Los 100 años de Semprún
Los lectores escriben sobre el escritor y exministro con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento, la lentitud de Extranjería en la gestión de los trámites interpuestos por los inmigrantes en España, la falta de conectividad en el entorno rural, y sobre el recurso a los insultos por algunos políticos
El pasado domingo Jorge Semprún habría cumplido 100 años. Con 12 tuvo que partir al exilio tras el estallido de la Guerra Civil española; a partir de ese momento se convertiría en testigo de los horrores que azotaron el siglo XX: en El largo viaje, en Viviré con su nombre, morirá con el mío o en La escritura o la vida, relató sus vivencias como prisionero del campo de concentración de Buchenwald; en 19...
El pasado domingo Jorge Semprún habría cumplido 100 años. Con 12 tuvo que partir al exilio tras el estallido de la Guerra Civil española; a partir de ese momento se convertiría en testigo de los horrores que azotaron el siglo XX: en El largo viaje, en Viviré con su nombre, morirá con el mío o en La escritura o la vida, relató sus vivencias como prisionero del campo de concentración de Buchenwald; en 1977 ganó el Planeta con Autobiografía de Federico Sánchez, con quien vivió en la clandestinidad durante sus años de militancia comunista y donde narra su expulsión del PCE junto a Fernando Claudín tras descubrir las atrocidades del régimen de Stalin; entre 1988 y 1991 regresó a España para ser ministro de Cultura en el Gobierno de Felipe González. Semprún murió a los 87 años en su casa de París y ahora, 100 años después de su nacimiento, se revela como una figura cuyo estudio y lectura resulta fundamental en un momento en el que los cimientos de la democracia liberal parecen estar cada vez más en riesgo a causa del auge de los populismos que asolan a Europa.
Raúl Calleja Fuentes. Palma del Río (Córdoba)
La espera eterna
Llegar a otro país es duro, extrañas a tu familia, te acostumbras a una nueva cultura y tienes que aprender a estar solo. Pero de lo que nadie habla es sobre cómo los trámites con Extranjería hacen que todo ese proceso sea peor. Llegué a estudiar un máster a España y me salió una oferta laboral, por lo que decidí quedarme. En julio ingresé los papeles necesarios, con ayuda de la empresa y mi abogado. Es diciembre y aún no tenemos respuesta. No puedo trabajar, por lo que me estoy endeudando, no puedo salir del país y la única respuesta que me dan es “esperar”. Como yo hay miles de migrantes en España esperando una respuesta. Tenemos la vida en pausa solo porque el sistema no funciona correctamente. ¿Cuánto más se puede esperar? ¿Por qué no hay una política que proteja al inmigrante? ¿Por qué es tan difícil cuando se hace todo en regla?
Roxana Aguirre. Madrid
Conectividad rural
Me gusta el rural. Vivo en una aldea, a 15 kilómetros de la tienda más cercana. Aquí el aire es puro y el silencio frágil; sin embargo, todo tiene su talón de Aquiles: en este lugar es la conectividad. Hoy es necesario tener una conexión eficiente, sobre todo cuando, tras la pandemia, muchos puestos se han beneficiado de las bondades del teletrabajo. Nos lamentamos por el abandono del rural cuando lo último que damos son facilidades para que la gente salga de las ciudades. En lo que a conectividad respecta, las nuevas generaciones no se conforman con nada menos que lo mejor.
Martín Costoya Brión. Ferrol (A Coruña)
Todo vale
Los partidos de derechas de nuestro país han pasado de la hipérbole al insulto sin remangarse. Hemos llegado a la época del todo vale a la hora de faltar el respeto a otras fuerzas políticas. Pueden acordarse de la madre del presidente, decir que le cuelguen de los pies o llamar escoria al partido que gobierna en Navarra sin que nada pase. ¿Cómo vamos a educar a las futuras generaciones en educación y respecto al oponente si desde las instituciones nadie pide disculpas por esos momentos de calentón?
Kepa Villaluenga Salazar. Bilbao