Columna

Feijóo y el trabalenguas de las mayorías

Lástima que el PP haya hecho exactamente lo mismo que reprocha a la izquierda, concediéndole a Vox un poder institucional enorme que no se corresponde con sus resultados.

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, preside la reunión de la Junta Directiva Nacional de su partido.Samuel Sánchez

Núñez Feijóo regaló esta semana una frase de inspiración rajoyesca, de esas que requieren tres lecturas: “[Hay que] consolidar esa mayoría en acuerdos de mayoría para gobernar entre las mayorías a la mayoría del pueblo español”. Como le solía pasar a Rajoy, la oración se desliza al borde del abismo, esquiva varias piedras y parece despeñarse, pero al final aguanta de pie y, si no triunfal, al menos sale ilesa. Ante la sorpresa del lector, tiene sentido e incluso resume una voluntad política. Aunque le traicionó la aliteración de tantas mayorías —es comprensible: a mí el gentío también me atont...

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Núñez Feijóo regaló esta semana una frase de inspiración rajoyesca, de esas que requieren tres lecturas: “[Hay que] consolidar esa mayoría en acuerdos de mayoría para gobernar entre las mayorías a la mayoría del pueblo español”. Como le solía pasar a Rajoy, la oración se desliza al borde del abismo, esquiva varias piedras y parece despeñarse, pero al final aguanta de pie y, si no triunfal, al menos sale ilesa. Ante la sorpresa del lector, tiene sentido e incluso resume una voluntad política. Aunque le traicionó la aliteración de tantas mayorías —es comprensible: a mí el gentío también me atonta—: cuando dice que se trata de gobernar “a la mayoría del pueblo español”, no sé a qué se refiere, pues un gobierno gobierna para todo el pueblo, del primer al último ciudadano, pertenezcan estos a la minoría que sea.

Como el padre que insta a sus hijos a mantenerse alejados del alcohol mientras se embaúla unos whiskies o como el médico gordo que afea la obesidad de sus pacientes, Feijóo sigue jugueteando con la idea de la Grosse Koalition a la alemana. O, al menos, insinúa un entendimiento entre socialistas y populares que evite la extorsión de las minorías que obtienen, mediante el juego parlamentario de “qué hay de lo mío”, un poder muy superior al que sus escasos votantes les dieron. Lástima que el PP haya hecho exactamente lo mismo que reprocha a la izquierda, concediéndole a Vox un poder institucional enorme que no se corresponde ni de cerca con sus resultados.

Desde 2019 asistimos a un fenómeno que puede adulterar la naturaleza misma de la democracia representativa: minorías que se derrumban y se hacen cada vez más minoritarias devienen poderosas e imponen programas que la mayoría de los ciudadanos no ha votado. Pasó con Podemos, que llegó al Gobierno tras perder el 40% de sus votos; sucede en la derecha con Vox y puede suceder, en un caso extremo, con el cadáver resucitado de Junts (un partido de la derecha rancia que va a acabar beatificado en ceremonias progresistas).

La democracia es la voluntad de la mayoría y el respeto a las minorías. Tan perverso como silenciar a las minorías sería que estas se impusiesen como si fueran mayoritarias. Esto me sugiere la necesidad de una reforma política para facilitar gobiernos estables con parlamentos tan fragmentados (quizá un sistema de doble vuelta, a la francesa), pero nadie parece preocupado por este dilema, que suena a trabalenguas y a material para memes del Rajoy más genuino. Lo urgente, como siempre, devora lo importante.

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