¿Es útil la CEOE?
¿A quién perjudica el absentismo patronal? A los empresarios. Siempre se puede lograr algo y nunca es obligatorio respaldar al 100% el resultado.
¿Para qué sirve la patronal CEOE? Para lo mismo que los sindicatos. Prevenir y encauzar conflictos. Representar a sus afiliados. Aportar su óptica a las nuevas normas. Eso requiere dureza. Y capacidad de negociación: jamás tirar la toalla ni plantar a los demás.
Desde su apoyo a la reforma laboral se ha desplomado su inclinación al pacto. Mucho más por presión del PP, que ocupa poltronas en su cúpula (Íñigo Fernández Mesa, Fátima Báñez...) que por los improperios podemitas —de efectos residuales— a creadores de empleo (...
¿Para qué sirve la patronal CEOE? Para lo mismo que los sindicatos. Prevenir y encauzar conflictos. Representar a sus afiliados. Aportar su óptica a las nuevas normas. Eso requiere dureza. Y capacidad de negociación: jamás tirar la toalla ni plantar a los demás.
Desde su apoyo a la reforma laboral se ha desplomado su inclinación al pacto. Mucho más por presión del PP, que ocupa poltronas en su cúpula (Íñigo Fernández Mesa, Fátima Báñez...) que por los improperios podemitas —de efectos residuales— a creadores de empleo (Juan Roig, Amancio Ortega): la reacción del presidente a la huida de Ferrovial fue áspera, pero explicable.
¿A quién perjudica el absentismo patronal? A los empresarios. Siempre se puede lograr algo y nunca es obligatorio respaldar al 100% el resultado. Ocurrió con el salario mínimo, alegando que la decisión “ya estaba tomada” ¿No podrían haber buscado compensaciones o ritmos suaves en sectores más afectados? O con el Foro España-Marruecos, al que plantó Antonio Garamendi, presidente de CEOE y coorganizador. Un desprecio a 500 emprendedores asistentes y a unas relaciones comerciales que suponen el 55,4% de las exportaciones españolas a África.
Ha sucedido con la segunda fase de la reforma de las pensiones. La CEOE aún no ha concretado sus propuestas: quizá porque incluyan anular la vinculación de su aumento a la inflación y dejarlo en un 0,25% en muchos casos, como propugnó la anterior reforma (la autora fue Báñez) y que el Gobierno Rajoy, retorcido por el PNV, nunca se atrevió a aplicar. Este ataque a la reforma ha sido combinado con las huestes de Núñez Feijóo, que acaba de incorporar a su consejo asesor a... Báñez.
La embestida es doblemente grave. Pues es falso que el alza de cotizaciones rompa la competitividad de la economía española (el coste laboral/hora es de 23,4 euros y pasará en 2050 a 23,8; la media europea en la UE es de 33,8): podrían haber propuesto otro reparto del alza de cotizaciones; o alargar más la edad de retiro en ciertos oficios... Y porque esa reforma es requisito para la próxima entrega de 10.000 millones de euros Next Generation (cuyo grueso va a las empresas españolas), que el PP intentó frenar desde el Parlamento Europeo. Y que es clave como precedente para el resto de subvenciones y los 70.000 millones pendientes en préstamos: un revés estigmatizaría al país receptor.
Además, la reforma Escrivá admitía (y admite) retoques, pues su pauta es bastante flexible, muy a la europea: automatismo en su revisión trienal, incrementalismo minimalista en el esfuerzo, periodificación a largo plazo. Pero hay que proponerlos.