Guerra, paz, redes

En Francia conviven 550.000 judíos y casi seis millones de musulmanes, por lo que la guerra entre Israel y Hamás y su reguero de horrores es cualquier cosa menos un conflicto lejano

Una manifestante con un cartel que reza "Judíos y antisionistas, contra el genocidio de los palestinos" participa en una manifestación de apoyo a los palestinos en la plaza de Chatelet en París el pasado 28 de octubre.Mohammed Badra (EFE)

Y una mañana de 2023 París amaneció con ...

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Y una mañana de 2023 París amaneció con decenas de estrellas de David estampadas en las paredes de algunas casas y comercios en los barrios del centro y la periferia. “Esto nos recuerda a los tiempos del miedo que creíamos desaparecido, un miedo que hoy sienten miles de familias de confesión judía”, se indigna el diputado @jp_mattei desde la cuenta de X de la Asamblea Nacional Francesa. “Un acto inmundo”, valora desde su cuenta la alcaldesa de París @Anne_Hidalgo y anuncia una investigación para dar con los autores de esas pintadas antisemitas. En un país donde conviven 550.000 judíos y casi seis millones de musulmanes, la guerra entre Israel y Hamás y su reguero de horrores es cualquier cosa menos un conflicto lejano. 850 actos antisemitas han contabilizado las autoridades desde el inicio de la crisis el pasado 7 de octubre. “Lloro porque vuelvo a cruzarme con el odio que viví cuando era niña y no lo comprendo”, se lamenta una anciana en @i23news_fr.

En este contexto el odio se filtra silenciosamente en los resortes de la sociedad y emerge sin complejos. “Muchos musulmanes trabajan en la construcción y tienen acceso a explosivos y pueden acceder a armas de fuego. Si existiera una consigna de matar judíos, podría haber un atentado todos los días”, manifestó el pasado miércoles el conocido abogado Arnaud Klarsfeld durante una tertulia la cadena ultraconservadora CNEWS. El vídeo camina hacia el millón y medio de visualizaciones y el millar de comentarios en Twitter (X). “Dios mío, hemos tocado fondo (…) el racismo y la islamofobia se desinhiben totalmente en los medios franceses”, opina @BaghliNacym. Afortunadamente, la reacción mejor valorada por los usuarios de X a las palabras de Klarsfeld tiene cuatro palabras y es obra de @iMehrez: “El ridículo no mata”.

Pocas veces en la historia el odio ha tenido un campo tan extenso y unas herramientas tan eficaces para instalarse en el corazón de cada persona y esa será la segunda guerra, silenciosa y mortífera, con la que vamos a tener que convivir en el futuro. En la era de las redes sociales el rechazo al diferente, al enemigo, puede ser trabajado sin límite de tiempo, conjugado con multitud de narrativas y difundido a los públicos más diversos en plataformas digitales presentes urbi et orbi. Sucede ahora en el conflicto en Oriente Próximo. Israel y Hamás reeditan, con todas las armas a su alcance, la guerra por el relato que llevan librando en el espacio digital desde hace una década. Todo vale: apagar las redes de transmisión y prohibir el paso acceso de a los periodistas, usar de imágenes de videojuegos para inventarse ataques israelíes, llenar TikTok de bailes de bellas soldados o recuperar víctimas de otros conflictos para mostrarlas como actuales.

En la batalla de las redes sociales los grandes perdedores son las voces que militan por la convivencia entre comunidades, como si eso fuera una ocurrencia marginal y alejada del anhelo de la comunidad internacional. El algoritmo no parece estar entrenado para realzar las iniciativas y de las personas que trabajan por la paz. Como el incesante goteo de peticiones en favor de un alto el fuego. Tampoco el concierto para 700 niños que organizaron hace dos semanas en una mezquita de Estrasburgo con cantantes árabes, cristianos y judíos.

La paz no es una quimera. Sucedió en el pasado, como recuerda la cuenta del Instituto Nacional Audiovisual de Francia que recupera momentos destacados de los anteriores procesos de paz en la región. Líderes como Golda Meir, Shimon Peres, Isaac Rabin, Yasir Arafat, Menahen Begin o Anuar El Sadat regresan en un vídeo para recordar que la paz es posible.

Como dice Shimon Peres: “con todos los riesgos, con todas las interrogantes, la paz es la única opción razonable, para los árabes, para nosotros y para la región.”

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