El programa económico del PP
A un mes de las elecciones, los populares carecen de un proyecto y un portavoz identificable sobre los desafíos de nuestra economía
Desde la convocatoria de elecciones generales, el debate preelectoral ha girado sobre todo alrededor de los pactos poselectorales municipales y autonómicos y la política de alianzas de cada partido, pero esta realidad no puede significar la ausencia de contenidos específicos en materias que deben definir el futuro de nuestro país. El partido político que encabeza las encuestas, el PP, no ha mostrado hasta el momento un plan para afrontar los complejos desafíos económicos que tenemos por delante. Su líder, Alberto Núñ...
Desde la convocatoria de elecciones generales, el debate preelectoral ha girado sobre todo alrededor de los pactos poselectorales municipales y autonómicos y la política de alianzas de cada partido, pero esta realidad no puede significar la ausencia de contenidos específicos en materias que deben definir el futuro de nuestro país. El partido político que encabeza las encuestas, el PP, no ha mostrado hasta el momento un plan para afrontar los complejos desafíos económicos que tenemos por delante. Su líder, Alberto Núñez Feijóo, ha descrito una trayectoria errática en este campo, donde abundan declaraciones poniendo en cuestión la integridad de los datos económicos o de empleo, repetidamente desmentidas por la Comisión Europea, o la siembra indiscriminada de sospechas sobre el uso de los fondos europeos, donde ha bordeado la deslealtad institucional.
A menos de un mes de las elecciones, el Partido Popular no ha nombrado todavía ningún portavoz identificable en materia económica, y su discurso en este ámbito aparece desdibujado, ausente de proyecto y lleno de imprecisiones y errores, como lo ha sido plantearse como objetivo alcanzar los 22 millones de personas trabajando en 2027, lo que significaría reducir a la mitad el actual ritmo de creación de empleo; o proponerse ser una de las economías que más crezca en la eurozona, cuando España es ya, de hecho, una de las grandes economías europeas con mayor crecimiento. Feijóo ha insistido en anunciar bajadas de impuestos y cotizaciones, sin lograr explicar cómo cuadrar unas cuentas públicas que el año que viene volverán a someterse al severo escrutinio de la Comisión Europea, en un país con un déficit público por encima del 3% y una deuda pública superior al 110% del PIB. Tampoco ha planteado su alternativa a la reforma de las pensiones ni se conoce con exactitud su posición respecto del mercado laboral, salvo algunas alusiones a la mochila austriaca. La presentación de su programa económico, hecha recientemente en un foro empresarial en Barcelona, ha sembrado más incertidumbre que certezas en un momento particularmente delicado.
Aunque no es condición suficiente, tener un proyecto económico que genere confianza y muestre solvencia es una condición necesaria para ser tomado en serio como aspirante a presidir el Gobierno de la cuarta economía de la Unión Europea. A fecha de hoy, Feijóo no ha sido capaz de presentar ni un programa ni un equipo económico a la altura de los desafíos, y su impericia en el trato dado a algunos expertos, que fueron presentados a bombo y platillo y pronto desechados u ocultados al público, sugiere un proyecto todavía sin definir. La sensación que rodea las propuestas económicas presentadas por el PP hasta el momento es de improvisación. No sorprende por lo tanto la negativa a responder a la petición del PSOE de mantener un debate económico, como el celebrado en 2008 entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro. Por el bien de España y por nuestra credibilidad internacional, Feijóo, como candidato a presidir el Gobierno, debería despejar las dudas cuanto antes.