Tulipanes

Feijóo no gobernará porque no quiere del mismo modo que yo no soy Premio Nobel de Física porque no me da la gana. El que no delira es porque no sabe

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la portavoz Cuca Gamarra, en la sesión de investidura del pasado miércoles en el Congreso de los Diputados.Paul White (AP)

Alberto Núñez Feijóo no gobernará porque no quiere del mismo modo que yo no soy Premio Nobel de Física porque no me da la gana. El que no delira es porque no sabe, ya que el delirio, mientras dura, constituye el mejor modo de venganza contra las iniquidades u ofensas de la existencia cotidiana. Y aunque esa forma de frenesí mental resulta incompatible con la realidad, si te aferras con mucha fuerza al ...

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Alberto Núñez Feijóo no gobernará porque no quiere del mismo modo que yo no soy Premio Nobel de Física porque no me da la gana. El que no delira es porque no sabe, ya que el delirio, mientras dura, constituye el mejor modo de venganza contra las iniquidades u ofensas de la existencia cotidiana. Y aunque esa forma de frenesí mental resulta incompatible con la realidad, si te aferras con mucha fuerza al espejismo, la realidad se difumina o se desaparece del todo. Por otra parte, cuando tienes la suerte de estar rodeado de gente como Cuca Gamarra, que se cree o finge creerse lo mismo que tú, puedes ir resistiendo y resistiendo de forma indefinida. Pero cuidado con pasarse: Napoleón cayó en Waterloo por creerse Napoleón. Feijóo empieza a dar muestras de creerse Feijóo. Y no es que no sea Feijóo, pero también los tulipanes, en los Países Bajos del siglo XVII, eran tulipanes y no valían nada, pese a que se pagaba por sus bulbos cifras astronómicas. El de los tulipanes fue un caso de delirio colectivo, pues tampoco es raro que una creencia falsa arraigue en un grupo, incluso en una nación, con consecuencias catastróficas suficientemente estudiadas por la historia.

En cualquier caso, la conducta del diputado Óscar Puente, que actuó en nombre del PSOE durante la sesión de investidura del pasado martes, fue de una crueldad que, además de excesiva, resultó inútil. Es cierto que el candidato se quedó sin palabras al verse en el espejo que le puso delante el socialista, pero a lo largo de la tarde se fue recuperando y a la noche ya estaba convencido otra vez de ser un tulipán. De delirante a delirante, señor Feijóo, ignore las agresiones del mundo real, porque los delirios, con frecuencia, se cumplen. Míreme a mí, propuesto para el Nobel de Física sin conocer siquiera la Segunda Ley de la Termodinámica, que tanto me concierne.

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