El ensañamiento de los ayatolás
La escalada represiva en Irán alcanza las 500 víctimas mortales y fuerza a la Unión Europea a aumentar la presión
La estrategia de brutalidad represiva del Gobierno iraní no cesa y mantiene su acoso sin disimulo contra las protestas en favor de los derechos de la mujer y de un cambio de régimen. Los efectos sobre la movilización ciudadana empiezan a ser perceptibles. Las masivas protestas han ido perdiendo fuerza a medida que el régimen activaba un sistemático programa de detenciones masivas y numerosas sentencias de muerte. La situación ha tenido que llegar a este punto para que el Parlamento Europeo haya solicitado a la UE, por fin, que la Guardia Revolucionaria, auténtico pilar ideológico, militar y co...
La estrategia de brutalidad represiva del Gobierno iraní no cesa y mantiene su acoso sin disimulo contra las protestas en favor de los derechos de la mujer y de un cambio de régimen. Los efectos sobre la movilización ciudadana empiezan a ser perceptibles. Las masivas protestas han ido perdiendo fuerza a medida que el régimen activaba un sistemático programa de detenciones masivas y numerosas sentencias de muerte. La situación ha tenido que llegar a este punto para que el Parlamento Europeo haya solicitado a la UE, por fin, que la Guardia Revolucionaria, auténtico pilar ideológico, militar y con importantes ramificaciones ideológicas del régimen, sea incluida en la lista de organizaciones terroristas, además de activar sanciones directas contra el líder supremo iraní, Alí Jamenei, el presidente, Ebrahim Raisí, el fiscal general del país y las familias de todos ellos. La propuesta incluye a la milicia paramilitar Basij, autora directa de numerosas muertes durante las protestas y la Fuerza Quds, responsable de operaciones especiales militares fuera de Irán. Es una medida similar a la que estudia Reino Unido tras la ejecución el día 14 de Alireza Akbari, quien fuera viceministro de Defensa en Irán entre 2000 y 2005.
El régimen de los ayatolás ha empleado todos los recursos a su alcance, incluyendo a fuerzas paramilitares, contra lo que constituye el mayor desafío al sistema teocrático desde la instauración del régimen islámico en 1979. Las cifras hablan por sí mismas: un número aproximado de 500 muertos, más de 20.000 personas detenidas y encausadas y, hasta el momento, una veintena de sentencias de muerte emitidas, de las cuales varias ya han sido llevadas a cabo con el bárbaro método de la exposición de los cadáveres colgados en la vía pública para que sirvan de escarmiento. Deportistas, artistas y cualquier figura con relevancia pública que haya podido expresar o hacer el más mínimo gesto de apoyo a las protestas —no cantar el himno, competir sin velo, mostrar una camiseta— han sido perseguidos.
El resultado es que el miedo y el cansancio han ido haciendo mella en una población que ve escaparse una oportunidad histórica para un verdadero cambio. La comunicación del Parlamento Europeo exigiendo, ahora sí, la detención inmediata de las ejecuciones y la liberación de todos los presos europeos, entre los que hay dos españoles, ha sido contestada de inmediato por el ministro de Exteriores de Irán, Hosein Amirabdolahian a través de una llamada telefónica al alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, acusando a la UE de “intervencionista”. Solo la firmeza europea contra la impunidad represiva y el mismo poder de las sanciones pueden transmitir a la población iraní que la comunidad internacional está dispuesta, efectivamente, a intervenir.