Algeciras
La estigmatización del islam confunde la fe religiosa con el yihadismo radicalizado y promueve peligrosas actitudes de odio
Pese a la incertidumbre en torno a la personalidad del autor del ataque en Algeciras a dos iglesias católicas que le costó la vida al sacristán David Valencia y heridas a un sacerdote y tres feligreses más, la información disponible apunta a la acción solitaria de ...
Pese a la incertidumbre en torno a la personalidad del autor del ataque en Algeciras a dos iglesias católicas que le costó la vida al sacristán David Valencia y heridas a un sacerdote y tres feligreses más, la información disponible apunta a la acción solitaria de un joven marroquí, Yassine Kanjaa, súbitamente radicalizado y, según la investigación, consumidor en redes de “material yihadista”. El hombre, de 25 años, cambió de hábitos, de ropa y de convicciones, incluida la certeza de “ver al diablo”, según los compañeros con los que vivía, en los últimos dos meses. Quince días antes de salir de la infravivienda que compartía con otros jóvenes armado con un machete, y en dirección a dos iglesias, ya había amenazado de muerte a varios de sus propios compañeros y en Marruecos había estado bajo tratamiento psiquiátrico, según ha podido comprobar EL PAÍS en su ciudad natal, Ued el Marsa. La Fiscalía de la Audiencia Nacional investiga los hechos como posible acto de terrorismo en la variante del “salafismo yihadista”, ante el grito que profirió invocando a Alá mientras blandía el machete contra las víctimas.
A la inmediata reacción de la comunidad musulmana de Algeciras condenando sin contemplaciones el acto se ha unido la reacción de la Conferencia Episcopal y las palabras pacificadoras del sacerdote herido, Antonio Rodríguez, en defensa de los “valores evangélicos de paz, concordia, de amor y de servicio”. Nada de ello ha impedido que Vox actuase como la ultraderecha xenófoba que es y lanzase de inmediato en redes mensajes que vinculaban expresamente la religión musulmana, la inmigración irregular y la violencia, en mensajes dirigidos a alimentar el miedo y la paranoia contra quienes sobreviven en condiciones de máxima precariedad tras llegar a España, como en este caso, en patera.
Más alarmante es el empeño del líder del primer partido de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en diferenciar entre las religiones en cuyo nombre se mata y aquellas otras —la católica— en las que no se hace “desde hace siglos”. La frase improvisada del dirigente popular contiene lagunas de conocimiento histórico y un sustrato argumental peligroso: habla de “nosotros” para referirse a los católicos un político que aspira a gobernar un país en el que ese “nosotros” incluye a ciudadanos de muy diferentes creencias religiosas. Imposible no acordarse del modelo que encarnó Jacinda Ardern en el atentado de marzo de 2019, cuando fueron asesinadas 49 personas en dos mezquitas en Nueva Zelanda por un supremacista australiano y supo asegurar que “ellos son nosotros”, en referencia a los inmigrantes asesinados, muchos de ellos musulmanes, y con su nuevo hogar en Nueva Zelanda.
La extrema dificultad de prever la conducta terrorista de los llamados “lobos solitarios” no devalúa el trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado, que reaccionaron de forma muy rápida ante los primeros avisos sobre el ataque en Algeciras. Queda por determinar los motivos por los que no se ejecutó la orden de expulsión dictada el 3 de noviembre, como sucede con cerca del 90% de órdenes, según fuentes del Ministerio del Interior. La investigación en curso y la actuación de la justicia determinarán finalmente la motivación de esta tragedia sin que nada invite a bajar la guardia ante la amenaza del yihadismo.