La campaña entra en un mes de barbecho en el que el pulso se jugará en los medios, terreno favorito de Trump. Una derrota en Carolina del Sur, colocaría a Haley en una posición imposible de justificar.
Los republicanos que a estas alturas siguen financiando o votando a Haley lo hacen porque verdaderamente detestan la idea de una tercera candidatura de Trump, no solo por razones ideológicas o de pura decencia, sino por pragmatismo. La esperanza del antitrumpismo republicano está en demostrar que, sin ser mayoría, son muchos (el 44% en New Hampshire, entre ellos muchos independientes sin los cuales no se puede ganar la Casa Blanca). Es el único argumento que le queda a Haley para aguantar: Trump puede tener la mayoría del partido, pero es incapaz de ganar a Joe Biden porque nunca va a sumar un espectro de electorado lo bastante amplio y, además, provoca una hípermovilización de los demócratas. Todos los precedentes indican que así es. Los propios demócratas le dan la razón a Haley. La campaña de reelección de Biden ya está pidiendo dinero y votos dando por hecho que Trump será el candidato. ¿Su argumento? La democracia está en juego.