Ruido diplomático innecesario
La vehemencia alrededor del conflicto en Gaza no justifica contaminar la posición de España
La controversia sobre Palestina siempre ha formado parte de la conversación española, especialmente en la izquierda. Pero la situación en Gaza tras las represalias israelíes por el brutal ataque de Hamás ha llevado al extremo el ruido sobre la posición diplomática de España. Esta no ha cambiado. El Gobierno condena el ataque terrorista, pide la liberación de los secuestrados, reconoce el derecho de Israel a defenderse, siempre dentro del derecho internacional humanitario, y en la cuestión de fondo respalda la solución de los dos Estados. Tanto ...
La controversia sobre Palestina siempre ha formado parte de la conversación española, especialmente en la izquierda. Pero la situación en Gaza tras las represalias israelíes por el brutal ataque de Hamás ha llevado al extremo el ruido sobre la posición diplomática de España. Esta no ha cambiado. El Gobierno condena el ataque terrorista, pide la liberación de los secuestrados, reconoce el derecho de Israel a defenderse, siempre dentro del derecho internacional humanitario, y en la cuestión de fondo respalda la solución de los dos Estados. Tanto el presidente del Gobierno en funciones como el ministro de Exteriores han sido inequívocos. Son las únicas voces autorizadas para hablar en nombre de España en política exterior.
Por eso resulta inaceptable la sobreactuación de la Embajada de Israel ante la movilización del espacio político próximo a Sumar y Unidas Podemos en solidaridad con Palestina, que incluye declaraciones muy duras contra Israel. Entre ellas, la ministra en funciones Ione Belarra ha acusado al Estado judío de “crímenes de guerra” y pedía llevar a su primer ministro, Benjamín Netanyahu, ante la Corte Penal Internacional. La Embajada de Israel publicó el lunes un comunicado en el que acusaba a “ciertos elementos del Gobierno” de “alinearse con este terrorismo”. Se trata de una acusación muy gruesa, impropia del lenguaje diplomático, ofensiva y que no se puede justificar por las circunstancias dramáticas en Israel. Hasta el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se mostró sorprendido. En un tono inusualmente duro, la respuesta del Ejecutivo español rechazó “tajantemente las falsedades” de la legación israelí y respondió que en España existe libertad de expresión, también para los políticos. El ministro José Manuel Albares expresó su protesta a la embajadora israelí. El Gobierno ha considerado el asunto un “gesto inamistoso” puntual y da el tema por zanjado. La Embajada también se ha mostrado dispuesta a “pasar página”.
No es la primera vez que se manifiestan disensiones o matices diferentes en el Gobierno de coalición en asuntos de defensa o exteriores. Pero estamos en una situación suficientemente explosiva como para evitar sobreactuaciones que en nada ayudan a lo urgente e importante: conseguir parar la espiral de violencia. El PP también ha decidido en las últimas horas que un conflicto en Oriente Próximo es un ángulo legítimo para atacar al Gobierno y cosechar titulares. Sería deseable por parte de todos los actores públicos, a izquierda y derecha, un ejercicio de responsabilidad en estas horas de enorme tensión diplomática en las que cada palabra cuenta.