Salir de Twitter no es una opción

La magnífica herramienta de información en tiempo real, de comunicación política, de intercambio de conocimiento, de diálogo global que ha sido la plataforma está mutando en un entorno confuso y desordenado donde la realidad y la impostura se cruzan naturalmente

La aplicación Twitter en un 'smartphone'.Gregory Bull (AP)

Si tiene usted pocos escrúpulos y busca una bocanada de gloria en Twitter, este es su momento. La última ocurrencia de Elon Musk de eliminar todo signo distintivo entre cuentas “verificadas” con la marquita azul y cuentas con la misma insignia gracias a un pago previo, abre un campo infinito para la suplantación de identidad. Nunca fue tan fácil emular o trolear a celebridades de todo pelaje. Sólo necesitamos un poco de maña para copiar la apariencia del perfil que queramos suplantar y ocho euros. Es el precio de ...

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Si tiene usted pocos escrúpulos y busca una bocanada de gloria en Twitter, este es su momento. La última ocurrencia de Elon Musk de eliminar todo signo distintivo entre cuentas “verificadas” con la marquita azul y cuentas con la misma insignia gracias a un pago previo, abre un campo infinito para la suplantación de identidad. Nunca fue tan fácil emular o trolear a celebridades de todo pelaje. Sólo necesitamos un poco de maña para copiar la apariencia del perfil que queramos suplantar y ocho euros. Es el precio de una suscripción mensual al programa Twitter Blue, con el que obtendremos la insignia azul que aportará veracidad y empaque a nuestra cuenta suplantadora. Entonces, solo habrá que esperar que piquen los primeros incautos que ya no pueden distinguir entre los perfiles reales y los perfiles de pago, sean auténticos o no.

La nueva política de Twitter de suprimir la distinción entre cuentas verificadas ha abierto estos día la puerta a un primer y revelador festival de la confusión dentro de la plataforma. Pocas horas después de su entrada en vigor, aparecieron cuentas con insignia azul similares a la de la actriz Gwyneth Paltrow, el político Ted Cruz o el propio Elon Musk, con aportaciones a cada cual más descacharrante. “¿Quién necesita una marca de verificación azul cuando tiene un huevo de jade?”, preguntaba la falsa verificada Paltrow. Las imitaciones llegaron a cuentas oficiales como el presunto perfil de una comisaría de policía de Los Ángeles desde el que los policías confesaban pegar a sus mujeres. La cuenta fue eliminada, si bien la aportación de los falsos agentes recibió más de 300 me gusta.

Parecía imposible convertir a Twitter en una herramienta inservible pero Elon Musk lo está consiguiendo. A los problemas técnicos, la amnistía de perfiles ultras, el aumento de la desinformación y las cuentas que aterrizan en tu móvil sin que las sigas, se añade esta disfunción notable que, si el nuevo patrón no lo remedia, transformará a la red social en un plataforma, sencillamente, imposible de gestionar. La magnífica herramienta de información en tiempo real, de comunicación política, de intercambio de conocimiento, de diálogo global que ha sido Twitter está mutando en un entorno confuso y desordenado donde la realidad y la impostura se cruzan naturalmente y cada día es más difícil encontrar las contribuciones de aquellos tuiteros con los que antes era posible tejer complicidad e interesantes intercambios de ideas.

Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Ha llegado el momento de cerrar la cuenta y salir para siempre porque Twitter ya no se merece el tiempo que invertimos en esta red? Es una posibilidad, aunque les confieso que no es mi opción. A pesar de las dudas que genera su futuro, Twitter sigue siendo un poderoso campo de batalla para la comunicación. La mutación que ahora experimenta la hace especialmente favorable a los actores de la desinformación y de los discursos del odio. Salir de Twitter sería regalar a los enemigos de las democracias una potente lanzadera de manipulación a gran escala. No queda otra que quedarse. El Twitter de 2023 necesita el relato de todo lo feo que, quizás, esté por llegar: precisa de ojos que lo observen, expertos que lo analicen y de medios y periodistas que levanten las alfombras de la viralidad, esta técnica que forja, a golpe de bots y trolls, los nuevos estados de opinión. Con el uso de técnicas de inteligencia artificial la capacidad para generar impostura no tiene límites. Conviene quedarse a observar.

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