La vocación de una veterinaria

Los lectores escriben sobre los trabajos vocacionales, la sobreinformación, la falta de educación de algunos diputados y la bandera nacional

Una veterinaria examina a un perro.Lela Beltrão

La última vez que lloré en el trabajo eran las 4.25 de un domingo, mi hija tenía dos meses y la había dejado en la cama con su padre para salir, en mitad de la madrugada, a hacer una cirugía de urgencia a una perra. Tras cuatro horas en quirófano no pudimos hacer nada por ella. Murió. Tenía una piometra, algo común que se previene con la castración. Era mi paciente desde cachorra y habíamos insistido a sus propietarios que la castraran. Nunca lo hicieron. Me encontraba destrozada, el nacimiento de mi hija había sido complicado...

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La última vez que lloré en el trabajo eran las 4.25 de un domingo, mi hija tenía dos meses y la había dejado en la cama con su padre para salir, en mitad de la madrugada, a hacer una cirugía de urgencia a una perra. Tras cuatro horas en quirófano no pudimos hacer nada por ella. Murió. Tenía una piometra, algo común que se previene con la castración. Era mi paciente desde cachorra y habíamos insistido a sus propietarios que la castraran. Nunca lo hicieron. Me encontraba destrozada, el nacimiento de mi hija había sido complicado, aún tenía la herida de cesárea abierta y supurando y estaba agotada, pero se lo debía a mi paciente, y esperé a que llegara su familia para informarles y acompañarles en el duelo. Cuando mi compañera les envió la factura al día siguiente, pusieron una reseña en internet exponiendo que habíamos “matado” a su animal y solo nos “importaba el dinero”. Nunca pagaron. Aún sigo levantándome cada vez que suena el teléfono de urgencias en mitad de la noche, y pese a todo, sigo enamorada de mi trabajo.

Ana Ortega Naranjo. Sevilla

Intoxicados

La amalgama de información que gestionamos cada día ya es una rutina robotizada. La infoxicación es nuestra adicción y nuestra perdición. Somos esclavos de la actualidad y el entretenimiento. Las pantallas ven nuestras caras cada día y a nuestros seres queridos les da envidia. Necesitamos estar en todo aunque no sintamos nada. A pesar de ello, la vida sigue en forma de stories de incertidumbre e ilusión. El mito de la multitarea ha hecho mucho daño, y apenas le hemos prestado atención, aunque tal vez sea la tecla que active nuestra siguiente evolución. Quizás, por primera vez, nuestro próximo avance tecnológico sea el de retroceder.

David García Lozano. Coslada (Madrid)

Educación en el Congreso

Día tras día, los educadores nos dedicamos a inculcar en nuestros alumnos el respeto hacia los demás y hacia ellos mismos. Gracias, diputados, por ayudarnos, por proferir insultos donde el respeto y la educación debería ser un espejo para todos. Señora Armengol, no permita ni una falta de respeto más en el hemiciclo. En los patios de colegio hay mucha más educación, no nos compare. Levante la sesión inmediatamente para que, si les queda un poco de vergüenza, recapaciten por el futuro de nuestra convivencia.

Carlos García Chico. Madrid

Una bandera, dos usos

Cómo cambia el significado de una misma bandera según el contexto en el que ondea. La bandera de nuestro país está siendo utilizada por algunos como insignia política para ensalzar su orgullo nacional. Me refiero a la enseña que, posando como pulsera en la muñeca o colgando del balcón, segrega, divide y quiebra, porque con ella se identifica el tinte político de quien la exhibe. Por suerte, existe otra bandera de España, la que ondea en las gradas de los campos de fútbol, acompañada de vítores y aplausos hacia nuestras selecciones. Ese es el emblema que nos junta y orgullosamente nos distingue de nuestros países vecinos. Esa es la bandera de la unión, el espejo donde mirarse para ser una mejor España.

Clara Ureña Tormo. Valencia


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