Hay que entenderlo todo al revés
Sumar es básicamente una resta: la izquierda sin Podemos. El nombre designa lo que no son, y no solo en los partidos: la asociación Infancia Libre, por ejemplo, recomendaba por sistema el secuestro de niños
En una conferencia el lingüista J. L. Austin explicó que aunque en algunas lenguas la doble negación puede constituir una afirmación, la doble afirmación nunca podía interpretarse como una negación. El filósofo Sidney Morgenbesser respondió burlón desde la última fila: “Sí, sí”. Puede ocurrir sin la ironía de Morgenbesser: la enantiosemia o autoantonimia es un tipo de polisemia en el que una pala...
En una conferencia el lingüista J. L. Austin explicó que aunque en algunas lenguas la doble negación puede constituir una afirmación, la doble afirmación nunca podía interpretarse como una negación. El filósofo Sidney Morgenbesser respondió burlón desde la última fila: “Sí, sí”. Puede ocurrir sin la ironía de Morgenbesser: la enantiosemia o autoantonimia es un tipo de polisemia en el que una palabra tiene dos sentidos opuestos. Alquilar, por ejemplo, vale tanto para ceder algo en alquiler como para tomarlo. Normalmente en España hasta marca el fin de un periodo y en México señala el comienzo. En el caso de los partidos políticos, el nombre tiende a señalar una carencia: el Partido Popular es una coalición de funcionarios y pensionistas y tiene una concepción patrimonialista del Estado; Unidas Podemos destaca involuntariamente el faccionalismo e impotencia de la formación, y Sumar es básicamente una resta: la izquierda sin Podemos. El nombre designa lo que no son, y no solo en los partidos: la asociación Infancia Libre, por ejemplo, recomendaba por sistema el secuestro de niños.
Eso no nos sorprende: vemos con escepticismo las proclamas políticas. Son más peligrosas palabras de uso común que inducen a la confusión. Aunque obedecen a objetivos diferentes y realizan funciones distintas, ninguno de ellos tiene que ver con la descripción de la realidad. El desconcierto disminuye si entendemos que muchas palabras y construcciones significan exactamente lo contrario de lo que parecen decir. Así, inclusivo es una palabra que se utiliza para excluir a alguien y diálogo señala a aquellos con los que no se hablará nunca: trazan el perímetro para señalar al que está fuera. En la práctica literalmente significa “en sentido figurado” y sin duda que el que habla no está muy convencido. Apelar al consenso es una forma de mandar callar al discrepante: no aspiramos a convencerle con argumentos, sino con la amenaza de la soledad y el ridículo. Decimos que un debate está superado o cerrado solo cuando hay alguien que considera que está abierto, y cuando se afirma que algo es innegable no sabemos si es verdad o mentira, pero está claro que alguien lo niega. Lo que juzgamos intolerable nos lo parece precisamente porque se tolera, la reivindicación del pensamiento crítico anuncia que vamos a escuchar una sarta de tópicos, y decir que un intelectual es independiente significa “que depende de quien mande”. @gascondaniel