La paradoja Tamames

Las bromas y comentarios múltiples sobre la ideología del catedrático de Economía y la decisión de Vox de que presente su moción de censura se suceden en Twitter

Ramón Tamames alza la badera del PCE el día de su legalización, en 1977.

Bromeaba una conocida científica para captar la atención del público y de paso echar una pullita contando que las ascidias son como los catedráticos universitarios. Primero se pensaba que este organismo marino carecía de cerebro. Luego se descubrió que sí tiene. Es pequeño pero muy útil para buscarse la vida, encontrar una roca adecuada en el lecho marino y asentarse. Una vez bien instalada y conseguido el objetivo, este animal empieza a crecer y crecer mientras su cerebro va menguando y menguando como cuando un opositor logra su plaza de catedrático.

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Bromeaba una conocida científica para captar la atención del público y de paso echar una pullita contando que las ascidias son como los catedráticos universitarios. Primero se pensaba que este organismo marino carecía de cerebro. Luego se descubrió que sí tiene. Es pequeño pero muy útil para buscarse la vida, encontrar una roca adecuada en el lecho marino y asentarse. Una vez bien instalada y conseguido el objetivo, este animal empieza a crecer y crecer mientras su cerebro va menguando y menguando como cuando un opositor logra su plaza de catedrático.

Ramón Tamames es catedrático de Estructura Económica desde finales de los años sesenta. Hoy es objeto de múltiples bromas en Twitter a propósito de la moción de censura que defenderá la próxima semana en el Congreso de los Diputados en representación de Vox. Algunas son ocurrentes, divertidas, como la escena (sketch) del programa humorístico Polònia, de TV3, en el que un entusiasmado Santiago Abascal, presidente del partido ultra, le transmite a su colega Jorge Buxadé su idea de quién va a liderar la estrambótica moción. Este propone varios nombres a modo de adivinanza mientras el otro los va negando: “¿Ortega y Gasset?, ¿Ortega Lara? ¿Ortega Cano?”.

Otras bromas aluden con poca gracia a la edad muy provecta de Tamames, 89 años. Pero ninguna menciona un posible comportamiento acomodaticio, una forma de actuar que recuerde a las citadas ascidias. Porque si alguna cosa constata su voluminoso currículo y su trayectoria vital es su gran capacidad de trabajo y sus numerosas inquietudes. Otra cosa es su llamativa evolución ideológica: de pasar de ser un dirigente histórico del PCE a subir a la tribuna del Congreso aupado por la extrema derecha, aunque él mismo se considere un verso suelto. Al menos, su deslizamiento hacia la derecha es observable desde hace décadas y no ha resultado tan chocante como conocer, por ejemplo, que ese dramaturgo y cineasta que ha sido azote del capitalismo despiadado de EE UU, David Mamet, es un fiel admirador de Donald Trump.

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“Tamames es un tipo de principios, muy leal a sus convicciones. El problema es que sus convicciones siempre sirven a sus intereses personales”, ironiza el que fuera alcalde socialista de Madrid, Juan Barranco, con el que coincidió en el Ayuntamiento, en un tuit que recoge Max Pradera. Las referencias al ego catedralicio de Tamames también se prodigan y hay tuiteros que siguen calificándolo como comunista a modo de insulto o, por el contrario, lamentan que haya “deshonrado” al PCE. Su inesperado protagonismo ha servido también para recordar el papel clave que desempeñó el estigmatizado PCE en la democratización y modernización de España. Tamames participó en todo ese proceso, como en la decisión del partido, cuando Franco aún no había muerto, de apoyar el ingreso de España en el entonces Mercado Común Europeo, una posición que le enfrentó a otras formaciones hermanas, como la francesa, y que le alineaba con el eurocomunismo democrático del referencial PCI italiano contra el que se creó toda un complot de países y organizaciones muy liberales, como la CIA, para que no alcanzara el poder.

Íñigo Errejón habla en una intervención de la “paradoja Tamames”, tras varias declaraciones del catedrático que parecen ir contra la línea de flotación de Vox, como su defensa de la plurinacionalidad de España, la gravedad del cambio climático o su “cierta” estima al socialista Pedro Sánchez. “Es la primera moción de censura de la historia de la democracia en la que no sabemos a qué partido representa el señor que sale a hablar”, apunta el líder de Más Madrid. “A día de hoy, la única duda sobre la moción de censura es si los propios diputados de Vox votarán a favor del Sr. Tamames”, interviene Joan Baldoví, diputado de Compromís. “Han descubierto que Ramón Tamames no es de Vox. Bien, llevamos semanas tratando de que lo entiendan”, responde Abascal, antes de incidir en la necesidad de convocar de manera urgente elecciones, aunque las Cortes Generales se han de disolver por ley como máximo el 10 de noviembre, tras expirar los cuatro años del mandato de Sánchez.

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