Patio de colegio y roles de género

La viralidad de un balonazo en el recreo y los conflictos en las aulas demuestran que la educación feminista es necesaria

Un grupo de menores juega en el patio de un colegio de Madrid.Eva Iglesias (EFE)

La escena es breve y se hizo viral: dos chicas ponen el móvil a grabar y empiezan a bailar en una pista en la que unos chicos están jugando con un balón, dos segundos después, este impacta contra la cabeza de una de ellas y la tira al suelo. Fin. Resultado: infinidad de comentarios jocosos en las redes. Sin embargo, entre las risas por el golpe salió a la luz ...

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La escena es breve y se hizo viral: dos chicas ponen el móvil a grabar y empiezan a bailar en una pista en la que unos chicos están jugando con un balón, dos segundos después, este impacta contra la cabeza de una de ellas y la tira al suelo. Fin. Resultado: infinidad de comentarios jocosos en las redes. Sin embargo, entre las risas por el golpe salió a la luz uno problemas de los patios de los colegios: la mayor parte del espacio está dedicado a quien juega al fútbol. Así, el que no dedica los minutos de recreo a dar patadas a un balón tiene que refugiarse en los laterales de las pistas para jugar a otras cosas —y esquivar balones—. “Esto, lejos de hacerme gracia, me hace pensar en el poco espacio que teníamos las niñas en los patios del colegio. Un 90% del espacio dedicado a ser un campo de futbol o baloncesto (en mi colegio había tres) mientras las niñas nos quedábamos en las zonas más a salvo de balonazos”, tuiteó Sabela (@jesucristisima).

Pero hay gente que parece no ver el problema. Como quienes publicaron: “Oye, que la pobre gente que juega al fútbol no tiene la culpa de que a Ana María Quintana de 2º de la ESO le den de vez en cuando un balonazo. Que aprenda a esquivar”; “Si te pones al lado de la portería, la probabilidad de llevarte un balonazo se multiplica por mil”. Se nota a la legua que estos tuiteros eran quienes ocupaban la pista y si recibían el impacto de una pelota era porque les tocaba ser porteros ese día.

El debate no quedó ahí, @sergiodrn calificaba de “Flipante” el artículo de El Confidencial “Adiós al fútbol en el patio: los colegios se reinventan para que todos jueguen”, lo hacía, claro, sin enlazar a la noticia, no sea que la gente lo lea y vea que es sensato querer que niños y niñas ocupen un espacio similar en los recreos para evitar establecer la desigualdad desde la infancia.

La actriz de doblaje y cantante Nikki García escribió: “La Nikki que se pasaba los recreos sentada en una esquina y a la que le partieron las gafas en la cara de un balonazo mientras intentaba llegar al baño se alegra de esto”. También Jose Gracia (@jsegracia) celebraba la medida con una imagen del patio de su colegio en Burjassot (Valencia) donde mostraba la zona dedicada al fútbol con la advertencia “No pases por ahí porque lo más seguro es que te lleves balonazo” y la zona dedicada a otros juegos (el margen del campo de fútbol).

Pero la diferencia entre niños y niñas no solo queda en el patio. @LaCrono__ suele tuitear sobre situaciones que vive en su trabajo con menores. Al empezar las vacaciones de verano publicó un hilo donde contaba un conflicto de roles de género en las aulas.

Un grupo de niños debía trasplantar a Ramón, la planta de clase. “La parte preferida es salir al patio a buscar la tierra. Dos de ellos (varones) se avanzan”; “En el grupo hay cinco niños y cinco niñas”; “Hay tres niñas que solo miran”. “En un momento dado, todos los niños (varones), excepto uno, han desaparecido y en clase solo quedan las niñas. ¿Por qué? Porque Ramón ya está en su tiesto nuevo y ahora solo queda... limpiar”. “Después del patio, se dedica un tiempo a comentar el incidente. Los niños comprenden la situación, se hacen cargo de su error”. “¿Qué habría pasado con este grupo sin la intervención de la maestra?”, se pregunta. Cronopia concluye su hilo advirtiendo de que es un patrón de la acción tutorial de cualquier maestra e indica que los niños “no aprenden solos”. “Una de nuestras funciones es tratar de compensar las desigualdades —de clase, de género...— que están presentes en todas las aulas”.

Ojalá en el curso que empieza no se repitan estas malas dinámicas. Ojalá los maestros actúen y eduquen como la maestra del hilo de Cronopia. Porque educar en el feminismo no es ideología de género —como dice Vox—, es necesario, es educar con justicia social.

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